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Miguel Pardeza: "No entiendo por qué es noticia que un jugador lea un libro"
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Licenciado en Filología Hispánica

Miguel Pardeza: "No entiendo por qué es noticia que un jugador lea un libro"

Dejó su pueblo para jugar en el Madrid a los 14 años. Integró La Quinta del Buitre y, aunque no triunfó en la capital, encontró su sitio en Zaragoza, donde ganó la Recopa de Europa

Foto: Miguel Pardeza, durante su etapa como director deportivo del Real Madrid. (EFE/Víctor Lerena)
Miguel Pardeza, durante su etapa como director deportivo del Real Madrid. (EFE/Víctor Lerena)

Miguel Pardeza (La Palma del Condado, Huelva, 1965) era feliz en su pueblo hasta que a los 14 años se marchó a Madrid. Tanto los blancos como los culés estuvieron interesados en su fichaje, pero optó por la capital. Allí llevó una vida bastante rutinaria y compaginó los estudios con la práctica deportiva.

Fue uno de los integrantes de La Quinta del Buitre, aunque el que menos tiempo pasó en primer equipo del Madrid (dos temporadas). En cambio, en Zaragoza se enamoró de la ciudad y fue correspondido por la afición. Allí ganó una Copa del Rey y una Recopa de Europa, que él mismo levantó como capitán.

El onubense siguió ligado al fútbol tras su retirada. Primero, como secretario técnico del Zaragoza. Luego, como director deportivo del Madrid. Desde 2014, no ha vuelto a los despachos. Ahora se dedica a "leer y a escribir" debido a su pasión por la literatura. De hecho, ha publicado en su vida dos libros, 'Torneo' (Malpaso, 2016) y Angelópolis (2020, Renacimiento).

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PREGUNTA. ¿Cómo fue el cambio de La Palma de Condado a Madrid?

RESPUESTA. Fue una experiencia de sentimientos encontrados. Por un lado, la expectativa por lo que iba a vivir. Por otro, la pena por todo lo que dejaba atrás. Abandonar mi casa, la seguridad familiar, la tranquilidad de un pueblo fue uno de los grandes pasos que he dado en mi vida. Me instalé en Madrid, ciudad que para mí era infinita comparada con las calles y los parques en los que me había movido de niño. Además, aquella época se parece muy poco a la actual. Entonces tenía 14 años, muy pocos para encajar tanto cambio de manera serena.

P. ¿Recuerda cuándo empezó a jugar al fútbol?

R. Tendría cuatro o cinco años. En el pueblo había pocas alternativas.

P. ¿Le asustó el cambio de un pueblo a la capital?

R. Menos de lo que debería, imagino que gracias a la inconsciencia que conlleva todo entusiasmo excesivo. Tampoco me paré mucho a pensarlo. Sería más tarde cuando reparé en la decisión que había tomado. Estaba en una gran ciudad que obligó al niño que era a pensar como un adulto si quería sobrevivir. Allí me moví por mi cuenta, compartí vida con otros jóvenes de provincias en una pensión… Por aquel entonces, el club no tenía residencia como ahora. No sé si aquella experiencia me sirvió para forjar mi carácter, pero estoy seguro de que mucho de lo que viví entonces se me grabó a fuego.

P. ¿Cuántos chavales llegaron a futbolistas de aquellos con los que coincidiste en la pensión?

R. Ochotonera, Chendo, Jesús Solana… Aragón, que llegó más tarde. Hay que tener en cuenta que esta profesión está al alcance de pocos. Y, dadas las exigencias, son muchos más los que se quedan en el camino que los que terminan haciendo carrera profesional.

placeholder De izquierda a derecha, Butragueño, Míchel, Martín Vázquez, Pardeza y Sanchís antes de recibir el Premio Internacional del Deporte de la Comunidad de Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez)
De izquierda a derecha, Butragueño, Míchel, Martín Vázquez, Pardeza y Sanchís antes de recibir el Premio Internacional del Deporte de la Comunidad de Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez)

