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Messi arruina a Laporta: el presidente pasa a la historia por perder a la insignia del Barcelona
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Messi arruina a Laporta: el presidente pasa a la historia por perder a la insignia del Barcelona

Messi ha ganado el Mundial como futbolista del Paris Saint-Germain y no tiene relación con Laporta, pese a que el presidente intente apoderarse de la imagen para asociarla al Barça

Foto: Laporta, en el acto de despedida de Messi como jugador del Barça. (Efe/Alejandro García)
Laporta, en el acto de despedida de Messi como jugador del Barça. (Efe/Alejandro García)
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El relato y la maquinaria propagandística de Laporta dejó de funcionar en la final del Mundial de Qatar, en el momento en el que Argentina se proclamó campeona y Leo Messi levantó el trofeo. Lo hizo como futbolista del Paris Saint-Germain. Es una leyenda azulgrana, pero la foto de campeón del mundo se la hizo con Nasser Al-Khelaifi. Nadie del Barça, ningún representante de la directiva u otro miembro afín al presidente, ha sido capaz de conseguir que Messi se acordara del Barcelona en el día más importante en su trayectoria como profesional del fútbol. Ni Messi ni su familia quieren saber nada de Laporta y su silencio, la indiferencia, provoca daño.

El consuelo de los aficionados es recordar que Messi hizo su carrera en el Barcelona y que su corazón es culé. Puede haber roto la relación con Laporta, pero no el sentimiento de pertenencia al club que le abrió las puertas cuando era un niño y en el que ganó 35 títulos. Es mejor quedarse con lo sublime de Messi como ídolo y emblema eterno del barcelonismo, que con la imagen de la leyenda destruida que abandonó su casa entre lágrimas y la frustración de ser engañado por Laporta. El problema o el golpe de realidad es que Messi jugará como campeón del mundo en París y no en Barcelona. Nadie le podrá culpar de ser el responsable de salida. Los aficionados tendrán que mirar al palco.

placeholder Messi junto al emir de Qatar y el presidente de la FIFA, Gianni Infantino. (Reuters/Dyvan Martínez)
Messi junto al emir de Qatar y el presidente de la FIFA, Gianni Infantino. (Reuters/Dyvan Martínez)

Messi hace pagar a Laporta el sufrimiento con el que se tuvo que marchar del Barcelona. El castigo es contra el presidente. No tiene nada que reprocharle al club ni a la masa social. Lo cierto es que no se pudo despedir en el campo y tiene la espina clavada. El presidente le utilizó para ganar las elecciones, en un periodo de grave crisis institucional y económica con mensajes esperanzadores. "¿Cómo va la renovación de Messi?", le preguntaban cuando regresó a la presidencia. "Progresa adecuadamente", contestaba. Laporta decía una cosa y hacía otra. La salida la justificó echando la culpa a la Liga por no ser flexible en el cumplimiento del Fair Play Financiero. Laporta era una víctima. Hizo creer que él no echaba a Messi, sino que era una decisión inevitable, como consecuencia de la mala gestión del anterior presidente.

Bartomeu, inflexible

Si algo bueno hizo Bartomeu, dentro de todo lo malo que se le puede computar, es evitar pasar a la historia como el presidente que abrió las puertas a Messi. Se negó a ceder en un momento delicado. Cuando Messi envió un burofax al club para pedir su salida. Bartomeu fue inflexible. El mejor futbolista de la historia del club, el jugador franquicia, el ídolo, no podía jugar en otro equipo. Era un pecado que pudiera marcharse gratis y verle triunfar con otra camiseta.

