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Se compite y se gana como el Real Madrid: la belleza de Mbappé y la bestialidad de Argentina
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Se compite y se gana como el Real Madrid: la belleza de Mbappé y la bestialidad de Argentina

Visto el Mundial de Qatar, la conclusión es que se impone el estilo de equipos consistentes, con espíritu para no rendirse y futbolistas explosivos, como demostraron Argentina y Mbappé

Foto: Mbappé celebra un gol en la final contra Argentina. (EFE/Ronald Wittek)
Mbappé celebra un gol en la final contra Argentina. (EFE/Ronald Wittek)

El aficionado del Real Madrid se sintió representado en la final del Mundial de Qatar. Un partido que rememoró las gestas del equipo de Ancelotti en la Champions. Dirán que qué pinta aquí el Madrid. Pues mucho, si comparamos la filosofía competitiva y el espíritu de resistencia de la nueva campeona del mundo con el equipo campeón de Europa. Hay semejanzas. No bajar los brazos. No tirar la toalla. Como también es la confirmación de que el madridismo anhela a Kylian Mbappé. No solo los aficionados. En el club, para Florentino, es difícil entender por qué lo dio todo para ficharle y el francés quería venir, pero se echó atrás por las presiones políticas y los millones de Qatar.

Claro que el Mundial pasa a la historia por la conquista de Messi, la épica de Argentina y la confirmación de que Mbappé es el mejor futbolista del mundo. De los perdedores, se dice, nadie se acuerda. No es cierto. Modric enamoró en el Mundial de Rusia siendo subcampeón. Al croata le sirvió para ganar el Balón de Oro. Lo de Mbappé en la final es escandaloso. En un partido gris, marcó tres goles y no falló en la tanda de penaltis. Messi entra en la historia por ser, por fin, campeón del mundo. Mbappé encarna el prototipo de futbolista moderno. Poderoso en lo físico, desequilibrante y contundente.

placeholder Mbappé y Messi disputan un balón en la final del Mundial de Qatar.
Mbappé y Messi disputan un balón en la final del Mundial de Qatar.

Mbappé sirve de ejemplo para explicar por dónde va el fútbol. Cada vez más igualado y físico. Con selecciones, como Marruecos, que compiten con orden, sacrificio y solidez. La evolución está en la verticalidad, la energía y en no hacer dogmas con los estilos. Ni la posesión ni sacar la pelota jugada con el portero. El fútbol es verticalidad, acciones directas, repliegue y transiciones. Eficacia. Lo que tiene Mbappé. En un mal partido, hizo tres goles. Acaba el Mundial como Bota de Oro con ocho goles (uno menos que toda la Selección española). Es un futbolista impresionante.

La estampida y el vértigo

Es el triunfo del futbolista atleta. El patrón de juego que más gusta en el Bernabéu, el de matar en transiciones, por la vía rápida, al contragolpe. El perfil de futbolista que sigue enamorando a Florentino Pérez y el que un día menospreció Guardiola. A lo que no ha sabido jugar Luis Enrique. Mbappé es la continuación de Cristiano Ronaldo y Gareth Bale, dos estrellas mayores que sucumbieron en el Mundial. La belleza de arrancar, frenar, girar, cambiar de ritmo, intimidar, explosionar. La estampida del delantero directo, con vértigo. Un Ronaldo Nazario francés. El Vinícius con más gol.

Foto: Messi ofrece la Copa del Mundo a los aficionados argentinos. (EFE/Juan Ignacio Roncoroni)

Kylian Mbappé acaba el año con dos golpes duros. El de la eliminación de la Champions contra el Real Madrid, en dos partidos donde solo él estuvo a la altura y tuvo al equipo de Ancelotti contra las cuerdas. Le fallaron Messi y Neymar. El argentino, con un penalti fallado en el Parque de los Príncipes, y el brasileño, en baja forma y desaparecido. En Qatar, le falló un errático Dembélé. "Volveremos", es la reacción de frustración y ambición que deja Mbappé en sus redes sociales por haberse quedado cerca de ganar su segundo Mundial consecutivo.

Toca hablar de la belleza de la Argentina de Messi. El fútbol es caerse y levantarse. No rendirte y luchar hasta el final. Tener un portero que marca las diferencias atrás y un goleador delante. Ser contundente en lo físico y mental. Saber sufrir con carácter y épica. La identidad de un equipo que gana finales, que hace más méritos que el resto, es la competitividad. Argentina gana el Mundial con todo el merecimiento. Ha tenido la virtud de caerse en el primer partido, empezar el Mundial en el precipicio y tener que remontar para jugar cada partido con ansiedad y bronca.

Foto: Benzema en la concentración con Francia. (Reuters/Hannah Mckay)

Han hecho de la fe, el sufrimiento y la resistencia un estilo de fútbol muy válido para competir. Con un seleccionador, Scaloni, que tiene un librillo táctico práctico. No va a crear escuela. No es el más vistoso. No tendrá un reconocimiento por su brillantez y estrategia. El éxito de Scaloni es el de un entrenador que ha realizado un trabajo psicológico igual o más importante que el táctico. Scaloni cogió a una selección en la UVI, con el drama de perder contra Arabia Saudí, y la sanó en un tiempo récord para ganar en los penaltis en la final a Francia. No se le cayó el equipo, no colapsó. Argentina sacó fuerzas de muy dentro y tiró de compromiso. Tan importante o más que la posesión o pretender ser el dueño del balón. Argentina es campeona porque jugó con bronca y por actuaciones individuales en momentos claves de Messi y el portero Emiliano Martínez. En España, la posesión es un infierno.

El aficionado del Real Madrid se sintió representado en la final del Mundial de Qatar. Un partido que rememoró las gestas del equipo de Ancelotti en la Champions. Dirán que qué pinta aquí el Madrid. Pues mucho, si comparamos la filosofía competitiva y el espíritu de resistencia de la nueva campeona del mundo con el equipo campeón de Europa. Hay semejanzas. No bajar los brazos. No tirar la toalla. Como también es la confirmación de que el madridismo anhela a Kylian Mbappé. No solo los aficionados. En el club, para Florentino, es difícil entender por qué lo dio todo para ficharle y el francés quería venir, pero se echó atrás por las presiones políticas y los millones de Qatar.

Kylian Mbappé
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