P. Usted llegó a una ciudad en efervescencia por los cambios. ¿Cómo era el día a día?

R. Organizado y sistemático, casi monótono, al menos durante los cuatro primeros años. Por la mañana estudiaba y por la tarde iba al entrenamiento. Los fines de semana competía. Tenía tiempo para estar solo, pero no para distracciones contraproducentes. Hablamos de un país y una época en la que solo había dos cadenas de televisión, las redes sociales eran ciencia ficción, en la pensión solo había un teléfono… Esas limitaciones hicieron que me refugiara en la literatura y la escritura. Todo el vacío de aquella etapa formativa traté de llenarlo con libros. Nunca me he arrepentido.

"Todo el vacío de aquella etapa formativa traté de llenarlo con libros"

P. El Barcelona también se interesó en usted. ¿Por qué eligió al Madrid?

R. Quiero pensar que era mi destino, si es que existe el destino. Además, tenía la intuición de que allí me formarían como jugador no menos que como persona.

P. ¿Volvía mucho por el pueblo?

R. No, la mayor parte del tiempo estaba en Madrid. Iba solo en Navidad y en verano.

P. ¿Quién era su referente en el fútbol?

R. A juzgar por los álbumes que tengo en casa de mis padres, supongo que Johan Cruyff. Quien tenga memoria recordará lo que era el astro holandés en los 70, la dimensión mediática que suscitaba su mera figura. Un ídolo en toda regla. Nada que envidiar a lo que luego supondrían Diego Maradona y en la actualidad Cristiano Ronaldo.

P. ¿Quién le parece el mejor de la historia?

R. Pese a que no lo vi jugar nunca en directo, apostaría por Alfredo Di Stéfano. Quizás el jugador más completo que haya habido nunca, si hacemos caso a sus biógrafos que aseguran que en un campo hacía de todo, y que todo lo hacía bien. Por no hablar de su indiscutible liderazgo fuera de lo común. El Real Madrid de hoy y de siempre no se entiende ni entenderá sin su espíritu, un espíritu que dejó grabado en la entidad madridista como una seña de identidad.

P. Fue el entrenador con el que debutó en el Madrid. ¿Cómo era don Alfredo?

R. Lo recuerdo como un hombre que rebosaba carisma. Y hombre de apariencia hosca, pero tremendamente cariñoso en el fondo. Personalmente, le debo mi debut en el Madrid. La Quinta del Buitre le debe parte de su existencia. Sería difícil pensar en ese grupo sin su valentía. Es verdad que aquella generación pedía paso a gritos, pero en todo nacimiento se necesita a alguien que ayude en el parto.

placeholder Di Stéfano, Ronaldo Nazario y Florentino Pérez. (Reuters)
Di Stéfano, Ronaldo Nazario y Florentino Pérez. (Reuters)

P. Usted debutó en enero de 1984 ante el Espanyol (2-1). ¿Qué recuerda de aquel día?

R. Mi único objetivo cuando con 14 años llegué a Madrid era dar el salto al primer equipo. Cuando lo conseguí, ese sueño quedó cumplido en parte, ya que aún quedaba lo más difícil: afianzarse. Pero debutar, para qué negarlo, es en sí mismo un verdadero triunfo para cualquier canterano.

P. En 1985, usted se fue cedido al Zaragoza. ¿Por qué ese destino?

R. Porque era uno de los equipos más atractivos de la Liga y jugaban muy bien al fútbol. Además, la ciudad era extraordinaria, como luego tuve ocasión de comprobar. Mantenía vínculos cercanos con el Madrid. De hecho, siempre había habido trasvase de jugadores de un equipo a otro. En definitiva, era la mejor opción para continuar con mi carrera.

P. Fueron 11 temporadas en el club. ¿La química con la ciudad fue a primera vista?

R. Sí, estuve allí muchísimos años. Me integré en la ciudad, hice amigos que aún conservo. Mis hijos nacieron allí. Llegué a la Selección absoluta, gané títulos. Actualmente, es complicado pasar tanto tiempo en el mismo equipo. Entonces no lo era. Por si todo esto fuera poco, tuve la suerte de coincidir con jugadores buenísimos que hicieron posible una de las etapas más brillantes del club. No podía pedir más.

