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Goiko, sobre Neymar: "Patadas eran las que le tirábamos a Maradona, ahora es más suave"
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¿recibe el brasileño muchas entradas?

Goiko, sobre Neymar: "Patadas eran las que le tirábamos a Maradona, ahora es más suave"

El astro sudamericano del PSG representa la creatividad salvaje del futbolista frente a la extremada mecanización del juego europeo

Foto: Neymar se retuerce de dolor tras su última lesión. (Reuters)
Neymar se retuerce de dolor tras su última lesión. (Reuters)

Desde su aterrizaje en Europa, siempre se ha mirado a Neymar Júnior con recelo. El brasileño era una figura extravagante en un fútbol caracterizado por medir al detalle las pérdidas de balón y desplazar el regate a un segundo o tercer plano, con el pase en la cúspide de la pirámide. La prioridad era conservar la posesión. En nuestro país, se tocaba y se tocaba, pero pocos se atrevían a regatear. El desborde, elemento capital en el juego, solo estaba tolerado culturalmente cuando no quedaba más remedio o no existía un atajo que supusiese menos riesgo.

Neymar, al contrario, albergaba un talento primitivo envuelto en un fútbol salvaje cuyo componente lúdico se expresaba a través de la eliminación de rivales en cascada. Para el brasileño, el deporte rey era, es y será indivisible de la diversión. Por eso regateaba en cuanto podía y, por el mismo motivo, lo que para nosotros era un acto superfluo de onanismo, para él era una necesidad primordial. Era la respuesta humana anárquica a un sistema automatizado.

Así lo explicaba el periodista deportivo Ramon Besa en 2012: "Tiene un repertorio ilimitado, se maneja con las dos piernas, finaliza bien las jugadas y los entendidos coinciden en que su 'dribbling' es muy creativo, cosa lógica si se atiende a su técnica, velocidad y movilidad. Los críticos se preguntan, sin embargo, si no teatraliza en exceso y no es un punto arrogante, como si fuera un niño malcriado".

El 'crack', quien cargaba con la mochila histórica de recoger el testigo del último genio brasileño que ha dado el país sudamericano, llegó a un Barça que ya tenía a su estrella particular: Leo Messi. "No me preocupa ser el mejor, el mejor está aquí y es Messi, vengo a ayudar", comentó en su presentación como azulgrana.

Un hecho, el de toparse con un genio por encima de su estatus, que le obligó a adaptarse, moderar su libertad y criogenizar su fútbol en plena carrera por la adaptación. Una manera de entender su labor que guardaría de manera íntima hasta eclosionar definitivamente en el PSG. Así, primero pinchado en una banda y luego más suelto, combinó la libertad que hallaba en Brasil con las necesidades ofensivas de profundidad y amplitud y el retorno defensivo que requería el Barça de Messi y más tarde el de Messi y Luis Suárez.

La teórica presión infernal que debía sentir se tradujo en un fútbol subversivo de provocaciones y engaños que se jactaba del rival y era reprimido a base de patadas a destiempo. Mitad piñata mitad futbolista, el joven sudamericano nunca se dejaba someter. En España no se comprendía su fútbol, se catalogaba de descarado y prepotente. Rápidamente se coló en el 'Top 5' de los jugadores que más faltas recibía por encuentro en nuestro campeonato (3) superando a Cristiano Ronaldo (1.9) y doblando a Leo Messi (1,5p). Las lesiones no tardaron en aparecer para caer como una losa sobre su carrera. Ya no le abandonarían nunca jamás.

“A mí no me gusta la violencia pero no podemos hacer nada, tenemos un árbitro que está en el campo para ser el comandante de todo. Él tiene la palabra, él para el juego, él dice si hay que seguir, él manda. Me divierto en el campo siempre. No creo que sea por el entrenador que está, siempre intento disfrutar de todo”, explicaba en Mundo Deportivo en su segunda temporada en el Barça. Como buen peso pluma, era una máquina de encajar golpes y aceptaba las reglas del juego.

