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Gabriel Paulista, el último futbolista de Brasil que antepone su sentimiento español
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tiene como reto poder jugar la eurocopa

Gabriel Paulista, el último futbolista de Brasil que antepone su sentimiento español

Al central del Valencia tan solo le queda el requisito de jurar la Constitución y a principios de 2021 será seleccionable por Luis Enrique. Renuncia a cualquier opción de jugar para su país

Foto: Gabriel Paulista posa con las camisetas de España y del Valencia. (instagram gabriel paulista)
Gabriel Paulista posa con las camisetas de España y del Valencia. (instagram gabriel paulista)

La decisión de adquirir una nueva nacionalidad es muy personal, no es fácil de tomar y lleva un proceso de tramitación burocrático que se puede ir hasta los cinco años. Siempre y cuando no actúe el Gobierno por la vía rápida y conceda de forma express la carta de naturaleza. De esta manera es todo más sencillo, sin papeleos y con un rango de privilegio. Es lo que sucedió en septiembre del año pasado cuando el Consejo de Ministros, mediante un real decreto y fuera de todo proceso administrativo, otorgó la nacionalidad española a Ansu Fati. El futbolista del Barcelona, nacido en Guinea-Bissau, obtuvo este beneficio.

No puede decir lo mismo Gabriel Armando de Abreu, conocido como Gabriel Paulista, el jugador brasileño del Valencia, que tras un largo tiempo, cumplir con los requisitos y pasar los diferentes exámenes está a menos de tres meses de cumplir con el último trámite. Jurar o prometer lealtad al Rey y obediencia a las leyes españolas en una sede del registro civil. Gabriel Paulista habrá acabado con un largo proceso para cumplir el sueño de poder ser seleccionable para Luis Enrique. “Quiero jugar la Eurocopa con España”, es lo que no para de decir este futbolista que, sin renunciar a las raíces del país de nacimiento, sí le ha dado la espalda definitivamente porque nunca han contado con él y considera que se ha sido injusto.

Foto: Benzema en el partido entre el Shakthar y el Real Madrid en el Olímpico de Kiev. (Efe)

Robert Moreno fue la persona que le dio esperanzas a Gabriel Paulista cuando estaba al frente de la Selección española. Esto provocó que se le despejaran las dudas y siguiera adelante con el papeleo. Se sintió agradecido, reconocido y despertó en él un sentimiento de pertenencia a nuestro país. Gabriel Paulista llegó en 2013 para jugar en el Villarreal, estuvo un año y se marchó a Londres para jugar en el Arsenal, pero en 2017 regresó a Valencia y desde entonces tuvo en la cabeza el desafío de convertirse en uno de los mejores centrales de la Liga para llamar la atención del seleccionador español.

Objetivo: convencer a Luis Enrique

Lo consiguió con Robert Moreno, pero con el regreso de Luis Enrique no hay nuevas noticias. El asturiano sí ha dejado claro que si tiene el pasaporte español y rinde a un buen nivel puede tener sus opciones. Esto anima a Gabriel Paulista, que en febrero de este año, antes del confinamiento, se plantó ante el seleccionador de Brasil, Tite, y le dejó claro que ya no entraba en sus planes vestir la camiseta brasileña. Estaba decidido a cumplir el reto de jugar para España. Así lo sentía.

En febrero puede tener ya la doble nacionalidad después de aprobar, antes del confinamiento, dos exámenes en el Instituto Cervantes en el que superó test de conocimientos socioculturales y constitucionales de España. A comienzos de 2021 tendrá el deseado pasaporte de España y será seleccionable para Luis Enrique, que cuenta en este puesto con un solo central fijo, Sergio Ramos, y lleva un largo casting con Pau Torres, Eric García, Inigo Martínez, Diego Llorente… Gabriel Paulista sueña con esta llamada y estar en la próxima Eurocopa.

placeholder Gabriel Paulista celebra un gol con el Valencia. (Efe)
Gabriel Paulista celebra un gol con el Valencia. (Efe)

Para llegar a esta situación lo ha tenido demasiado difícil. Gabriel Paulista es el menor de cinco hermanos y nació en el barrio más pobre de Sao Paulo. Vivió en una favela de madera y recuerda los días de lluvia en los que se inundaba la casita. Tuvo una infancia dura, en la que sus padres le decían que se olvidara de ser futbolista porque no le podían pagar la matrícula para entrar a una escuela. La madre hizo sobreesfuerzos para conseguirlo y con mucho sacrificio y aprovechando las oportunidades llegó a jugar en el Esporte Club de Vitoria. Sus excelentes condiciones físicas llamaron la atención del Villarreal y dio el salto a Europa.