P. En paralelo, usted estudió Filología Hispánica. ¿Cómo compaginó la carrera con la vida de deportista de élite?

R. Con absoluta normalidad. A mí no me suponía ningún esfuerzo dedicar horas a estudiar y a hacer una carrera. Era cuestión de organizarse, de tener voluntad. Nunca pensé que el fútbol profesional y los estudios fueran incompatibles. O así lo pensaba yo. Empecé en Derecho, pero luego acabé licenciándome en Filología Hispánica.

"Estudié filología para aunar mi pasión con algo más académico"

P. ¿Salió escaldado de Derecho?

R. Lo dejé en cuarto con alguna asignatura de quinto aprobada. Pero llegó un momento en el que me di cuenta de que tantas leyes y códigos superaban mi paciencia y desafiaban mi aburrimiento. Por otro lado, ya estaba bastante infectado de literatura. Así que traté de darle a mi afición una posible salida académica.

P. ¿Usted se doctoró en Literatura?

R. Tras la licenciatura, hice el CAP (Curso de Adaptación Pedagógica), que se exigía para dar clase, y cursé dos años de doctorado que me valió otro título: DEA (Diploma de estudios avanzados). Mientras tanto y bastante después trabajé en mi tesis, en total tres años dedicado a la figura y la obra César González-Ruano. Sin embargo, antes de leer la tesis ante un tribunal, la publiqué casi en su totalidad. Y ahí quedó la cosa.

P. He leído que, cuando era un niño, iba a la biblioteca del pueblo para alimentar su voracidad lectora.

R. En mi casa había muy pocos libros. Sin embargo, tuve la suerte de que en esos años abrieron una biblioteca en mi pueblo, cerca de mi casa. Lo que me permitió, por ejemplo, leer cómics. Recuerdo a 'Astérix y Obélix'. Luego llegaron los superhéroes de Marvel, y de ahí pasé a Emilio Salgari, Conan Doyle, Agatha Christie...

placeholder Pardeza se licenció en Filología Hispánica. (EFE/Zipi)
Pardeza se licenció en Filología Hispánica. (EFE/Zipi)

P. Usted tiene en su casa 15.000 libros. ¿Los ha leído todos?

R. No, qué va. Ya me hubiera gustado. Pero por desgracia tengo más sin leer que leídos. En mi descargo, diré que esa tarea está al alcance de pocos. Por lo demás, hay libros que uno ha comprado solo para consultarlos, ojearlos, por mera curiosidad lectora. Por no referirme a los muchos que empecé y abandoné. No creo ser una excepción. Cualquiera que tenga una biblioteca personal considerable podrá decir más o menos lo mismo.

P. Aunque no la leyó, usted hizo la tesis sobre César González-Ruano. ¿Por qué él?

R. Porque me interesaba todo lo relacionado con el personaje. Se había escrito bastante sobre él, casi siempre más mal que bien, pero todo o casi en periódicos, memorias o semblanzas. Poco o nada desde un enfoque académico. Por otro lado, tuve la suerte de contar con buenos amigos que me orientaron y la impagable de contactar gracias a Agustín Sánchez Vidal con Pablo Jiménez, director de la fundación cultural Mapfre, donde dormía el legado del escritor. Es decir, todo se confabuló para darme la oportunidad de publicar miles de páginas de Ruano, lo que tenía que ser mi tesis. Me pasé tres años inolvidables escondido en la Hemeroteca de Madrid desempolvando artículos ruanescos desde 1925 hasta 1965, año en que murió, disfrutando y leyendo viejos textos que pasaba con dedos sucios de tinta.