Hilo conductor de su trayectoria profesional, Neymar ha acostumbrado a encabezar los ránkings de regates completados y de faltas recibidas. Donato, exjugador del Deportivo de A Coruña y Atlético de Madrid entre otros, aporta su visión como defensa sobre el habilidoso atacante: “Es el jugador que más tiempo pasa con el balón en los pies. Neymar, como Maradona en su día, es el que más faltas sufre porque es el que se atreve a encarar. Cuando él tiene el balón, quiere regatear y hacerte pirulas. Si yo jugase contra Neymar tendría que pararlo y le marcaría mi zona; le mandaría a divertirse a otro lado. Aquí quiero diferenciar entre los que entran duro y los que no tienen recursos defensivos contra su juego y entran a romperle”.

Por su parte, el protagonista de la famosa patada a Diego Armando Maradona que inundó el fútbol español en la final de Copa del Rey de 1983, Andoni Goikoetxea, diferencia al astro brasileño del argentino: “Neymar no tiene nada que ver con Maradona, Messi o Ronaldinho. Ellos intentaban jugar fácil o hacían su jugada cuando tocaba, pero no la retenían en el centro del campo esperando irse de todos y recibir patadas. Messi también hace caños, pero si no tiene otra salida. Neymar, en cambio, cuando puede soltarla, hace una bicicleta o autopase que no va a ningún lado”.

Sobre esa tendencia en busca de la belleza del juego y la huida del pragmatismo mecánico, el centrocampista brasileño añade: “Neymar fue creado de esta manera, está centrado en divertirse sobre el campo. No se trata de vacilar. Le den patadas o no, para él es una diversión y divertirse lleva a que el contrario vaya a por él duramente. Si te recreas mucho con el balón te vas a llevar una leche que te ponga en tu lugar. A mí me encanta verle jugar y es mi jugador preferido después de Ronaldinho, pero hay momentos en que pide llevarse una patada porque él se divierte contigo y tú te cabreas".

Donato continúa: "Sé de lo que hablo porque he jugado con Djalminha. Neymar podría evitar patadas que él mismo provoca. Pelé cuando jugó se llevó muchas patadas por encima de la rodilla como Maradona o Zico. Para él es un juego bonito y vistoso, pero para el que sufre el caño o el regate es una vergüenza".

En relación a los últimos genios del país sudamericano, el exdeportivista traza una comparación donde todos coinciden en la superioridad técnica frente al rival: “Djalminha no conducía tanto el balón. Rivaldo, Ronaldo, Romario, Bebeto y Neymar. A ninguno le puedes dejar tiempo con el balón en los pies porque te hacen un nudo en las piernas. Se llevaban muchas patadas por ser los mejores y saber encarar. La tendencia es que vayan a por ellos. Hay jugadores que no tienen recursos y sí mucha mala leche y apelan a la violencia para ir a por ellos, mira Goikoetxea con Maradona”.

placeholder Neymar Júnior se queda tendido en el suelo tras la grave lesión sufrida en el Mundial de 2014. (EFE)
Neymar Júnior se queda tendido en el suelo tras la grave lesión sufrida en el Mundial de 2014. (EFE)

Algo en lo que coincide el mencionado Andoni Goikoetxea: “A Neymar le va la marcha y en ciertas zonas vacila al adversario. Se puede ganar alguna que otra patada. Hoy en día no hay mala intención, pero depende del partido y de cómo esté el rival, puede haber alguien al que se le crucen los cables. La entrada de Thiago Mendes (acción que le lesiona) es más aparatosa que violenta. Antes las entradas eran más duras y ahora se tiene mucho más cuidado, aunque siempre se le puede ir la pinza a alguien. Ahora se respeta mucho más a este tipo de jugadores —fíjate las patadas que le tirábamos a Maradona— y los colegiados te fichan rápidamente”.

Fuego amigo

En este sentido, el histórico defensa vasco añade: "Es su manera de jugar. Te tira un caño, te hace un recorte en zonas que no van a ningún lado. La acción que le hizo a Unai Bustinza en 2015 provocó que todos los jugadores del Athletic Club fueran a por él y yo creo que no lo hace con mala intención, pero cuando pierdes y te tiras un lujo ante alguien que está mosqueado, van a ir a por ti. Él sabe cuándo le van a hacer daño y cuándo no”.

