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Florentino, Zidane y los jugadores colisionan a mitad de temporada
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reproches internos en el club

Florentino, Zidane y los jugadores colisionan a mitad de temporada

El proyecto no es tan fuerte como decían Florentino o Zidane, y los jugadores no están para más exigencias. Hay un desgaste entre los dirigentes, el entrenador y el equipo

Foto: Mendy, Mariano, Courtois y Vinícius, tras el partido del Real Madrid con el Levante. (EFE)
Mendy, Mariano, Courtois y Vinícius, tras el partido del Real Madrid con el Levante. (EFE)

Algo se ha roto entre los jugadores, el entrenador y la directiva para que el Real Madrid esté deprimido en el mes de febrero. Hay que revisar dónde está el inicio de la fractura, por qué se ha producido y quiénes son los más afectados. Ganar la última Liga benefició a Florentino Pérez. No a los jugadores. El título fue vendido por el presidente como una gesta en tiempos de pandemia. De una crisis, salió reforzada la gestión presidencial. Presentó en la asamblea de socios compromisarios el éxito de unas cuentas golpeadas por el coronavirus, con una disminución de los ingresos de más de 300 millones de euros.

Un milagro solo al alcance del mejor empresario que es capaz de evitar la ruina en la mayor crisis que ha sufrido el fútbol. Florentino no solo conquistaba títulos, sino que era capaz de presentar un superávit de 300.000 euros. Un proyecto deportivo y económico competitivo y saneado era la hazaña de un presidente que tiene puestas sus esperanzas en el nuevo Bernabéu, como fuente extraordinaria de futuros ingresos, y en la Superliga.

Foto: El Levante celebra el tanto de José Luis Morales. (Efe)

La Liga de la pandemia era la Liga de la brillantez de un gestor frente a la de los números rojos y las deudas en clubes rivales como es el caso del Barcelona. Tenía el sello de la buena administración de Florentino. Se le calificó como un visionario por tener controlado el gasto, ajustada la masa salarial y no hacer despilfarros. Se llegó a decir que la venta de Cristiano Ronaldo era todo un acierto. De echar de menos a un especialista del gol a aplaudir la decisión de venderle por 100 millones de euros porque estaba comprobado que era un riesgo, por edad y salario, mantener a un jugador que alteraba el presupuesto. Florentino quedó como el gran triunfador. Ganaba la Liga sin Cristiano Ronaldo. Ya nadie podía decir que él era el culpable de los fracasos deportivos o la falta de gol. Nadie podía pedir otro goleador. Ahí estaban los resultados económicos y deportivos. Dos títulos (Liga y Supercopa de España) en tiempos de pandemia.

Era la Liga de Florentino. Más que la de Zidane y los jugadores. Para ellos, este campeonato sirvió para celebrar un título y nada más. No fue posible llegar a acuerdos deportivos y económicos. Ni fichajes, ni primas ni, por supuesto, renovaciones contractuales. El presidente hizo prevalecer la política de austeridad y la necesidad de apretarse el cinturón y seguir por el mismo camino. Ganar es posible sin uno de los mejores futbolistas del mundo como Cristiano Ronaldo. Ahí estaban Hazard, Jovic, Militao, los jóvenes brasileños (Vinícius y Rodrygo), chicos con carácter como Fede Valverde y la incorporación de Odegaard.

placeholder Zidane, pensativo, durante un partido del Real Madrid. (EFE)
Zidane, pensativo, durante un partido del Real Madrid. (EFE)

Existía una mezcla de veteranía y juventud lo suficientemente válida para ilusionar a los aficionados y mantener el hambre por ganar. El entrenador y la plantilla recibieron el mensaje con reservas. Si habían ganado la Liga de la pandemia, en tiempos de crisis económica, es porque habían demostrado que, además de tener talento, estaban muy comprometidos, tenían que hacer sobreesfuerzos y cedían parte de su sueldo para cuadrar las cuentas del club.

Subir la exigencia, bajar los salarios

Florentino Pérez pidió continuar por el mismo camino de máxima exigencia y, a la vez, ha seguido tomando medidas cada vez más duras para contener el gasto y alertar de la imposibilidad de revisar al alza los contratos. Después del éxito de la Liga, llegó la decepción de perder en la vuelta de los octavos de final de la Champions contra el Manchester City y el presidente hizo llegar a la plantilla la obligación de competir mejor en Europa. Muy necesario para recuperar ingresos y prestigio. El mensaje era el mismo desde la presidencia: el entrenador y la plantilla están capacitados para seguir ganando títulos con lo que hay. Sin grandes fichajes ni gastos. Y, por supuesto, con la advertencia de tener que revisar los sueldos y hacer una nueva rebaja si la pandemia impide que regresen los aficionados a los estadios.