P. Usted escribió en los medios. ¿Se puede justificar en esa fascinación por el personaje?

R. No, yo ya me había iniciado en las colaboraciones periodísticas mucho antes. En 'El País' durante el Mundial de 1990. Más tarde en 'El Mundo', 'ABC' y 'Diario 16'. Al mismo tiempo firmaba reseñas sobre libros y miniensayos en revistas como 'El Bosque', que dirigió mi buen amigo Javier Barreiro, y en suplementos culturales de diarios aragoneses, siempre dirigidos por otro gran amigo: Antón Castro.

P. ¿Cómo se veía en el vestuario que usted colaborara en la prensa?

R. Con normalidad. Seguramente, a algunos les parecería bien, a otros no lo sé. En cualquier caso, en el vestuario reinaba la tolerancia y nadie se metía con los 'vicios' de los otros (risas).

P. ¿Quién cree que es el mejor escritor español actual?

R. No me atrevería a lanzar nombres de manera categórica. Hay escritores que me gustan muchísimo. En todo caso, soy de los que piensan que la literatura española goza en estos momentos de muy buena salud.

P. ¿Cuáles son sus autores de referencia?

R. Leo de todo. Pero cómo no acordarme de Borges, en lo que me temo no soy nada original. Pero lo que está claro es que quizá no haya en la historia literaria un ciego que haya iluminado el camino de tantos escritores. Por otro lado, podría mencionar nombres para mí muy queridos: Chesterton, Rubén Darío, Cioran, Quevedo, Valle-Inclán, Onetti, Mann, Faulkner… Son tantos que para qué continuar.

"El fútbol no es ni más ni menos vulgar que otras ocupaciones de los hombres"

P. Ha citado a Borges. Él escribió que "el fútbol es popular porque la estupidez es popular"…

R. No insistiré mucho en que no puedo estar más en desacuerdo con el genio argentino. Además, ser un genio no significa que se lleve razón en todo. Como tantos superdotados, Borges no era ajeno al narcisismo de dárselas de provocador. Doy por hecho, por otro lado, que para un argentino, tierra de pasiones futboleras casi sobrenaturales, meterse con el fútbol debía de proporcionar un placer añadido. En esto, Borges se alineó con otros intelectuales para los que el fútbol era una expresión cultural regida por la vulgaridad y la chabacanería. En el otro extremo estaba Camus. Para qué extenderme. Criticar el fútbol ha sido un lugar común, que quizás esté de paso. En fin, el fútbol puede ser un deporte, un negocio, una religión pagana, lo que quieras. Pero ¿vulgar? No más ni menos que otras ocupaciones de los hombres.

placeholder Jorge Luis Borges es uno de los autores de referencia de Pardeza. (Imagen de archivo)
Jorge Luis Borges es uno de los autores de referencia de Pardeza. (Imagen de archivo)

P. ¿Por qué hay tantos prejuicios hacia los futbolistas a nivel social?

R. No lo sé, supongo que por razones diversas, algunas comprensibles. Otras acaso más oscuras o indefendibles. No lo sé. Según lo veo, un futbolista es un especialista mimado por muchos, odiado o ridiculizado por otros. Pero no deja de ser un joven que cumple con su designio, con su pasión o su vocación, como tanta otra gente. Que la sociedad le haya reservado un lugar de opulencia y renombre no es tanto culpa suya como de la misma sociedad. Dicho lo cual, visto de cerca un futbolista es un tipo de lo más normal, como lo podría ser ese colega de los billares con el que te juegas unas cervezas o ese compañero del colegio con el que te fumaste el primer cigarro en un parque.

P. ¿Cómo llevó usted la fama los primeros años?

R. Con mucha naturalidad. En muchos momentos, era inevitable estar privado de intimidad. Realmente, no le di más importancia de la que tenía. Ni intenté agobiarme más de lo que debía. Por otro lado, tuve la suerte de jugar en una época en la que no había redes sociales. Por tanto, la atención y la vigilancia eran menores que ahora. El famoso de antes se movía en un ámbito de libertad inimaginable hoy día.

P. ¿Qué papel jugó La Quinta del Buitre en los años de cambio en España?

R. En el deporte, en el fútbol, creo que de cierta relevancia. Fue parte de los aires nuevos que se extendieron por el país, tras la larga dictadura.

