El Real Madrid, atrapado en su mediocridad, se despide de una Liga con color rojiblanco
El equipo de Zidane hipotecó el partido desde el principio con la expulsión de Militao. El gol de Asensio pudo cambiar el rumbo, pero el cuadro blanco no supo manejar la ventaja
A perro flaco todo son pulgas. Lo que en otros días hubiesen sido simples anéctodas de una victoria complicada del Real Madrid, ahora son obstáculos insuperables para un proyecto que navega a la deriva y ya piensa en unas incorporaciones estivales que puedan revolucionar el estado de un club sumido en un día a día mediocre e inestable. La expulsión de Éder Militao al inicio y el penalti absurdo de Vinícius Júnior al final alejaron tres puntos vitales de una Liga que se escapa poco a poco y sirven de preludio para una Copa de Europa que, con este nivel actual, parece tarea imposible.
Sin 'Unidad B' este curso, la distancia entre titulares y suplentes blancos es demasiado grande como para no afectar a las aspiraciones ligueras del equipo. Y es que cuando es el turno de dar la cara y demostrar que quienes esperan el turno en el banquillo están listos para sumar como cualquier otro titular, los jóvenes del Real Madrid demuestran un grado de desconfianza que les inclina a cometer errores groseros y a arruinar su aportación al equipo. Lo más sencillo será apuntar a su figura y disparar el gatillo sin piedad, pero es de perogrullo que las jóvenes promesas requieren una inversión y dedicación que su técnico no está dispuesto a ejercer.
Cualquier contratiempo es un obstáculo insalvable
En este sentido, el cuadro de Zinédine Zidane se encontró ante el Levante de Paco López con la coyuntura perfecta para poder correr al espacio ante uno de los conjuntos menos preocupados por su retaguardia. La expulsión de Éder Militao tras su clamoroso error en el minuto nueve de partido agudizó el gusto de ambos equipos por explotar los espacios, precipitó la apuesta para el contragolpe local y dinamitó el duelo.
Mientras el cuadro visitante trató de aprovechar su superioridad numérica, el equipo blanco esperaba parapetado su oportunidad. En esas, el cuadro valenciano quedó mal parado en un ataque, el Madrid salió relampagueando hacia el área de Aitor Fernández y la pelota medida de Toni Kroos puso a correr a Marco Asensio. El mallorquín, quien brilla más cuantas menos cosas tiene que realizar, protagonizó una de aquellas acciones que levantan al espectador del sofá y expanden la ilusión respecto a un jugador que se resiste a quedarse por el camino. El partido estaba de cara pese a la expulsión inicial, pero esta temporada, el Madrid se tambalea al más mínimo traspié.
Con el marcador favorable y muchos minutos por delante, Casemiro se colocó como central y siguió apagando fuegos desde el eje de la zaga. El Levante, desestabilizado por el gol y el adiós del defensa brasileño, se encontró inmerso en un momento de zozobra que le pudo salir realmente caro, puesto que su vertiente ofensiva fue contrarrestada por los contraataques madrileños, pero Marco Asensio no atinó en los metros finales y su equipo lo pagó bien caro. Quien perdona lo termina pagando y la falta de puntería en este curso hipoteca los fallos que en otras campañas hubiesen sido parte de un todo.
El Levante explotó los puntos débiles blancos
Superado el ecuador, el Levante empezó a ganar terreno, confianza y sacudió un balance defensivo con puntos débiles a lo largo de su estructura. El Levante giró al Madrid de manera simple, obligó a Asensio y Eden Hazard a seguir a sus laterales hasta su propio campo y cuando alguno de los dos desconectaba del compromiso defensivo, hallaban situaciones de uno contra uno. Allí Jorge Miramón (derecha) y Carlos Clerc (izquierda) arrastraban a los atacantes blancos y permitían a los hombres de banda como José Luis Morales y Gonzalo Melero pisar posiciones interiores.
El gol del' Comadante' Morales tras atacar la espalda de Álvaro Odriozola fue una consecuencia directa de las dificultades locales por atar en corto el ataque levantinista y la incapacidad para gestionar una ventaja mínima que fue dilapidando con el paso de los minutos.Tras el descanso, las propuestas de ambos tan solo se recrudecieron. El Levante se volcó al ataque, el Madrid trató de rebajar el ritmo del partido a través de una circulación del balón pausada, pero cada vez que el conjunto de Zidane perdía el balón, los pupilos del técnico francés quedaban expuestos a las acometidas azulgranas.
El Madrid pedía ayuda táctica a su entrenador, pero fue Paco López quien agitó a su equipo con la entrada de Enis Bardhi y Rubén Rochina por Mickael Malsa y Sergio León renovando la energía ofensiva en el último tercio y la sala de máquinas. Por su parte, Zidane retiró a un gris y pesado Eden Hazard por un impetuoso Vinícius Júnior. El brasileño ha perdido la confianza y la autoestima que le impulsaban a desbordar a rivales por todo el campo, estirar la zaga adversaria y reconocerse como uno de los futbolistas más desequilibrantes del conjunto blanco. El técnico francés recibió a un jugador con mucha potencia sin control en el último tercio al que le faltaba limar la definición y la asistencia en el pico del área. Ahora ya no queda nada de ese extremo eléctrico.
El Real Madrid se cayó físicamente ante la superioridad numérica levantinista y Zidane no movió ficha lo suficientemente rápido como para neutralizar los movimientos de un Levante que, espoleado por el 1-1 y las sensaciónes sobre el césped de Valdebebas, se lanzó a por el partido. El equipo blanco, víctima de las circunstancias, descompensado y falto de alternativas en el banquillo, vivió en primera persona como el encuentro le pasaba por encima con el 1-2 de Roger Martí
La entrada de Sergio Arribas y Mariano Díaz en el minuto 82 llegó tarde y no alteró la dinámica de un encuentro abocado al desastre desde prácticamente el principio. Esta temporada, el Real Madrid tenía en su mano abrir brecha con el Barça y mantener una lucha de tú a tú con el nuevo Atlético de Madrid de Diego Pablo Simeone por sumar otra Liga a las vitrinas del Santiago Bernabéu, pero el juego, la evolución y las sensaciones del equipo están más cerca de las que desprende un Barça en reconstrucción que un Atlético lanzado por el título. No da la impresión que este equipo esté preparado para competir por LaLiga.
A perro flaco todo son pulgas. Lo que en otros días hubiesen sido simples anéctodas de una victoria complicada del Real Madrid, ahora son obstáculos insuperables para un proyecto que navega a la deriva y ya piensa en unas incorporaciones estivales que puedan revolucionar el estado de un club sumido en un día a día mediocre e inestable. La expulsión de Éder Militao al inicio y el penalti absurdo de Vinícius Júnior al final alejaron tres puntos vitales de una Liga que se escapa poco a poco y sirven de preludio para una Copa de Europa que, con este nivel actual, parece tarea imposible.