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Gaizka Garitano es una víctima de la profunda crisis en el Athletic de Elizegi
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la inestabilidad en el club bilbaíno

Gaizka Garitano es una víctima de la profunda crisis en el Athletic de Elizegi

Garitano es la víctima de otro fracaso. El que se produjo cuatro días antes de la derrota en el derbi contra la Real Sociedad. El batacazo que se dio Aitor Elizegi en la Asamblea General Ordinaria

Foto: Gaizka Garitano durante el partido entre el Athletic y el Elche en San Mamés. (EFE)
Gaizka Garitano durante el partido entre el Athletic y el Elche en San Mamés. (EFE)

Hay un hartazgo y una desilusión en Bilbao con la gestión del Athletic que no se recuerda en muchos años. El equipo de fútbol, la institución, la masa social siempre se ha caracterizado por estar unidos, orgullosos del juego y los valores que les hacen diferentes al resto. De sobra son conocidas las señas de identidad de un club especial, con una visión más romántica y pasional que hace gala de las raíces del fútbol. El Athletic es la esencia del fútbol verdadero que mira a la cantera, compite con los trasatlánticos y tiene los mecanismos suficientes, en lo económico y lo social, para evitar las crisis. La estabilidad está rota. El club es ingobernable. Los platos rotos los paga el entrenador.

Gaizka Garitano ha perdido el puesto de trabajo. La directiva decidió, el domingo tras ganar al Elche, que tenía que hacer algo para cambiar la dinámica deportiva como si el relevo en el banquillo tuviera un efecto conciliador entre la masa social que da la espalda a la gestión del presidente Aitor Elizegi. Lo extraño es que el máximo responsable del despido de Garitano no es Elizegi. La decisión la toman tres directivos que forman la comisión deportiva y que llevaban tiempo buscando una alternativa para potenciar el rendimiento de los jugadores y subir el nivel del juego. Han tardado en cargárselo porque tenían en contra al presidente y el director deportivo, Rafael Alkorta. Lo han conseguido en un momento inoportuno e injusto, por ser después de una victoria, y dejan claro con esta decisión que la fractura en el Athletic es más grande de lo que se imaginaba.

Aitor Elizegi deja caer a su entrenador y tiene que aceptar la imposición de sus directivos, que se agarran a la experiencia de Marcelino García Toral parar darle otro impulso al juego, los resultados y generar ilusión en los aficionados. No hay datos para decir que el cambio de entrenador haya provocado una alegría entre una masa social que mira con recelo todo lo que sucede en el Athletic. Podría haber sido mejor el anuncio de Ernesto Valverde, un técnico de la casa, con prestigio y respetado entre los socios. Tiene que ver muy mal la situación el ‘Txingurri’ para no activar su regreso.

Foto: Nacho Méndez (Sporting), el día 24 en el local Bellavista de Gijón.

La gota que colma el vaso, en lo deportivo, para despedir a Gaizka Garitano es la derrota de final de año en el derbi contra la Real Sociedad. Un gol de Portu, a los cinco minutos en San Mamés, terminó con la escasa confianza que tenía Garitano entre los que manejan los hilos en la comisión deportiva del club. El Athletic fue incapaz en 85 minutos de partido de igualar el resultado, remontarlo y transmitir peligrosidad. El informe deportivo fue contundente. Garitano no tiene recursos para hacer un equipo competitivo. El técnico, que sabe desde hace meses que está en la cuerda floja, dictó su sentencia con estas palabras: “Ha sido un querer y no poder”.

placeholder Marcelino García Toral el día de su despedida del Valencia. (Efe)
Marcelino García Toral el día de su despedida del Valencia. (Efe)

No le quisieron despedir el día 31 de diciembre. Lo apretado del calendario, pese a las fechas navideñas, hizo posible que se sentara en el banquillo en la primera cita del año y la sacó adelante con un resultado ajustado ante el Elche (1-0) en San Mamés. Los que deciden quién se sienta en el banquillo ganaban algunos días para negociar con Marcelino García Toral. Ha sido imposible convencer a Ernesto Valverde. Llega Marcelino, al que en Bilbao se le recuerda por un dura acusación cuando era entrenador del Villarreal, y comentó lo siguiente: “Al Athletic le benefician los árbitros muy a menudo”. Un asunto viejo, del pasado, producto de la polémica del fútbol. Los que defienden a Marcelino hablan de su experiencia como entrenador y ser el último campeón de Copa del Rey. El título que ganó con el Valencia al Barcelona del ’Txingurri’ Valverde. Sigue siendo el campeón porque la pandemia canceló la final de Copa del año pasado que enfrenta a la Real Sociedad y el Athletic.