El sombrero de Neymar en la final frente al cuadro de los leones con un 3-1 favorable en el marcador no solo suscitó la reacción y posterior crítica de los jugadores de Ernesto Valverde, sino que también le valió la reprimenda del máximo exponente del control-pase: Xavi Hernández. "Tendría que hacer una reflexión en serio sobre cómo debe actuar. Yo entiendo que actitudes como la jugada final ante el Athletic, en la Copa, la gente lo vea como una falta de respeto. Esas cosas igual en Brasil están aceptadas, pero aquí cuesta más. Debería hacer una reflexión porque es un chaval extraordinario, currante y humilde. Pero tiene esta cosa de brasileño, que lo ven como parte del 'show', pero aquí se ve como una falta de respeto". Una muestra más del océano cultural entre el fútbol del sudamericano y el europeo.

placeholder Neymar, en la final de Copa del Rey frente a Unai Bustinza. (EFE)
Neymar, en la final de Copa del Rey frente a Unai Bustinza. (EFE)

Como si respondiese al centrocampista azulgrana tras su salida, Neymar explicaba su sentimiento por el fútbol en una entrevista en LaLiga en 2016: "Para mí jugar es regatear, soy delantero, no puedo vivir para centrar ni decir 'sal de enfrente que tengo que pasar'. Yo tengo que regatear. A algunas personas que no les gusta el futbol, no les gustan los regates. No pasa nada, yo tengo que ayudar a mis compañeros y lo hago ayudándoles con regates". ¿Qué opinaba Neymar sobre las patadas? "Cuando no consigues coger a un jugador rápido que te regatea, hay patadas. Estoy acostumbrado a esto y lo que pasa se queda en el campo, antes de salir ya sé que va a haber golpes".

Metamorfosis futbolística

Desde su traumática salida del Barça, el brasileño ha ido evolucionando su juego sin perder ni un ápice de rebeldía apoyado en las travesuras propias del adolescente. Neymar, por tanto, ha multiplicado sus funciones hasta convertirse en un futbolista más cerebral y responsable tanto en la victoria como en la derrota. Sigue siendo juguetón, pero ahora es mejor y más completo. “Creo que me adapté rápido a la liga francesa. El estilo de juego europeo es muy similar en todos lados, no hay mucha diferencia entre las diferentes ligas”, afirmaba el astro verde-amarelo a finales de 2017 en una entrevista concedida a Red Bull.

Cuando el PSG ha tenido un déficit galopante de creatividad, él ha actuado como pegamento del sistema. Ha sido la imaginación ante el juego plano, la magia ante la desaparición del desequilibrio y la jerarquía frente a la despreocupación. El nexo de un proyecto faraónico que sigue soñando con la Champions League y que, casualidades del destino, podría vengarse de aquel escandaloso 6-1 endosado por el Barça donde Neymar fue el mejor jugador del partido.

Foto: Neymar y Mbappé en un partido reciente.
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Albert Ortega

Acusado de individualista cuando su única tarea ha sido acercar a un equipo sin argumentos colectivos a ganar la Copa de Europa, Neymar es el líder del club parisino por delante de Kylian Mbappé. Un futbolista capaz de plantear un desafío individual en el centro del campo y abarcar tanto terreno que su demarcación se difumina. Alguien sin miedo al error, puesto que su volumen de juego se basa en creer ciegamente en sus posibilidades y levantarse tras caer. ¿Y quién ha sido más derribado por los rivales y torpedeado por las lesiones tantas veces como él? Mientras, su padre mandó el lunes un mensaje en redes sociales tras la lesión del astro: "¿Hasta cuándo la culpa será de la víctima?" La cuenta atrás para la recuperación de Neymar ya ha empezado.

Desde su aterrizaje en Europa, siempre se ha mirado a Neymar Júnior con recelo. El brasileño era una figura extravagante en un fútbol caracterizado por medir al detalle las pérdidas de balón y desplazar el regate a un segundo o tercer plano, con el pase en la cúspide de la pirámide. La prioridad era conservar la posesión. En nuestro país, se tocaba y se tocaba, pero pocos se atrevían a regatear. El desborde, elemento capital en el juego, solo estaba tolerado culturalmente cuando no quedaba más remedio o no existía un atajo que supusiese menos riesgo.

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