"El artículo de Julio César Iglesias fue como una carta de presentación fundacional"

P. ¿Ustedes se esperaban aquel artículo de Julio César Iglesias?

R. No. Esas cosas simplemente pasan. Fue un artículo que caló y que significó mucho. Éramos jóvenes que queríamos jugar al fútbol, merecer estar en el vestuario del primer equipo, hacernos un hueco en la élite. El artículo de Julio César fue como una carta de presentación fundacional, ahí nos colamos solo cinco, pero podrían haber estado algunos más.

P. ¿Quién fue el mejor de ustedes?

R. Butragueño. Éramos un defensa, dos centrocampistas y dos delanteros. Emilio era un jugador totalmente distinto al resto. Quizá porque su escuela tuvo más calle que la de los demás. Venía curado de espanto. Todos eran buenos, muy buenos, diría, pero me quedo con él entre otras razones porque le puso nombre al grupo. Dicho lo cual, Michel, Martín Vázquez, Sanchís eran palabras mayores.

P. Ha citado a Míchel. ¿Por qué lo acompañó esa fama de chulo?

R. No sé, ¿porque era alto, guapo (risas)…? Fue un grandísimo futbolista, uno de los jugadores más elegantes que estos ojos han visto.

placeholder Míchel, en su segunda etapa como entrenador del Getafe. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Míchel, en su segunda etapa como entrenador del Getafe. (EFE/Rodrigo Jiménez)

P. ¿Qué le faltó a ese Madrid para ganar la Copa de Europa?

R. Quizás un poco de suerte, porque el equipo tenía talento y talla suficiente para haber ganado una Copa de Europa. Estuvo cerca de conseguirlo en varias ocasiones, sobre todo una en particular. Estaba claro que no tocaba. Por si fuera poco, ya al final irrumpió el Milan de Sacchi, que lo terminó de complicar todo con aquel fútbol moderno que parecía venir del futuro.

"La gente aún tiene en el corazón a La Quinta a pesar de no ganar la Champions"

P. A esa generación, sin embargo, se la recuerda todavía.

R. Sí, el fútbol es a veces sorprendente. Pero es curioso y digno de agradecer que, a pesar de que el equipo no ganó la Copa de Europa, la gente lo tenga todavía en el corazón. No sabría decirte si esto es mejor que ganar una Copa de Europa. Conformémonos con pensar que cada uno hace historia desde el lugar que le corresponde.

P. Usted estuvo cedido en el Zaragoza, regresó al Madrid y luego se marchó de nuevo. ¿Se cansó de esperar su oportunidad?

R. No, no. Sencillamente uno era un joven impaciente, inquieto y muy consciente de que el fútbol duraba poco. Tenía por delante a Hugo Sánchez y a Butragueño y sabía que sería complicado ser titular. Entre la opción de ser una eterna promesa, un suplente o irme para jugar todos los domingos, elegí la segunda. Como cualquiera, quería tener mis horas de gloria. Y Zaragoza me las dio. Lo cierto es que fue una etapa maravillosa; jugamos tres finales de Copa del Rey, ganamos dos, y alzamos la Recopa de Europa.

P. Ha citado a Hugo Sánchez. ¿Le parece el mejor delantero centro de la historia?

R. Ha sido un grandísimo delantero, sin lugar a dudas. No sé qué haría en esta época. Como tampoco sé cómo lo haría Messi en la nuestra. Si no me engaño, el fútbol de antes era más agresivo. Bastaría con recordar lo que le pasó a Maradona en el Mundial de España y aquel marcador italiano, Gentile. Las comparaciones son siempre odiosas. Pero no creo estar muy descaminado si afirmo que Hugo ha sido uno de los mejores delanteros centro de todos los tiempos.

P. ¿Cómo hizo para manejarse en un fútbol tan físico y agresivo con su baja estatura?

R. Pues como podía (risas). Imagino que donde no llegaba mi físico lo intentaba con la picardía o la intuición. Los deportes de élite te ponen a prueba en cada combate. Había que adaptarse con la vista puesta en explotar las virtudes y ocultar los defectos.

