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El futbolista que lo dejó todo y el Atlético de Madrid por fugarse con Lola Flores
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Aquellos maravillosos años 50

El futbolista que lo dejó todo y el Atlético de Madrid por fugarse con Lola Flores

Gerardo Coque Benavente tenía todo para hacer historia en el fútbol, pero sería recordado por un sonado romance con la artista conocido como la Faraona

Foto: Lola Flores en una imagen de archivo.
Lola Flores en una imagen de archivo.

Hay que remontarse a 1952 para conocer cómo un joven futbolista de 24 años pasaba a la historia del deporte español. Aquel día, Gerardo Coque Benavente se convirtió en el primer jugador del Valladolid, y en el primer vallisoletano que vistió la camiseta de la selección nacional. Debutó el 1 de junio de 1952 con un España-Irlanda celebrado en el estadio Chamartín, que en esa época albergaba al Real Madrid de Santiago Bernabéu. Se estrenó con un gol, aunque terminaría el encuentro lesionado. Lo anotó a los dos minutos de comenzar el enfrentamiento. Una proeza que le colocó en la esfera de los clubes más importantes del país. No se imaginaba Coque que eso sería el principio del fin de su carrera deportiva, así como de una de las historias de pasión que sacudieron el mundo del fútbol.

Gerardo Coque era un interior derecho con clase, según las crónicas de la época, que con 18 años ya era seguido como un pucelano insigne. Goleador y con recorrido al que el Valladolid se le fue quedando pequeño. Su debut con la selección nacional, que a la postre acabaría por ser su único partido con la elástica española según los registros de la propia federación, le abrió las puertas a instalarse en Madrid. Lo hizo gracias a una oferta irrechazable para su equipo por parte del Atlético de Madrid. Un millón de pesetas que, pese a irritar a la afición vallisoletana, provocó un adiós con homenajes. El fútbol de los grandes ya existía.

placeholder Coque, en su debut con la selección española. (Sefutbol)
Coque, en su debut con la selección española. (Sefutbol)

Unos 200 kilómetros separan por carretera Valladolid de Madrid. Luis Benítez de Lugo y Ascanio, marqués de la Florida, solo llevaba un año como presidente de los rojiblancos cuando recibió un mazazo deportivo: Pérez-Paya, uno de sus mejores jugadores, se marchaba al eterno rival. Solo había una opción, gastarse una suma de dinero desorbitada de la época para traer a la gran promesa del fútbol español. Coque Benavente aterrizaba en la capital.

Agosto ya calentaba Madrid cuando el interior diestro firmaba por el club. Los aficionados colchoneros poco tardaron en disfrutar de su talento. ¿Acaso habían encontrado a un líder del centro del campo para los años venideros? Como si de una película de gánsteres se tratara, una mujer se cruzó en su camino. O, mejor dicho, Coque Benavente se puso en medio de la trayectoria de un tren de mercancías llamado Lola Flores. Muy alejada del talento vocal de otras folclóricas como Rocío Jurado o Carmen Sevilla, la Faraona fue descrita con absoluto rigor por el 'The New York Times' con su carrera ya avanzada, en días previos a una actuación en el Madison Square Garden. "Lola Flores, una artista española, no canta ni baila, pero no se la pierdan", rezaba una de las críticas del distinguido periódico norteamericano.

Las noches de desenfreno en la capital en aquellos años 50 no gozan de la popularidad de la 'jet set' de los 80 y su 'beautiful people', pero aquellas madrugadas madrileñas fueron testigos de un romance de película entre Coque y Flores. Las malas lenguas, incluso, señalaron que el comienzo del noviazgo se debía al despecho y la tristeza que otro futbolista había dejado en el orgullo de la cantaora. Gustavo Biosca, elegante central del Barça con aspecto y aires de torero que puso fin a su aventura sentimental para casarse con la que sería su esposa. Otras voces hablaron de una conexión instantánea, casi obsesión, que llevó al centrocampista a tirar su carrera futbolística por la borda.