Foto: Mbappé celebra un gol en la final contra Argentina. (EFE/Ronald Wittek)

Laporta señaló a Messi como una carga. Durante la campaña electoral dijo otra cosa, como que era el mejor candidato para garantizar la continuidad de la estrella argentina y que un futbolista de su dimensión tenía un retorno económico por lo que generaba. Pero le echó para salvar la economía. Luego llegaron las famosas palancas. Los cálculos son erróneos. Messi sigue siendo una potente fuente de ingresos de patrocinadores. Un activo deportivo y comercial en la industria del fútbol que vive de la ilusión, los títulos y el marketing. Laporta imaginó que Messi era prescindible, no solo porque el club no le podía pagar, sino también porque estaría cerca de su declive. La primera temporada en el PSG confirmaba estos pronósticos. En la segunda, ya adaptado, y con el desafío del Mundial, Messi ha demostrado que no está acabado. En otra versión, menos exhuberante en lo físico, pero con su inagotable talento y más carácter, ha conseguido ganar la Copa del Mundo como jugador del Paris Saint-Germain. El siguiente paso es renovar el contrato con el club francés. En Qatar lo dan por hecho.

Jorge Messi, el padre y jefe de las operaciones, tiene borrado de su lista de contactos a Laporta. Es imposible que el presidente dé esperanzas o pueda vender un posible regreso para que Leo acabe su etapa de futbolista con la camiseta del Barcelona. No hay más humo que vender. El Paris Saint-Germain da a Messi lo que le negó Laporta. Respeto, un proyecto deportivo y, por supuesto, un salario acorde a su caché de campeón del mundo.

Acuerdo con el PSG

El acuerdo para que Messi prolongue su vinculación con el PSG está avanzado. Será, al menos, por otra temporada más. Hasta 2024 y con la opción de poder ampliarlo una más. Las conversaciones entre Jorge Messi, el presidente Nasser Al-Khelaifi y el director deportivo del club parisino, Luis Campos, se iniciaron en el mes de noviembre y antes de la disputa del Mundial, el PSG y Messi llegaron a un principio de acuerdo. Messi parece tener claro que se retirará en la alta competición con la camiseta del Paris Saint-Germain, con el desafío de ganar su quinta Champions y su octavo Balón de Oro.

Foto: Messi ofrece la Copa del Mundo a los aficionados argentinos. (EFE/Juan Ignacio Roncoroni)

De nada ha servido que Laporta pusiera en marcha la maquinaria propagandística para felicitar a Messi tras ganar el Mundial con numerosos mensajes en las redes sociales del club, vestido con la camiseta del Barça, y en su cuenta personal. "Es el mejor de todos los tiempos. Se merece el Mundial. Es de justicia histórica", dijo Laporta nada más ganar Argentina a Francia. Según algunas informaciones, tenía programado ir a la final del Mundial y sus asesores le frenaron. Laporta está indefenso con el tema Messi. La última versión la da ya en los medios oficiales del club y es la de un presidente que tira toalla con el regreso del ídolo: "Messi es el mejor de todos los tiempos. Lo hemos tenido aquí y se ha hecho jugador aquí. Estoy convencido de que él, en su corazón, es culé. Es un culé de referencia y siempre estará vinculado al Barça. Nos gustaría mucho que volviera, pero es algo que ya se verá. No podemos crear expectativas con Messi".

Messi tiene sus razones para sentirse engañado por Laporta. Lo que demuestra ahora es que también tiene su orgullo y nuevos desafíos. Haber ganado el Mundial supone un estímulo y en los años que le quedan para competir en la élite anuncia que seguirá más tiempo en la Selección para disfrutar del campeonato del mundo. La salida traumática del Barcelona la tiene superada.

El relato y la maquinaria propagandística de Laporta dejó de funcionar en la final del Mundial de Qatar, en el momento en el que Argentina se proclamó campeona y Leo Messi levantó el trofeo. Lo hizo como futbolista del Paris Saint-Germain. Es una leyenda azulgrana, pero la foto de campeón del mundo se la hizo con Nasser Al-Khelaifi. Nadie del Barça, ningún representante de la directiva u otro miembro afín al presidente, ha sido capaz de conseguir que Messi se acordara del Barcelona en el día más importante en su trayectoria como profesional del fútbol. Ni Messi ni su familia quieren saber nada de Laporta y su silencio, la indiferencia, provoca daño.

Leo Messi Joan Laporta
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