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La Superliga como síntoma: "Acumulan capital y creen que la sociedad les debe algo"
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ENTREVISTA CON ANTONIO ARIÑO

La Superliga como síntoma: "Acumulan capital y creen que la sociedad les debe algo"

La bomba informativa que ha significado el anuncio de la Superliga ha producido una respuesta común entre sociólogos, economistas e investigadores del pensamiento globalizador: la pretensión

Foto: Florentino Pérez y Joan Laporta en el palco del Alfredo di Stéfano. (EFE/Juanjo Martín)
Florentino Pérez y Joan Laporta en el palco del Alfredo di Stéfano. (EFE/Juanjo Martín)

La bomba informativa que ha significado el anuncio de la Superliga ha producido una respuesta común entre sociólogos, economistas e investigadores del pensamiento globalizador: la pretensión de montar una competición alternativa, de élite, y en la que solo participe un grupo selecto de equipos, es la manifestación definitiva de lo que se ha denominado la “secesión de los ricos”, un proceso por el cual las élites dan la espalda a la solidaridad hacia las sociedades de las que emergen y diseñan sistemas económicos, culturales e incluso legales que los liberen de esas ataduras. Desde los paraísos fiscales hasta las universidades de élite, todo forma parte de un proceso de secesión.

La secesión de los ricos’ es también el título del libro que Antonio Ariño, catedrático de Sociología de la Universidad de Valencia, y Juan Romero, catedrático de Geografía Humana de la misma universidad, publicaron hace unos años para explicar este fenómeno. “La secesión es multidimensional, y por ello, se manifiesta en la política, la cultura y la moral”, explicaban en aquel libro. “Al tiempo que se detesta y critica la intervención redistribuidora del Estado en el ámbito nacional y que se produce una creciente desvinculación de cualquier proyecto de sociedad integrada y cohesionada, se propaga una defensa de la filantropía global y de la responsabilidad corporativa”.

"Los ultrarricos quieren jugar en la liga y formar parte del club selecto a la vez"

Ariño explica a El Confidencial que la Superliga es “un ejemplo de manual de secesión de los ricos”. Ya sea hacia “mundos autorreferentes, sin anclaje social”, o al ‘offshoring’ de las riquezas creadas por la financiarización, la sociedad se parte por arriba. Hablamos con el catedrático, que nos explica que la competición creada por los grandes clubes europeos es el síntoma de un movimiento mucho más profundo y que afecta a nuestra vida diaria más de lo que pensamos.

PREGUNTA. ¿Por qué dice que es un ejemplo de manual?

RESPUESTA. El fútbol ya se estaba convirtiendo en cierto paradigma de la financiarización de la economía a través de la especulación con las grandes figuras que cobran emolumentos desorbitados. Esto ha generado una concentración de casi todas las figuras de élite en un grupo reducido de clubes, que se han dado cuenta de que si se ponen de acuerdo pueden crear una Superliga al mismo tiempo que extraen todo lo que pueden de las ligas nacionales.

Jugar en todas las ligas mientras pertenecen al club selecto es lo que hacen los ultrarricos: tienen empresas y negocios que extraen su beneficio de toda la población, y por eso son ultrarricos, porque consiguen vender a nivel global, y con ello compran empresas, yates o universidades, forman sus clubes extraordinariamente cerrados en la isla de San Bartolomé u otras parte del planeta, y viven tratando de pagar el mínimo posible de impuestos, ya que no se sienten conectados con el resto de la sociedad porque consideran que se lo han ganado con sus propios méritos.

Es el individualismo meritocrático que se ha ido extendiendo desde los 80 y que se ha hecho más visible entre nosotros en las últimas décadas. Somos los mejores, tenemos lo mejor y pertenecemos a otra realidad, pero extraeremos plusvalía, renta y beneficios de todos los niveles que podamos.

placeholder Antonio Ariño.
Antonio Ariño.

¿Qué quieren? Generar audiencias globales que no tengan parangón con las audiencias que existen en este momento. Creamos una liga, no tenemos dependencia de la UEFA ni de los países que tantos beneficios nos aportan por estar radicados allí. Su idea de interdependencia es cero. No reconocen que hay una legislación en los países que les beneficia. Eso no importa, es como si la sociedad les debiera algo a ellos y a cambio les diesen el mejor espectáculo del mundo, el fútbol de élite. Es el salto final de la globalización del fútbol: en un mundo global, una superliga global.

P. En el libro explicaban que esta secesión parte de la idea de que esa interdependencia les perjudica, por ejemplo, porque tienen que pagar muchos impuestos. Pero muestran que no es así, que es un trato en el que salen beneficiados.

