El ático de Luis Rubiales en Ferraz: del embargo al lujo en cinco años
El presidente de la Federación Española de Fútbol, que ha adquirido recientemente una icónica propiedad en el centro de Madrid, se beneficia de un jugoso convenio sin precedentes y le cuesta a la institución más del triple que Ángel María Villar
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Terraza de 100 metros, piscina privada y dormitorios en formato ‘suite’. El presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, adquirió esta primavera un ático de lujo en la calle Ferraz, a pocos metros de la sede del Partido Socialista Obrero Español (del que su padre fue alto cargo en Andalucía durante décadas). La compraventa, cifrada en aproximadamente 1.900.000 euros y negociada con la conocida inmobiliaria Gilmar—, llega meses después de que Rubiales y su junta directiva consensuaran una reforma jamás vista en la historia del fútbol español: establecer una comisión del 0,15% para todo euro que entre en la federación: ingresos totales anuales liquidados, excluidas las subvenciones públicas.
La disposición, que tuvo escasa repercusión mediática, fue anunciada en octubre pasado a la asamblea de la RFEF en un lenguaje ambiguo, como si fuese una medida de contención salarial: las comisiones que se fijó Rubiales nada más llegar a la presidencia (el 0,6% de los contratos, con un límite del 0,175% del presupuesto anual) se reducían al 0,15%. Pero en realidad se trataba de un aumento de estos novedosos bonus: las comisiones ya no se aplicarían solo a los patrocinios (aproximadamente un 25% de los ingresos federativos), sino a todo euro que entre en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas.
De ‘obrero del fútbol’ a propietario de lujo, la travesía vital de Luis Rubiales estuvo a punto de ser condecorada este verano por una final de Eurocopa en su segunda comparecencia en un gran campeonato (mucho más digna e ilusionante que aquel esperpéntico Mundial de 2018). A pesar de perder en semifinales, el notable rendimiento de la Selección de Luis Enrique le otorgará 34.000 euros más a finales de este ejercicio: el 0,15% de los aproximadamente 23 millones que obtuvo la Federación por llegar a la penúltima ronda.
La nueva prosperidad económica del exfutbolista granadino compensa años de esfuerzo y apuros: el hoy presidente de la mayor federación deportiva de España llegó a tener serios aprietos económicos en la década pasada, hasta el punto de ser embargado en 2016 por Hacienda debido a una deuda procedente de 2008, año en el que ‘Pundonor’ Rubiales abandonó el Levante, club entonces arruinado, y prácticamente el fútbol.
El futbolista tenía entonces 30 años. Debilitado posteriormente por un costoso divorcio, el también abogado encontró refugio primero en el sindicato de futbolistas (AFE), donde tras ganar la presidencia en 2010 se puso un sueldo que estaba prohibido por los estatutos (eran 570.000 euros al año en total para siete personas). Los dirigentes fueron demandados por presunta apropiación indebida, pero el juez desestimó la denuncia.
Rubiales permaneció en la presidencia del sindicato siete años (una época dura, de crisis económica nacional y con el foco de la Agencia Tributaria del ministro Montoro puesto en los clubes profesionales y sus futbolistas). Por su cargo, entró inmediatamente en la junta directiva de la federación y estuvo siempre cerca de Ángel María Villar, hasta que con el paso del tiempo empezó a ser considerado su delfín. Un día de verano de 2017, mientras cenaba en Nueva York con David Villa y otras personas, Rubiales recibió una llamada desde Madrid: “Villar ha sido detenido. Cógete el primer vuelo”.
El todavía sindicalista regresó inmediatamente a la madre patria y tomó distancia instantánea de su mentor, lanzado a la hoguera por la pena del telediario. Empezó a viajar por España calibrando apoyos, con pocos recursos —un poco a la manera del presidente, Pedro Sánchez, cuando reconquistó el PSOE—. Se comenta que pidió alguna ayuda a sus amigos para poder completar el proceso: solo un año antes, le habían embargado un solar de 1.000 metros en el municipio granadino de Las Gabias para responder por una deuda impagada de 152.000 euros (más intereses). “Sus amigos pagaban los bocadillos”, resume una persona que vivió esa campaña electoral muy de cerca.