Foto: Sergio Ramos y Florentino, tras ganar la Supercopa en Arabia Saudí. (EFE)

De aquella Liga a hoy, han pasado siete meses en los que la dinámica es más perdedora que ganadora. Está comprobándose que el proyecto no es tan fuerte como decía Florentino o que Zidane y los jugadores no están para más exigencias. Hay un desgaste entre los dirigentes, el entrenador y el equipo. Un deterioro prolongado que tuvo un momento crítico cuando se puso en peligro la clasificación para los octavos de final de esta Champions, con el sufrimiento de tener que jugársela en el último partido de la fase de grupos contra el Borussia Mönchengladbach.

El mes de enero ha sido catastrófico para el Real Madrid, con dos títulos perdidos (Supercopa de España y Copa del Rey) y una Liga que parece imposible y en la que el peor Barcelona de los últimos años da alcance al equipo de Zidane. Los malos resultados también son el reflejo de la colisión de intereses en el club. Hay que buscar culpables. La desconfianza entre la plantilla y los dirigentes venía de atrás. Ha crecido con el transcurso de la temporada y a ello se une, de nuevo, la situación de fragilidad de Zidane. El Real Madrid está en un momento de inestabilidad deportiva provocado por la irregularidad en el juego, las ocho derrotas en todas las competiciones y también por la distancia, cada vez más grande, entre una plantilla que tiene la sospecha de que, haga lo que haga, habrá cambios importantes.

Dejan de ir de la mano

No hay tan buena armonía como parecía tras ganar la Liga de la pandemia. A Florentino no le gusta que Zidane diga, tras perder la Supercopa de España, que no se puede ganar siempre. El entrenador no está cómodo con la incertidumbre que hay en la plantilla con las renovaciones. La de Sergio Ramos es la que más ruido mediático genera. En el Real Madrid, han dejado de ir todos en la misma dirección. No existen el mismo espíritu de unión y la energía con que se ganó la Liga en los últimos 11 partidos tras el confinamiento. Tampoco hay autocrítica en el cuerpo técnico cuando David Bettoni, el segundo de Zidane, parece superado y resignado en la derrota contra el Levante.

placeholder Sergio Ramos y Marco Asensio, en un partido del Real Madrid. (EFE)
Sergio Ramos y Marco Asensio, en un partido del Real Madrid. (EFE)

La percepción que existe entre los dirigentes es que el rendimiento colectivo e individual ha disminuido por falta de actitud, motivación, ganas y la desconexión en partidos contra equipos modestos. Hay un grupo de jugadores que se han relajado, un entrenador que no toma medidas, ni hace otro tipo de apuesta deportiva. Los que menos tiempo llevan, además de los jóvenes, adoptan una postura de pasividad. Tienen un perfil bajo. No hay atisbos de rebelión para cambiar la mala dinámica. La conclusión es que cada uno está yendo por su cuenta y el equipo es menos competitivo por dejadez. La visión que existe entre los futbolistas que mejor conocen cómo se gestiona el club es que es más importante hacer prevalecer las cuentas que incentivar y reconocer los méritos y el esfuerzo.

Florentino ha dejado de ver a Zidane como la bendición de un entrenador capacitado para elevar la exigencia de los más veteranos e ir dando entrada a los fichajes. El entrenador no va de la mano con la planificación de un proyecto en el que las últimas incorporaciones eligen marcharse por la falta de minutos. No son el equipo ni la plantilla que más le gustaría tener a Zidane. Hace lo que puede y lo que quiere con lo que tiene en un proyecto que es innegociable para el presidente, amparado en la crisis económica, y que está a la espera de comprobar qué sucede en la Champions. La última Liga era pan para hoy y hambre para mañana.

Algo se ha roto entre los jugadores, el entrenador y la directiva para que el Real Madrid esté deprimido en el mes de febrero. Hay que revisar dónde está el inicio de la fractura, por qué se ha producido y quiénes son los más afectados. Ganar la última Liga benefició a Florentino Pérez. No a los jugadores. El título fue vendido por el presidente como una gesta en tiempos de pandemia. De una crisis, salió reforzada la gestión presidencial. Presentó en la asamblea de socios compromisarios el éxito de unas cuentas golpeadas por el coronavirus, con una disminución de los ingresos de más de 300 millones de euros.

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