Como nadie le ha regalado nada nunca y sabe lo que es ganarse el pan de cada día, decidió que estaba en deuda con España. No llegaba esa llamada de la Selección de Brasil, era reconocido como uno de los mejores defensas de la Liga y le llegó el mensaje de la Federación Española de Fútbol. Se comprometió con España, el país que le había acogido y le dio la oportunidad de llevar una vida mejor en lo personal y profesional. Su pasaporte no ha sido tramitado con la celeridad que pidió el Consejo Superior de Deportes para resolver la documentación de Ansu Fati cuando no tenía ni 17 años. Pero está igual o más de feliz.

La oportunidad perdida de Dani Alves

El caso de Gabriel Paulista sirve para rememorar el de otros de futbolistas brasileños que se encontraron en el compromiso de elegir entre Brasil y España. Uno de los más sorprendentes y con final infeliz para nuestro país fue el de Dani Alves. El lateral que pudo jugar con la Selección española si no es por la actuación de la FIFA, que decidió que no era viable porque había hecho los trámites de la doble nacionalidad pasados los 21 años. Alves fue una petición de Luis Aragonés, en 2005, a la Federación Española de fútbol. Había jugado con las categorías inferiores de Brasil, pero no con la absoluta. No pudo ser posible por el impedimento de una regla de la FIFA. Sí salió adelante la petición de Marcos Senna, que obtuvo la doble nacionalidad hispano-brasileña en los juzgados de Castellón.

placeholder Thiago con la Selección española. (Efe)
Thiago con la Selección española. (Efe)

La decisión de acogerse a la nacionalidad española generó un fuerte debate en la familia brasileña de Iomar do Nascimiento, conocido como Mazinho, y su mujer Valeria Alcántara, ex jugadora de voleibol brasileña. “Es una decisión muy personal y no ha sido nada sencillo, pero me he criado en este fútbol y España siempre me ha tratado muy bien”, tuvo que justificarse Thiago Alcántara cuando dio el paso para jugar con España y renunciar a la Selección brasileña. Thiago, que nació en la localidad italiana de San Pietro Vernotico en una época que su padre era jugador del Lecce, llegó a reconocer que recibió presiones de la familia. Pero se mantuvo fiel a su sentimiento: “Prefiero ser ciudadano del mundo y para mí vestir la camiseta de España el algo único y un sentimiento diferente”.

Rafinha, su hermano, tomó otra decisión. Eligió Brasil y lo hizo cuando estaba a punto de ser seleccionado por Julen Lopetegui en la categoría de Sub-19. Rafinha nació en Sao Paulo, pero jugó en la cantera del Barcelona, y nada de esto le hizo seguir el camino de Thiago. Rafinha se decantó por Brasil porque se lo pidió su padre. Maninho disputó dos Mundiales con Brasil, llegó hasta los octavos de final en Italia 90 y se proclamó campeón con la verdeamarela en Estados Unidos en 1994.

La decisión de adquirir una nueva nacionalidad es muy personal, no es fácil de tomar y lleva un proceso de tramitación burocrático que se puede ir hasta los cinco años. Siempre y cuando no actúe el Gobierno por la vía rápida y conceda de forma express la carta de naturaleza. De esta manera es todo más sencillo, sin papeleos y con un rango de privilegio. Es lo que sucedió en septiembre del año pasado cuando el Consejo de Ministros, mediante un real decreto y fuera de todo proceso administrativo, otorgó la nacionalidad española a Ansu Fati. El futbolista del Barcelona, nacido en Guinea-Bissau, obtuvo este beneficio.

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