R. Habrá que ver qué pasa si no les dejan jugar en la liga nacional. ¿Puede funcionar una liga exclusivamente global? Sí, con independencia de dónde estén los equipos. ¿Ahora mismo? No estoy tan seguro. Estos clubes expresan la búsqueda de aquello que la dinámica de la globalización a través de la secesión está expresando: que estar atados a un territorio les genera rémoras. Si en EEUU al ultrarrico Elon Musk le pusieran superimpuestos, veríamos si considerarían las cosas de la misma forma.

Se benefician porque hay aficiones locales. La afición se ha globalizado, pero la que sostiene el carácter presencial del fútbol y la expresión de la identidad es local. Las cuitas identitarias de Madrid, Barcelona y Atleti se van a trasladar a un plano global, y ahí se van a desdibujar. ¿En qué medida pueden intervenir los Estados-nación? El ministro de Cultura y Deporte decía que había estado hablando una hora con la UEFA, pero no sé hasta qué punto puede impedirlo. Sospecho que puede hacer poco.

"Las élites están en guerra: entre ellas y mediante la extracción del resto"

Una metaliga se producirá tarde o temprano porque forma parte de la lógica de un capitalismo donde el elemento especulativo es la audiencia que prestará atención a este evento. Y no puedes competir de forma global si juega cualquier equipo, tienen que ser superequipos.

P. La Superliga aparece como alternativa ante la UEFA y la FIFA, que son otras organizaciones no poco controvertidas, como muestra el ejemplo del mundial de Qatar y sus 6.500 obreros muertos. Además de secesión de ricos, ¿guerra de élites?

R. Claro, es que las élites están en guerra. Por una parte, mediante la extracción económica con el resto del mundo, y entre ellas, para ver cuál es el más rico o se luce más. A partir de un momento, lo importante ya no es solo la acumulación de dinero, sino de prestigio social. Y el fútbol proporciona mucho prestigio social. No sé cuánto dinero puede proporcionarle a Florentino Pérez, seguramente que mucho, pero no exactamente de forma directa. Hay muchas formas indirectas de hacer negocio: piensa en las alianzas que pueden generarse entre los propietarios internacionales de esos equipos.

Foto: El palco del Bernabeú. (Baldesca Samper)

El capital simbólico, económico y social también se intercambian. Se está jugando a sustituir a los que tienen poder en la UEFA o en la FIFA. Hay una guerra de poderes muy grandes dentro del capitalismo futbolístico. Pero esa guerra es constante: en Microsoft o Amazon también la hay. Las grandes compañías luchan unas con otras por comerse mutuamente y abarcar más mercado. La contraposición no es solo entre capitalistas y no capitalistas. Si dirigimos la mirada al interior de los ultramillonarios, vemos sus batallas, en las que, pudiendo compartir yates o territorios, se hacen la competencia a muerte.

P. En el caso de la Superliga tal vez no sea tan evidente, pero esta secesión de los ricos es un problema para el resto de la sociedad, que ve como se empobrece al mismo tiempo que unos pocos privilegiados establecen reglas del juego alternativas.

R. En la medida en que el fútbol no es solo fútbol, sino que es todo un conjunto de negocios en torno al fútbol, la secesión opera porque sus propietarios, que son propietarios de muchas otras cosas que quedan ocultas por la visibilidad del fútbol, no se sienten obligados hacia el resto de la sociedad. Como mucho, están obligados a que su equipo gane para gozar de legitimidad social. Si no podemos decir que son explotadores en el sentido decimonónico, porque a los que están viendo los partidos no los están explotando (aunque habría que ver casos como el de Qatar), sí están extrayendo beneficios de la atención.

"El sistema educativo también está en proceso de secesión"

Hay los que extraen y los que no, los que se conforman con ver el triunfo de su equipo, y los que, además, han aumentado su diferencial económico gracias a ello. El incremento de los diferenciales de riqueza entre unos pocos y el resto es el primer rasgo de la secesión. El segundo es la idea de que se lo merecen, que lo han conseguido por su propio esfuerzo, que no le deben nada a nadie y por ello son secesionistas. Tratan de romper amarras con la deuda social que todo individuo tiene por vivir en sociedad.

P. Es extensible a otros contextos, no solo el fútbol, como las plataformas de cine o los grandes grupos editoriales. Disney, Amazon Prime, que nace del comercio ‘online’, o Random House Mondadori, un grupo que ha incorporado sellos de toda índole.

