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El Barça se enfrenta al abismo mientras Messi sonríe en el Paris Saint-Germain
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"Una alegría inmensa" para Leo

El Barça se enfrenta al abismo mientras Messi sonríe en el Paris Saint-Germain

El astro argentino es presentado en París una semana después de su salida, mientras que el Barcelona no sabe si podrá inscribir a sus fichajes por los problemas de su masa salarial

Foto: Leo Messi, durante su presentación como nuevo jugador del PSG. (Reuters)
Leo Messi, durante su presentación como nuevo jugador del PSG. (Reuters)

Era el día de la presentación de Leo Messi como nuevo jugador del PSG y no el de seguir hablando de su adiós al Barça. De eso se encargó también Nasser Al-Khelaïfi, el dueño y presidente del club, y su equipo de comunicación, que solo dejó preguntar a un medio español a pesar de que en la sala de prensa había muchos que pidieron insistentemente turno para hacerlo y no se lo dieron. La última vez que vimos al argentino estaba hundido y deshecho en lágrimas. Esta vez, en cambio, se le veía relajado y sonriente insistiendo una y otra vez en la ilusión que le hacía comenzar una nueva etapa. Una bofetada de realidad. Todo ha ido tan rápido que hace una semana se preparaban para que el jueves 5 de agosto firmara su nuevo contrato con el Barça y ya ha estampado su firma por dos años con opción a un tercero con el PSG. Eso sí, todavía sigue refiriéndose al club azulgrana como su casa. Aún no ha cambiado de hogar sentimental.

Foto: Leo Messi en uno de sus últimos partidos con el Barça. (EFE)

Para los aficionados culés, el PSG ya formaba parte de sus fobias sobre todo después de que Neymar decidiera marcharse y dejara al Barcelona con dos palmos de narices días antes de tener que enfrentarse al Real Madrid en la Supercopa y de que comenzara la competición. Ahí empezó también la alocada carrera de Bartomeu por tapar el agujero fichando a golpe de talonario a Coutinho y Dembélé convirtiéndoles en los fichajes más caros de la historia del club. Y después las renovaciones millonarias. Y así es como se explica ahora en parte que Laporta haya anunciado que la deuda esté desbocada en 482 millones de euros y con una masa salarial que sin Messi aún se sitúa en un 95%. El PSG ya era el coco y ahora, tras la contratación de Leo, se ha convertido en el enemigo número uno para muchos, casi al mismo nivel que el Madrid. Con Messi, en cambio, es difícil enfadarse.

En su rueda de prensa de despedida ya anunció que no se iría a un club de segunda y que los culés no se lo podían reprochar porque él no había sido el que había elegido marcharse del Barça. En su presentación con el PSG, insistió: “Siempre voy a estar agradecido por el cariño que me dieron los aficionados del Barcelona, es mi casa y estuve ahí desde chiquito. Ellos sabían que me iba a venir a un equipo fuerte y competitivo porque me gusta ganar, soy un ganador, quiero seguir cumpliendo objetivos y el Paris también tiene esos objetivos. No sé si nos vamos a enfrentar en la Champions. Por un lado sería lindo y por otro será muy raro volver a jugar a mi casa con otra camiseta”.

placeholder Messi, aclamado por su nueva afición. (Reuters)
Messi, aclamado por su nueva afición. (Reuters)

Laporta, señalado

La celeridad con la que se han desarrollado los acontecimientos ha dejado en estado de 'shock' al barcelonismo. Ha sido una conmoción de la que tardarán tiempo en recuperarse y la primera reacción lógica es la de buscar culpables. Bartomeu está en primer plano por dejar al club arruinado, pero Laporta es el siguiente por ser incapaz de rebajar la masa salarial, vender jugadores y poder así retener a un Messi que se quería quedar. Además, su alianza con Florentino Pérez en la Superliga y en la guerra contra Tebas levanta ampollas. Por si fuera poco, el domingo el Barça comienza el campeonato ante la Real Sociedad, ni siquiera están inscritos los nuevos fichajes —Memphis Depay, Eric García y Emerson Royal— y en el Camp Nou podrán entrar 30.000 aficionados cuya reacción preocupa a la directiva.

Laporta está señalado y ha perdido el favor general de unos socios que le eligieron de forma mayoritaria porque veían en él al salvador, al mago capaz de devolver el brillo, la ilusión, la sonrisa. Y ver a Messi con la camiseta del PSG dinamita los sueños. Más aún después de escuchar al futbolista decir: “Estoy muy feliz, todos saben que mi salida del Barça fue muy dura, fueron muchos años allí y es difícil el cambio después de tantos años. Pero nada más llegar acá la felicidad es enorme, quiero empezar a entrenar lo antes posible, no aguanto más las ganas de empezar. Estoy ilusionado y con muchísimas ganas. Mi sueño y objetivo es volver a ganar una Champions, y caí en el equipo ideal para conseguirlo”.

Foto: Leo Messi, en su presentación con el PSG. (Reuters)

Al Barcelona parece esperarle ahora una travesía por el desierto: sin Messi, con 482 millones de deuda, sin inscribir todavía a los nuevos fichajes y con la nueva Junta presidida por un Laporta en entredicho. Para Leo, en cambio, se abre una oportunidad de seguir ganando en un equipo plagado de estrellas, con su amigo Neymar y Mbappé. El bofetón es enorme. El abismo era esto.

Era el día de la presentación de Leo Messi como nuevo jugador del PSG y no el de seguir hablando de su adiós al Barça. De eso se encargó también Nasser Al-Khelaïfi, el dueño y presidente del club, y su equipo de comunicación, que solo dejó preguntar a un medio español a pesar de que en la sala de prensa había muchos que pidieron insistentemente turno para hacerlo y no se lo dieron. La última vez que vimos al argentino estaba hundido y deshecho en lágrimas. Esta vez, en cambio, se le veía relajado y sonriente insistiendo una y otra vez en la ilusión que le hacía comenzar una nueva etapa. Una bofetada de realidad. Todo ha ido tan rápido que hace una semana se preparaban para que el jueves 5 de agosto firmara su nuevo contrato con el Barça y ya ha estampado su firma por dos años con opción a un tercero con el PSG. Eso sí, todavía sigue refiriéndose al club azulgrana como su casa. Aún no ha cambiado de hogar sentimental.

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