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La dura historia de Bruno Rodríguez: de jugar en PSG, Mónaco y Rayo a perder una pierna
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POR LA CORTISONA

La dura historia de Bruno Rodríguez: de jugar en PSG, Mónaco y Rayo a perder una pierna

El futbolista francés se retiró a los 33 años por culpa de los dolores que arrastraba en su tobillo; varios años después, ha decidido amputarse la pierna que tantas veces se infiltró

Foto: Bruno Rodriguez, en su etapa en el PSG. (L'Equipe)
Bruno Rodriguez, en su etapa en el PSG. (L'Equipe)

El deporte de élite no siempre es tan bonito como lo pintan. En muchas ocasiones, los aficionados nos quedamos con lo superficial: el dinero, la fama, el lujo y todo lo que conlleva ser deportista de alto nivel mientras se ganan importantes cantidades de dinero haciendo el oficio que más le gusta uno. Sin embargo, también existe una cara B menos explotada: el trabajo, el esfuerzo, el sacrificio, el entrenamiento constante… y, por supuesto, sin tener en cuenta el mundo de los jugadores más humildes, con los que esta situación crece exponencialmente.

Muchas veces, los deportistas se exponen a riesgos físicos realmente elevados por intentar seguir brillando en su profesión y, sobre todo, no defraudar al aficionado, que siempre espera más de él. Son numerosos los deportistas que, a pesar de sufrir lesiones o problemas físicos, luchan contra el dolor y su propia integridad física para continuar jugando. Es el caso de Bruno Rodriguez, exjugador del Rayo Vallecano o el PSG, entre otros clubes, y que, ahora, unos años después de retirarse, ha comprobado el 'premio' a tanta exigencia física.

Foto: Rafa Nadal, en una rueda de prensa que ofreció en Mallorca. (EFE/Cati Cladera)

Bruno Rodrriguez fue un delantero francés que vivió buena parte de su vida en la Ligue 1. Se trataba de uno de esos jugadores con mucho gol y cualidades suficientes como para ser indiscutible allá donde jugaba, pero al que le gustaba moverse y probar nuevas experiencias de manera constante. Así, en sus casi dos décadas como profesional, pasó por clubes como el Mónaco, el Bastia, el PSG, el Lens o el Metz, amén de contadas experiencias en el exterior como el Bradford de Inglaterra o el Rayo español. Pero escondía un 'secreto'.

Vivía sus primeros años como profesional, en el Bastia, cuando durante un partido sufrió una lesión en su tobillo derecho. En principio, no parecía un problema demasiado grave Y, por ello, no dudó en forzar. Pese al dolor que sentía en la articulación, y a sabiendas de que no era una lesión excesivamente complicada, decidió infiltrarse para seguir jugando y no perder el puesto en el equipo. Lo que Bruno Rodriguez no sabía es que, esa fatal decisión, le llevaría a condenar su carrera y, algunos años después de su retirada, a perder su pie.

Aquella decisión de forzar e infiltrarse provocó que el daño del tobillo se convirtiera en irreparable y las torceduras fueran habituales, por lo que tuvo que recurrir de manera habitual a la cortisona que ocultaba su dolor y le permitía entrenar y jugar con relativa normalidad. Sin embargo, en sus últimos años de carrera, empezó a comprobar que ni siquiera la infiltración evitaba su dolor, lo que le impedía jugar: de hecho, en el Rayo Vallecano, donde jugó solo una temporada, tan solo puedo participar en dos partidos en los que disputó un total de 39 minutos.

A los 33 años y consciente de la situación, decidió anunciar su retirada. Pero para su pie era demasiado tarde. El dolor cada vez iba a más, no conseguía controlar el problema ni encontrar ninguna solución. De hecho, tras su retirada, llegó a pasar por quirófano hasta en doce ocasiones en busca de una solución. El problema era grave: la cortisona que se había inyectado de manera habitual cuando era jugador había acabado con el cartílago y eso, le provocaba constante dolor en situaciones tan habituales como caminar, agacharse o simplemente tener el pie estirado en la cama.

Así cuenta su drama a 'L'Equipe': "Cuando jugaba, tenía muchas torceduras de tobillo. Siempre quise jugar, tanto los pequeños como los grandes partidos. La cortisona que me inyectaron, se sabe, corroe el cartílago, y si no hay más cartílago, chirría por dentro. Nosotros, como futbolistas, no somos conscientes de las consecuencias", explica. "No tenía autonomía. Mi esposa tenía que lavarme. Si tuviera que quedarme como estaba antes, no habría durado mucho. Me alivia seguir adelante y ver qué sucede. Me preparé psicológicamente junto a mi esposa. A mis hijos les costó un poco más, pero ahora me ven bien", confiesa el exjugador.

"Puedes decirte a ti mismo 'joder, lo que era y en lo que me he convertido', pero entre el dolor del miembro fantasma y poder caminar en un futuro, me arriesgo. O te rindes y te hundes, o sigues adelante. Y yo sigo adelante", asevera. Ahora, a sus 49 años, sabe que su vida ha cambiado radicalmente: de jugar casi dos décadas en primera división a tener que decidir amputase la pierna para no tener dolor en su día día. La cara B del deporte y los problemas de llevar al límite al cuerpo.

El deporte de élite no siempre es tan bonito como lo pintan. En muchas ocasiones, los aficionados nos quedamos con lo superficial: el dinero, la fama, el lujo y todo lo que conlleva ser deportista de alto nivel mientras se ganan importantes cantidades de dinero haciendo el oficio que más le gusta uno. Sin embargo, también existe una cara B menos explotada: el trabajo, el esfuerzo, el sacrificio, el entrenamiento constante… y, por supuesto, sin tener en cuenta el mundo de los jugadores más humildes, con los que esta situación crece exponencialmente.

Muchas veces, los deportistas se exponen a riesgos físicos realmente elevados por intentar seguir brillando en su profesión y, sobre todo, no defraudar al aficionado, que siempre espera más de él. Son numerosos los deportistas que, a pesar de sufrir lesiones o problemas físicos, luchan contra el dolor y su propia integridad física para continuar jugando. Es el caso de Bruno Rodriguez, exjugador del Rayo Vallecano o el PSG, entre otros clubes, y que, ahora, unos años después de retirarse, ha comprobado el 'premio' a tanta exigencia física.

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