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Rubiales se enfrentó en las elecciones de 2018 a Juan Luis Larrea, tesorero de Villar, y ganó con claridad al representante del ‘establishment’. Pero las elecciones importantes eran las siguientes, en las que Javier Tebas y LaLiga habían encontrado por fin a un candidato de garantías: Iker Casillas. El aspirante, sin embargo, se retiró de la lucha antes de empezar, persuadido por sus conversaciones con las altas esferas políticas de que su causa no iba a prosperar (hubiese necesitado un apoyo gubernamental decisivo) en unas elecciones dominadas por federaciones territoriales y un sistema clientelar firmemente arraigado. El sanchismo no apoyaba a Casillas: refrendaría el linaje socialista y sindical del exfutbolista granadino.
El chollo árabe
Una de las decisiones más polémicas de Rubiales tras aterrizar en la RFEF —dejando aparte el caso Lopetegui— fue el traslado de la Supercopa de España a Arabia Saudí (un país que no encarna sobre el papel los 'valores' habitualmente defendidos por el presidente de la federación, pero es uno de sus mejores aliados). El negocio original era de 120 millones por tres años, pero fue posteriormente prorrogado hasta 2029: unos 300 millones más en los próximos ocho años. En total, la cifra oficial se acerca a los 425 millones. Una simple regla de tres ofrece el beneficio para el dirigente granadino: casi 650.000 euros por llevar el tercer torneo más importante de España al lejano paraíso saudí hasta la próxima década.
Baile de patrocinadores
La decisión de poner comisiones nada más llegar a la presidencia (optimizadas, como se ha explicado, el pasado mes de octubre) sorprendió entonces a algunos de sus pares federativos, aunque nadie alzó la voz. Tampoco gustó a los departamentos de cumplimiento normativo de algunos ‘sponsors’ de las diferentes selecciones españolas, sorprendidos porque “ya no se patrocinase solo a la federación, sino también al presidente”, en palabras de un conocido especialista en ‘compliance’.
La empresa electrónica coreana LG se retiró discretamente de la federación a finales de 2018. Jamás ha relacionado públicamente su decisión con el polémico acuerdo: aducen “divergencias económicas”, a preguntas de este periódico. Su marcha preocupó en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, dado que una posible explicación oficial hubiese supuesto un grave problema de reputación. Otras empresas destacadas plantearon también objeciones, pero no hubo crisis en la RFEF, que presume de ampliar su presupuesto cada año y que en los últimos tiempos ha añadido a su nómina a varios patrocinadores nuevos, como la alicantina Finetwork o la empresa turca de Blockchain Bitci.
CaixaBank también terminó este verano (cuando lo hizo la Eurocopa) su vinculación con la RFEF, como ha podido confirmar este periódico. La federación se ha puesto ya en contacto con entidades competidoras como el Banco Santander, Ibercaja o Bankinter.
El caso Adidas
Rubiales mantuvo también un enfrentamiento con Adidas, su principal patrocinador, cuando en mayo de 2019 anunció que rompía su acuerdo “tras meses de infructuosas conversaciones". El contrato, como explicó entonces Kike Marín en El Confidencial, tenía vigencia hasta 2026 y había sido firmado cuando él era directivo de la federación, presidida entonces por Ángel María Villar. La empresa alemana respondió que no había “motivo alguno” que justificase “la resolución que pretende la RFEF” y avisaba de que tomaría, llegado el caso, “las medidas necesarias para la defensa de sus derechos".