P. En aquel equipo coincidió con Valdano. ¿Las conversaciones eran de todo menos de fútbol?

R. No, fundamentalmente eran de fútbol. De hecho, sigue hablando de fútbol, lo que hace verdaderamente bien. Además, lo hace procurando rehuir tópicos, desde la razón. Por lo demás, es cierto que Jorge es un hombre leído con el que se puede hablar de todo.

placeholder Jorge Valdano fue compañero de Pardeza en el Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Jorge Valdano fue compañero de Pardeza en el Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez)

P. ¿Intercambió alguna vez libros en un vestuario?

R. No. Siempre mantuve separada mi profesión de mi afición. Nunca me consideré un profesional de la literatura. Ni entiendo por qué es noticia que un jugador lea. Yo fui un profesional dedicado al fútbol en cuerpo y alma. Lo que no me impedía sacar tiempo libre para leer y abrirme otros horizontes. Nunca fui a un vestuario a hablar de literatura.

P. En la Selección usted jugó solo cinco partidos. ¿Qué le faltó para tener más continuidad?

R. No lo sé. Quiero suponer que me faltó tiempo, porque entré en ella casi al final de la fase de clasificación del Mundial de 1990. Finalmente, entré en los convocados para el Campeonato del Mundo. Cuando este acabó, llegó otro seleccionador que consideró que algunos no teníamos que continuar.

"En nuestra época, el fútbol español no fue capaz de explotar todo lo que tenía"

P. ¿Qué le faltaba a la Selección antes del ciclo ganador de Luis Aragonés y Vicente del Bosque?

R. Supongo que el contexto, en el que había otras selecciones más fuertes que la española. Eso sí, jugadores buenos ha habido en todas las épocas. El éxito o el fracaso de un grupo no siempre lo determina la calidad. Hay que decir que la generación de Casillas, Xavi, Iniesta… era brillante. Sencillamente, en nuestra época, el fútbol español no fue capaz de explotar todo lo que tenía.

P. El gran éxito de su etapa en el Zaragoza fue la Recopa de 1995. ¿Qué recuerda de aquel día?

R. Fue uno de mis grandes momentos como futbolista, junto con mi debut en el Madrid, en la Selección, ir a un Mundial… Y recuerdo, sobre todo, las caras de la gente, que se movían entre la incredulidad, la suprema alegría, la infinita gratitud.

P. Usted fue secretario técnico del club. ¿Qué tal la experiencia?

R. Bien, me permitió conocer el fútbol desde otro ámbito completamente distinto, que no tiene nada que ver con el juego puro y duro. Desde luego, es mucho más divertido jugar que estar en una mesa tomando decisiones.

placeholder Kaká fue uno de los fichajes de Pardeza como director deportivo. (EFE/Ballesteros)
Kaká fue uno de los fichajes de Pardeza como director deportivo. (EFE/Ballesteros)

P. También fue director deportivo del Madrid, entre 2009 y 2014. En su primer verano llegaron Cristiano, Kaká, Benzema…

R. Personalmente, fue un cambio que me lo cambió todo, valga la redundancia. La invitación del Madrid era irrechazable. Tuve la oportunidad de participar en una organización con dimensiones extraordinarias en todos los sentidos. Crecí personalmente. Y quiero pensar que ayudé en la medida de mis fuerzas a los objetivos del club.

P. ¿Cómo es Florentino Pérez?

R. Un hombre muy inteligente y un gran gestor, con las ideas muy claras.

P. ¿Cuántos autógrafos ha firmado en el último mes?

R. Creo que ninguno (risas).

Miguel Pardeza (La Palma del Condado, Huelva, 1965) era feliz en su pueblo hasta que a los 14 años se marchó a Madrid. Tanto los blancos como los culés estuvieron interesados en su fichaje, pero optó por la capital. Allí llevó una vida bastante rutinaria y compaginó los estudios con la práctica deportiva.

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