La tecnología que convierte el césped de LaLiga en una alfombra

E

l barro, las llamadas calvas o los terrenos de juego enfangados son cosa del pasado. El uso de nuevas tecnologías unido a una mayor profesionalización en el cuidado de los campos ha cambiado por completo la ‘cara’ de los estadios. Hablamos del césped, sí, el elemento común en todos los partidos de LaLiga y que en los últimos años ha dejado de ser noticia… para bien.

Existen varios motivos que explican por qué hemos llegado a esta situación en los últimos años, y la principal de ellas radica en la profesionalización en los cuidados de los campos de LaLiga Santander y LaLiga SmartBank. Cuidados personalizados y nuevas tecnologías han sido los responsables de obrar este pequeño milagro. “El césped solo es la parte visible pero lo importante está por debajo. No cultivamos el césped, preparamos un terreno de juego”, explica Pedro Fernández-Bolaños, encargado de coordinar que todos los estadios de la competición cumplan con las normativas para que el fútbol se pueda desarrollar en las mejores condiciones.

Un césped en mal estado es una invitación a que aparezcan todo tipo de problemas: “Cuando llueve no drena bien, se encharca y se destroza porque se pisotea mucho”

Atrás han quedado los tiempos en los que el Santiago Bernabéu, por ejemplo, sufría en sus carnes los rigores del invierno: “No se recuerda que el fondo sur estaba mucho peor que el norte, que todavía recibía sol en invierno”. Un césped en mal estado es una invitación a que aparezcan todo tipo de problemas: “Cuando llueve no drena bien, se encharca y se destroza porque se pisotea mucho”. Y ahí es cuando, antaño, comenzaban los problemas, especialmente en los meses de invierno.

El gran cambio en los últimos años tiene nombre y apellidos: luces de crecimiento. “El césped está loco por el sol”, recuerda el Coordinador para la Calidad de los Terrenos de juego de LaLiga. Una solución que ha venido caída del cielo para algunos equipos cuyos estadios cuentan con un denominador común: el campo recibe menos rayos de luz de los deseados por la altura de las gradas o por las cubiertas. Es ahí donde entran en juego unas enormes lámparas que sustituyen al astro rey, situadas a pocos metros del suelo: “Son como las de la calle, con una luz un poco amarillenta. Buscamos que se haga la fotosíntesis”.

A estas luces hay que sumar la progresiva implantación de los llamados céspedes híbridos, lo que convierte los terrenos de juego en una mezcla entre artificial y natural, cuya misión es aportar consistencia y estabilidad. En este sentido, podemos distinguir entre híbridos cosidos y de malla. El primero, más laborioso, puede llevar hasta diez días de preparación y tiene una vida útil de unos diez o quince años. “Después de sembrar un terreno, una máquina inyecta fibras artificiales a unos 15 o 18 centímetros de profundidad. Hay una cada dos centímetros pero el porcentaje total es bajísimo, solo el 2% o el 3% de todo el campo”.

La alternativa menos laboriosa, aunque también menos duradera, es la del híbrido de malla. Es el ejemplo de estadios como el Wanda Metropolitano o San Mamés que, “debido a los eventos que tienen en verano no pueden renovarlo o regenerarlo”, ilustra Fernández-Bolaños. Estas estructuras “se colocan debajo del tepe” y de ella salen los pelos de césped artificial que se acostumbran a renovar cada año.

El gran cambio en los últimos años tiene nombre y apellidos: luces de crecimiento. “El césped está loco por el sol”

En busca de la uniformidad

Hace años que todas las alfombras de los campos de LaLiga Santander y LaLiga SmartBank lucen igual. Y no es casualidad. La organización deportiva cuenta con un reglamento para todos los clubes en los que se detallan conceptos tan precisos como la altura que debe tener el césped, la longitud de las franjas o incluso las líneas que delimitan el terreno de juego.

La altura debe ser siempre la misma, entre 20mm y 30mm, aunque en aquellos climas más cálidos se permite que esté entre 15mm y 20mm. Este último punto supone un cuidado adicional ya que, como explica el encargado de coordinar que todos los estadios, es más complicado mantener un corte a ras de suelo que uno un poco más frondoso: “Cuanto más largo sea, más cantidad de hoja puede hacer la fotosíntesis y hay más raíz para absorber nutrientes. Está más cerca del estado natural”.

Además de la altura, cada una de las mitades del campo tiene que contar con nueve franjas. De ellas, las cuatro primeras (empezando desde cada portería) deben tener una anchura de 5,5 metros. ¿Cómo se determina el color de esas franjas? La explicación es sencilla: depende de la dirección en que se haya segado. “Depende de cómo esté tumbada la hierba. Si la segadora ha cortado hacia ti ves la parte de abajo de la hoja, que es oscura porque no recibe tanta luz. Si la segadora ha cortado alejándose de ti ves la parte de arriba de la hoja, que es de un verde claro”, explica el Coordinador para la Calidad de los Terrenos de juego de LaLiga.

Los deberes de un recién ascendido

Todas esas directrices que muchos clubes asentados en la élite han normalizado son también de obligado cumplimiento para aquellos que ascienden a LaLiga SmartBank. El proceso de adaptación no se da de la noche a la mañana sino que LaLiga hace un seguimiento de aquellos clubes que están mejor clasificados para que lo tengan todo listo si consiguen el ascenso. “Tenemos reuniones previas, les explicamos el reglamento de retransmisión, cómo deben tener los vestuarios, las camisetas… Que se preparen para todo lo que se van a encontrar”, reconoce Fernánez-Bolaños.

Uno de los equipos que han logrado el ascenso esta temporada ha sido el FC Cartagena, que ha regresado a la división de plata después de ocho temporadas en Segunda B. Una vez descorchado todo el champán, la directiva del equipo tuvo que ponerse manos a la obra para adecuar el estadio a las nuevas necesidades. Y los responsables de mantenerlo ya conocían de antemano los problemas a los que se enfrentaban.

LaLiga hace un seguimiento de aquellos clubes que están mejor clasificados para que lo tengan todo listo si consiguen el ascenso

“El drenaje que teníamos no funcionaba. Cuando tienes un perfil de arena malo bajo el césped es muy difícil mejorarlo sin hacer una gran obra. Necesitas poder filtrar mínimo 50 litros por metro cuadrado a la hora. Cuando llueve o riegas, la raíz se asfixia porque necesita aire y el campo no filtra bien. Al final, se arranca más césped al jugar y pierde calidad”, explica Eduard Rovira, director técnico de Royalverd, empresa encargada del mantenimiento del terreno de juego del equipo murciano. Según Rovira, antes bastaba con que cayeran “cinco o seis litros” por metro cuadrado para que el terreno “estuviera impracticable”.

El Cartagena acometió este verano un proceso de renovación para adecuarse a la normativa vigente. “Se ha hecho una inversión muy importante para cambiar todo el perfil del campo. Se rebajó la altura 40cm, el sistema de drenaje es totalmente nuevo. Todo el perfil donde se apoyan las raíces tiene arena de sílice, como marca la normativa de construcción, y está situada encima de arena pura, como de playa, que filtra muy bien porque es muy porosa”, detalla Rovira. El resultado, un césped que ya no sufre como antaño cuando se acercan nubes negras.

El FC Cartagena tiene la misión de que su césped pase desapercibido, que no sea un ‘jugador’ más en la competición, señal de que todo ha funcionado tal y como estaba previsto.