Tras meses de negociaciones, el acuerdo fue ampliado hasta 2030 (por alrededor de 18 millones de euros anuales). Rubiales consideraba que las selecciones podían dar más dinero y blandía como argumento una decena de ofertas diferentes. La firmeza de Adidas (que ya había conseguido 50 millones en un caso similar de ruptura unilateral con el Chelsea) reprimió la ambición federativa, pero el nuevo acuerdo entró en el convenio, con sus correspondientes comisiones. Después, la federación siguió haciendo caja y diversificó su oferta de indumentaria deportiva: Joma pasó a patrocinar el fútbol-sala, y la firma italiana Macron viste a los árbitros.
Puesto que el presupuesto previsto de la RFEF en 2021 es de 357 millones de euros, con ingresos anunciados por patrocinios de 80 millones, las comisiones del presidente podrían acercarse este año al medio millón de euros. A ello habría que sumar sus 160.000 euros de salario anual y los aproximadamente 250.000 que recibe en calidad de vicepresidente de la UEFA. Además de esto, la federación mantiene su ayuda de aproximadamente 3.000 euros mensuales al presidente para que viva en Madrid —curiosamente, él mantiene su empadronamiento en Valencia, pese a residir en Madrid desde hace una década—. En total, casi un millón de euros: Rubiales le cuesta a las arcas federativas más del triple de lo que le costaba su antecesor, Ángel María Villar.
Rubiales le cuesta a la federación más del triple que su antecesor, Ángel M. Villar
En 2018, cuando no tenía retribuciones económicas de la UEFA o la FIFA, el secretario general de la RFEF, Andreu Camps, aseguró que en el hipotético caso de que en un futuro las tuviera, su salario federativo se vería reducido de manera proporcional. Algo que no se ha producido hasta el momento.
La federación presentó el año pasado, por primera vez en su historia, un déficit de 4,3 millones (atribuido a la pandemia). Desde que llegó Rubiales a Las Rozas, la remuneración de la alta dirección se ha incrementado un 131%: ha pasado de 1,9 a 4,2 millones. Esta primavera abandonó voluntariamente la institución Ángel Manuel Álvarez Capón, su director financiero, un inspector de Hacienda cuya función era el control económico de la entidad (y sobre cuya deserción se ha echado un manto de silencio).
Desde su nueva atalaya en Rosales, superados los años de angustia económica, el presidente podrá contemplar ahora no solo el mejor atardecer de Madrid, sino también la hipertrofia del fútbol español y sus diferentes ligas; entre ellas, la nueva Primera RFEF, el tercer nivel del sistema de ligas de fútbol españolas, que reemplaza a la Tercera División y a la Segunda División B y nace entre graves problemas económicos de un buen número de clubes.
El día que asumió su cargo de presidente, Rubiales manifestó que quería “una federación moderna, líder en transparencia, fiscalización y control”. “Además”, añadió, “debemos aprovechar las cosas buenas que había”. Tres años después, y pese a la buena Eurocopa de nuestra Selección, parecería que le quedan todavía algunos objetivos por cumplir.
Terraza de 100 metros, piscina privada y dormitorios en formato ‘suite’. El presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, adquirió esta primavera un ático de lujo en la calle Ferraz, a pocos metros de la sede del Partido Socialista Obrero Español (del que su padre fue alto cargo en Andalucía durante décadas). La compraventa, cifrada en aproximadamente 1.900.000 euros y negociada con la conocida inmobiliaria Gilmar—, llega meses después de que Rubiales y su junta directiva consensuaran una reforma jamás vista en la historia del fútbol español: establecer una comisión del 0,15% para todo euro que entre en la federación: ingresos totales anuales liquidados, excluidas las subvenciones públicas.
La disposición, que tuvo escasa repercusión mediática, fue anunciada en octubre pasado a la asamblea de la RFEF en un lenguaje ambiguo, como si fuese una medida de contención salarial: las comisiones que se fijó Rubiales nada más llegar a la presidencia (el 0,6% de los contratos, con un límite del 0,175% del presupuesto anual) se reducían al 0,15%. Pero en realidad se trataba de un aumento de estos novedosos bonus: las comisiones ya no se aplicarían solo a los patrocinios (aproximadamente un 25% de los ingresos federativos), sino a todo euro que entre en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas.