Piense y hágase rico: el milagro económico barcelonés de Joan Laporta
El presidente del Barcelona consigue que el club pase de quebrado a 'rico' con ingeniería financiera. De las vacas flacas a las vacas gordas. El Laporta más desatado visto nunca. ¿Puerta grande o enfermería?
Joan Laporta entra en la sede del 'New York Times' vestido con una americana de lino y una camiseta del Barça debajo. Ha venido a hacer una entrevista, Laporta posa dentro sin americana, mirando al 'skyline' neoyorquino, luciendo una camiseta del Barça con el número 9 y su nombre detrás, Laporta, como plasmó el fotógrafo del 'New York Times'. Pasó a principios de mes.
En efecto, hay que estar con mucho subidón para presentarte en la sede del 'New York Times' presumiendo de ser el 9 del Barça. Laporta más Laporta que nunca.
"En mi tiempo pusimos las expectativas muy altas y tuvimos éxito". "Los 400 millones de aficionados del Barça en todo el mundo requieren un nivel de éxito". "Ganar es una motivación humana universal", dijo Laporta al 'New York Times'.
Días después de la entrevista, Laporta se desencadenó del todo en la presentación del nuevo galáctico del club, el ariete polaco Robert Lewandowski, que por momentos parecía estar asistiendo a un homenaje a Laporta, con el Camp Nou rugiendo cada vez que el desatado presidente del Barcelona voceaba por el micrófono.
"Un Joan Laporta pletórico decidió tomar las riendas comunicativas de la presentación de Robert Lewandowski ante la afición azulgrana en el Camp Nou. Aunque inició el acto la periodista de 'Barça TV', Cristina Collado, tal como le dio la palabra al presidente en su primera pregunta Laporta se lanzó y, a voz en grito, ejerció de maestro de ceremonias con una euforia y un entusiasmo que no pudo disimular", según la crónica del diario 'Sport'.
En resumen: Laporta y el Barça están de vuelta; de vuelta al triunfalismo y al perfil alto tras años calamitosos en lo económico y en lo deportivo. Lo extraño es el modo en que han llegado otra vez a la cima de la montaña.
Caída y auge
El 6 de octubre de 2021, Laporta dio una rueda de prensa junto al (todavía) director general del Barcelona, Ferran Reverter, en la que se dijo que el club estaba en "quiebra contable" y debía 1.482 millones de euros por culpa de la anterior directiva. Las caras largas eran terribles.
Laporta había vuelto a la presidencia pocos meses antes (marzo) y desde entonces no había anunciado más que reveses: adiós a Messi y frenazo a los grandes fichajes (el fair play financiero de la Liga bloqueaba el gasto por su disparada masa salarial).
El presidente que devolvió la alegría al club en 2003, inició la era (guardiolista) de triunfos a gogó y cerró todas las discotecas que hizo falta para celebrarlo se había convertido de pronto en un señor que solo daba malas noticias. En el gestor de un equipo devaluado y fuera de la élite.
Hasta que Laporta volvió a hacer su magia...
Pocos meses después de que Laporta oficializara la quiebra técnica del club, el Barcelona se ha convertido —ante el asombro internacional— en el club que más está gastando en jugadores este verano: Raphinha (58 millones de euros), Koundé (50 millones) y Lewandowki (45 millones). Los rumores señalan que Marcos Alonso y Bernardo Silva podrían ser los próximos en llegar.
¿Cómo el club más quebrado se convirtió en el que más gasta?
La explicación corta es la siguiente: palancas. O venta de ingresos futuros. Las dos primeras palancas permitieron al club ingresar más de 527,5 millones al vender el 25% de sus derechos televisivos los próximos 25 años al fondo de inversión estadounidense Sixth Street.
El fondo Sixth Street recibiría 1031 millones de euros los próximos 25 años, más del doble de lo invertido en la palanca
El Barcelona gana 165 millones de euros al año por emitir en televisión sus partidos de Liga. Si se mantienen esos precios, Sixth Street recibiría 1031 millones de euros los próximos 25 años, el doble de lo invertido en la palanca.
El club también ha vendido el 50% de Barça Studios, productora audiovisual del club, a cambio de 200 millones; 100 de los cuáles los puso ayer Jaume Roures, justo antes de arrancar la Liga, en una operación con claroscuros: además de tener una relación estrecha con Laporta, Roures fue avalista de su candidatura presidencial. También hay dudas sobre el verdadero valor de Barça Studios, como veremos más adelante.
Más allá de episodios de contabilidad creativa, el hecho es que el club ha renunciado a parte de sus futuros ingresos televisivos para intentar alcanzar un nuevo "círculo virtuoso" de victorias e ingresos (en efecto, la idea de que la salvación pasa por volver a ganar para aumentar los ingresos y, al mismo tiempo, se hipotequen ingresos para los próximos 25 años es un agujero en el razonamiento económico laportiano difícil de rellenar).
La lógica de Laporta es volver a hacer sexy al club a toda mecha: fichajes estrella que atraigan recursos, arrastren nuevos aficionados y consigan títulos/nuevos ingresos que superen a los ahora hipotecados. Todos los expertos, críticos o comprensivos con Laporta, coinciden en hablar de operación de alto riesgo: si el equipo no rinde al máximo nivel, el castillo de naipes podría desmoronarse. Estamos ante un todo o nada. Un órdago; Laporta nunca fue jugador de chica.
En la entrevista al 'New York Times', Laporta dijo que optó por las palancas obligado por las circunstancias ("es una decisión que, sinceramente, no quería tomar"), pero que se trata de "un riesgo calculado". No convenció al periodista que le entrevistó, Tariq Panja, a juzgar por tuits críticos que escribió después sobre la contabilidad creativa y el carisma de Laporta:
Smart people, pls explain how Barca studios, which doesn’t generate any meaningful revenue, is worth €400m? Is it forecasted to be an enormous money spinner? If so, on what basis?
— tariq panja (@tariqpanja) August 9, 2022
History has shown that charisma, charm and brand story can make people believe even if there isn’t a there there. pic.twitter.com/lvgn2qPGNk
— tariq panja (@tariqpanja) August 9, 2022
Vuelve el hombre
Cuando Laporta se convirtió otra vez en presidente del Barcelona, pero esta vez de un club (casi) quebrado, surgieron algunas dudas: si bien el Barça parecía necesitar una figura carismática como él en su momento más crítico, Laporta quizá no era la persona más adecuada para gestionar vacas flacas. El mito Laporta sonaba más a ciclos expansivos, contratos millonarios y botellas de champán descorchándose en cadena.
"Si el equipo no empieza a ganar, la situación entraría en una espiral diabólica"
Pero hete aquí que Laporta ha logrado pasar de las vacas flacas a las vacas gordas con ingeniería financiera. Ha creado una realidad económica virtual en la que el Barcelona vuelve a gastar como si no hubiera un mañana. Aunque sus críticos hablan de huida hacia delante, de pan para hoy y hambre para mañana y de que el Barcelona se verá abocado más tarde o más temprano a convertirse en Sociedad Anónima Deportiva para sobrevivir, no es menos cierto que Laporta ha devuelto el optimismo a la masa social (60.000 aficionados asistieron a la presentación de Lewandowski) y que el equipo (a falta de comprobarlo en competiciones oficiales) no tenía tanta artillería desde hace media década.
También es significativo el aumento de opiniones en la prensa deportiva madrileña sobre el derrape económico de Laporta. Significativo porque los artículos quizá reflejen temor a que el Barcelona inicie una nueva era de éxitos deportivos gracias a los fichajes estrella.
Otra palanca es posible
Hablamos con el economista e historiador de fútbol David Valero Carreras.
PREGUNTA. De la quiebra técnica al máximo gasto estival. ¿Cómo explica la paradoja?
RESPUESTA. A mí, de entrada, me parece bien activar las palancas. Me explico: el club está en situación cercana a la quiebra y hay que sacar dinero de donde se pueda, aún a costa de hacer algo que nunca hay que hacer en circunstancias normales: vender patrimonio o ingresos futuros.
Dicho lo cual: lo que no me gusta de estas palancas es cómo se está utilizando el dinero. Yo preferiría utilizarlo en garantizar la solvencia del club; más rebajar deuda y menos invertir en jugadores. Gastar las palancas en fichajes y nóminas no me parece la estrategia más acertada.
P. Se dice que las palancas saldrán bien si el equipo gana partidos y títulos. ¿Es así?
R. Aún suponiendo que salga bien, y tengas éxitos deportivos, el retorno económico no sería inmediato. Suponiendo que se ganara todo el año que viene, no habría ingresos tremendos de golpe que permitieran estabilizar al club. El rendimiento financiero de los éxitos deportivos viene más en el medio o largo plazo, cuando te toque renovar contratos de patrocinios, etc.
Eso en el mejor de los casos, porque si sale mal y no ganas, la situación entraría en una espiral diabólica.
"Preferiría utilizar las palancas en garantizar la solvencia del club; más rebajar deuda y menos invertir en jugadores"
P. Hay cierta estupefacción internacional con que la narrativa del Barcelona haya saltado de golpe de la quiebra al liderazgo de gasto…
R. Acertada o no, la estrategia de las palancas genera una pregunta inquietante: ¿Es razonable que un club en quiebra sea el que más dinero esté gastando en fichajes en todo el mundo? Suena extraño. No suena a sentido común financiero.
El dinero que ha entrado de golpe no lo regalan, lo dan a cambio de algo, aunque en algún caso no sepamos de qué, porque Barça Studios, del que han vendido el 49%, ¿qué es exactamente? Creo que nadie lo sabe, pero es un activo que ya no estará. Todo este dinero no es gratis. Son ingresos futuros que ya no habrá.
P. Si el plan de Laporta sale mal, ¿se verá el club obligado a convertirse en Sociedad Anónima Deportiva?
R. Ese riesgo lleva tiempo sobrevolando, y en el último año, no se ha reducido, incluso ha aumentado: la deuda sigue ahí y hay nuevos gastos. En la situación en la que está el club, la prioridad debería ser reforzar la solvencia: reducir el pasivo, que está en unos 1500 millones, y que con el Espai Barça [proyecto de reurbanización del Camp Nou] se puede poner en 3000 millones. Son cifras que asustan comparadas con la capacidad del club para generar flujo de caja. Pero toda la estrategia se está poniendo en la parte deportiva, no en la económica, y solo con la parte deportiva creo que no llega.
Donde hay patrón
Pero las dudas sobre la gestión de Laporta no se quedan solo en los palancazos arriesgados. Algunos de los principales ejecutivos del club (Ferran Reverter, Jaume Giró, Jaume Llopis, Jordi Camps y Enric Llopart) han abandonado el barco los últimos meses tras diversos desencuentros con Laporta. Huidas que recuerdan a su primer mandato, cuando las guerras de poder se llevaron por delante a los pesos pesados de la directiva, sustituidos por afines a Laporta más o menos aptos para gestionar un club de élite. La diferencia entre ambas épocas es que la primera fuga de directivos ocurrió pasados los años y la segunda ha ocurrido pasados los meses. Estamos en el laportismo acelerado.
Por otro lado, Laporta nunca ha ocultado que lo suyo es un proyecto carismático y que el socio le votó básicamente a él. Que achicharre contrapesos no debería sorprender a ningún directivo a estas alturas.
Otros tics del pasado laportista quizá sean más inquietantes. Pasado su primer mandato, Laporta admitió en sede judicial haber cobrado una comisión de 10,5 millones de euros de un rocambolesco negocio entre el Barcelona, el bufete de abogados de Laporta y Uzbekistán. Bayram Tutumlu, agente turco que engrasó la conexión con Uzbekistán pero acabó enfrentado a Laporta por una comisión impagada, describió así sus pecadillos: "Laporta está obsesionado por el dinero. Donde lo ve, aunque sea dentro de una piscina llena de tiburones, se tira". Los críticos con Laporta indican ahora que detrás del fichaje de Lewandowski está un agente (Pini Zahavi) que fue socio de Laporta; ahora bien: ¿quién no quiere que el mayor goleador de Europa juegue en tu equipo?
Estamos viviendo, por tanto, la versión más churrigueresca del laportismo. Si en su primera presidencia vivió rápido, ahora viaja a la velocidad de la luz. Laporta ha decidido devolver la fiesta al Camp Nou por las buenas o por las malas. Puede que el Barcelona acabe en llamas, puede que gane la Champions o puede que ocurra todo eso a la vez; lo único seguro es que con Laporta nunca nos vamos a aburrir.
Joan Laporta entra en la sede del 'New York Times' vestido con una americana de lino y una camiseta del Barça debajo. Ha venido a hacer una entrevista, Laporta posa dentro sin americana, mirando al 'skyline' neoyorquino, luciendo una camiseta del Barça con el número 9 y su nombre detrás, Laporta, como plasmó el fotógrafo del 'New York Times'. Pasó a principios de mes.
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