R. En la cultura empezó antes. Hay una red de museos a nivel mundial y una red de grandes ricos que compran arte y disparan los precios de determinadas obras, asesorados siempre por expertos. Estamos trabajando en este tema con un sociólogo chileno, y queremos ver en el ámbito de la cultura cómo se ha producido un desplazamiento de los intereses y los gustos de los grandes ricos, que todavía en los 60 y 70 podían ser gente que iba a la ópera. Ya no es así, porque la ópera es un contexto no secesionista, donde va gente de un nivel social mucho más bajo que ellos, y no quieren estar ahí.

placeholder Un entorno no secesionista. (EFE/David Ebener)
Un entorno no secesionista. (EFE/David Ebener)

Aparecen nuevos mercados como el de los grandes museos globales, los clubs de yate, de gastronomía, las universidades… Estamos viendo varios indicadores, el primero, los colegios y las universidades donde llevan a sus hijos. Estos ultrarricos tienen muy claro que todavía el sistema educativo, y especialmente las universidades de élite, son el lugar donde se fomenta en sus hijos la ideología del mérito, y por lo tanto, vivan donde vivan, buscarán el mejor colegio desde una etapa muy temprana y se comprarán una segunda residencia, tercera o cuarta, en la misma ciudad. El sistema educativo también está en proceso de secesión. La liga de las grandes universidades norteamericanas o ahora las chinas.

El tercer ámbito es del deporte, y el cuarto el de la gastronomía y, entre todas ellas, la creación de las grandes macrofundaciones, que tienen la capacidad de comprar museos o colecciones enteras. Es la gran moda del momento. No se puede ser un gran rico en el siglo XXI si, como hacían los Rockefeller o los Carnegie, no inviertes en arte, pero aquellos creaban universidades que no gobernaban ellos, mientras que las fundaciones que crean ahora sí las gobiernan, y con el mismo espíritu capitalista. Es la diferencia fundamental entre los ultrarricos de ahora y los ultrarricos de la primera era del capitalismo.

P. En su libro recordaban que la crisis de 2008 había terminando enriqueciendo a las grandes fortunas. Los secesionistas del fútbol se amparan en la crisis del covid para justificar su secesión, y aseguran que están arruinados. ¿Ocurrirá lo mismo?

R. Todos sabemos que esto lo estaban gestando antes, ¿no? Aunque algunos grandes ultrarricos han bajado posiciones, como podría ser el caso de Amancio Ortega, podrían recuperarlas muy pronto en el rebote que se espera en cuanto la vacuna avance más, porque ya se ha producido en EEUU y China, el país que más millonarios produce por día, y el que más espectáculos masivos crea para la inmensa mayoría de la población.

"El negocio de la atención siempre tiende a la concentración"

No me cabe la menor duda de que se ha disparado el incremento de las grandes fortunas. Aunque algunas hayan perdido, todas las que tienen que ver con la economía intangible y virtual y con el sector farmacéutico han crecido exponencialmente y seguirán creciendo. O los Estados-nación, que cada vez tienen un poder más limitado, tienen capacidad de actuar en la vía de Biden de imponer mayores impuestos a las grandes compañías que han tenido grandes beneficios, y ser capaces de mantenerlos, o estaremos en un contexto de incremento constante de las desigualdades.

P. ¿Es posible dar marcha atrás? ¿Es viable soñar, como hacen los nostálgicos, con una liga de fútbol como la de los 80 o primeros 90?

R. Nada va a ser igual. Todo va a ir cambiando, unas cosas más rápidamente que otras. La experiencia covid va a cambiar muchas cosas, pero no de la noche a la mañana. Todas las dinámicas que encuentren más capacidad de negocio en la globalización irán hacia adelante. Al mismo tiempo, aparecerán dinámicas locales como el teletrabajo o la digitalización. La globalización va en muchas direcciones, pero en el negocio de la atención siempre tiende a la concentración: a mayor número de personas mirando un mismo espectáculo, mayores beneficios. Y cuanto más tiempo, mejor. Se producirán espectáculos a escala mundial para monetizar la atención. Desde luego, el fútbol nunca volverá a ser lo que era. Los 80 no volverán.

La bomba informativa que ha significado el anuncio de la Superliga ha producido una respuesta común entre sociólogos, economistas e investigadores del pensamiento globalizador: la pretensión de montar una competición alternativa, de élite, y en la que solo participe un grupo selecto de equipos, es la manifestación definitiva de lo que se ha denominado la “secesión de los ricos”, un proceso por el cual las élites dan la espalda a la solidaridad hacia las sociedades de las que emergen y diseñan sistemas económicos, culturales e incluso legales que los liberen de esas ataduras. Desde los paraísos fiscales hasta las universidades de élite, todo forma parte de un proceso de secesión.

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