El fracaso de una Asamblea caliente

El despido de Gaizka Garitano no ha sido por sorpresa. Estaba cantado. Ha tardado más de la cuenta, se veía venir cuando ya a principios de noviembre del año pasado estaba cuestionado dentro de una directiva que tenía fuertes debates sobre la necesidad de un relevo. Que si el equipo juega al pelotazo, no es capaz de aprovechar la calidad, el juego es plano, falto de contundencia, no tiene soluciones tácticas... Demasiadas acusaciones.

Gaizka Garitano es la víctima de otro fracaso. El que se produjo cuatro días antes de la derrota en el derbi contra la Real Sociedad. El batacazo que se dio Aitor Elizegi en la Asamblea General Ordinaria. Los socios compromisarios echaron abajo la gestión del presidente en todos sus puntos.

Fue una Asamblea de fin de año caliente. Telemática y con la participación de 703 socios. Elizegi tiene la sospecha o algo más que hay un movimiento opositor que está desestabilizando su mandato. Solo lleva dos años en el cargo un presidente que ganó las elecciones por la menor diferencia de votos en la historia del club contra un candidato, Alberto Uribe-Echevarría, que tenía el apoyo de la formación política del PNV.

placeholder Aitor Elizegui, presidente del Athletic de Bilbao. (Efe)
Aitor Elizegui, presidente del Athletic de Bilbao. (Efe)

“Ojalá nadie tenga que gobernar en pandemia”, es el argumento que esgrime Aitor Elizegi para que la mayoría de la masa social entienda y se haga cargo de las dificultades por las que atraviesa el club. La crisis sanitaria ha provocado un descenso de los ingresos en todos los clubes de fútbol, pero en el Athletic hay otras exigencias. Elizegi comprobó que la atmósfera es irrespirable. No le aprobaron ninguno de los puntos. Los socios rechazaron las cuentas de la temporada pasada con 439 votos en contra y 277 a favor. Tampoco salió adelante el presupuesto para la actual con 454 votos en contra y 256 a favor. Ni siquiera pudo canar victoria con el que era su proyecto estrella: la obra para crear una grada de animación (348 votos negativos y 339 a favor). Una grada que tiene un coste de 3,5 millones de euros y podría estar finalizada para el verano de este año.

Pérdidas económicas y filtraciones

Los socios dan la espalda al presidente por la gestión económica, deportiva y social. Las críticas no solo están enfocadas en la valía de Gaizka Garitano. Van desde la queja por la devolución del importe correspondiente de las cuotas por los partidos en los que el estadio ha estado cerrado la temporada pasada, las cuentas que reflejan unas pérdidas por encima de los 20 millones de euros y las filtraciones de una directiva que transmite cada vez menos credibilidad. Elizegi tiene que convocar una nueva Asamblea, con otra estrategia y un nuevo discurso para encontrar más apoyos. El problema también es de imagen cuando se habla del presidente como el 'cocinero y sus fogones' y no de sus habilidades para crear un proyecto con estabilidad.

En esta atmósfera ha caído Gaizka Garitano. El entrenador de la casa que cogió el primer equipo hace dos años, tras su paso por el Bilbao Athletic, consiguió la clasificación para la final de la Copa del Rey. De nada sirve este éxito en tiempos de pandemia. No hay paciencia. Esta temporada está siendo irregular. Como en muchos equipos por lo apretado del calendario, lo extraño de seguir jugando sin público en San Mamés, los protocolos sanitarios, la ausencia de fichajes y, sobre todo, de refuerzos en la delantera tras la marcha de Aritz Aduriz. No se pusieron de acuerdo ni para el regreso de Fernando Llorente. Al único que no le ha pillado por sorpresa el despedido es al propio Gaizka Garitano.

Hay un hartazgo y una desilusión en Bilbao con la gestión del Athletic que no se recuerda en muchos años. El equipo de fútbol, la institución, la masa social siempre se ha caracterizado por estar unidos, orgullosos del juego y los valores que les hacen diferentes al resto. De sobra son conocidas las señas de identidad de un club especial, con una visión más romántica y pasional que hace gala de las raíces del fútbol. El Athletic es la esencia del fútbol verdadero que mira a la cantera, compite con los trasatlánticos y tiene los mecanismos suficientes, en lo económico y lo social, para evitar las crisis. La estabilidad está rota. El club es ingobernable. Los platos rotos los paga el entrenador.

Aritz Aduriz
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