Entre idas y venidas de una relación prohibida, y aconsejado por los modelos de vida impuestos en la época, Coque contrajo matrimonio. La afición del Atlético de Madrid aguardaba atenta, puede que en los textos de la época los aspectos indecorosos no se airearan, pero en el antiguo Metropolitano todos sabían lo del futbolista con la artista gitana. Las pitadas fueron atronadoras cada vez que cometía el mínimo error. Más tarde la propia Lola Flores aclararía que, a pesar de haber actuado en numerosos papeles como gitana, solo era un cuarto calé por parte de su abuelo.

placeholder Imagen promocional de 'Morena Clara', película protagonizada por Lola Flores.
Imagen promocional de 'Morena Clara', película protagonizada por Lola Flores.

Donde hubo ceniza, hubo fuego y la llama volvió a arder. Esta vez con consecuencias fatídicas para la carrera profesional del vallisoletano. Lola Flores acababa de estrenar 'Morena Clara' en los cines y es toda una estrella. Cautivado y embriagado, Coque Benavente dijo esa manida frase de 'adónde tú vayas, iré yo'. Y a México que se fueron, a hacer las Américas, en una gira de largo recorrido por los teatros donde todos conocían a Lola Flores y a nadie le llamaba en especial la atención de aquel nombre que figuraba en la producción, una tal Gerardo.

Dos partes salieron seriamente perjudicadas de esta fuga, en mitad de la temporada 54/55. Primero el Atlético de Madrid, club que barajó llevar al futbolista a los juzgados por grave incumplimiento de sus prestaciones y que llegó a presentar denuncia ante la federación. La Faraona tomó una medida al enterarse, mandar 50.000 pesetas al Atleti como gesto de cordialidad, además de tener en nómina a Coque. El fútbol de la época era así, una estrella de los tablaos como Lola Flores gozaba de un poder económico mayúsculo capaz de seducir un incumplimiento de contrato. Décadas más tarde, en un momento mucho más complicado, Hacienda le reclamó a la artista 28 millones de pesetas de multa por no presentar la declaración de impuestos en cuatro años consecutivos. "Si una peseta diera cada español…", dijo alicaída a las puertas del juzgado. Su propia hija, Lolita, confirmaría años después que les llegaron a tirar pesetas y otras monedas al coche si les reconocían en mitad de una carretera.

placeholder Coque y Lola Flores, en una imagen juntos.
Coque y Lola Flores, en una imagen juntos.

El amor con fecha de caducidad acabó por atragantarse. Los años dorados de su carrera futbolística los había pasado como productor de un espectáculo de flamenco, pero Coque Benavente pudo recuperar parte de su vida. Su esposa olvidó el abandono del hogar y perdonó la escapada. Él se volvió a poner en el mercado futbolístico y el Atlético de Madrid no hizo especial sangre: acabó en el Granada en el final de temporada de la 57/58, donde apenas jugó, y el año siguiente regresó a su Valladolid, en segunda. Con 33 años y en la Cultural Leonesa colgó las botas. Lola Flores encontró al hombre con el que formaría una familia, Antonio González 'El Pescaílla', artista que sería el padre de sus tres hijos. Lolita, hija mayor y también artista, contestó amablemente acerca de cómo Coque se fugó con su madre y abandonó el fútbol en una entrevista con 'Sport': "Eso lo he leído. Ya hay que querer a una persona para dejar su profesión. Yo no sé si sería capaz. Lo haría por mis hijos pero por un hombre no creo".

Hay que remontarse a 1952 para conocer cómo un joven futbolista de 24 años pasaba a la historia del deporte español. Aquel día, Gerardo Coque Benavente se convirtió en el primer jugador del Valladolid, y en el primer vallisoletano que vistió la camiseta de la selección nacional. Debutó el 1 de junio de 1952 con un España-Irlanda celebrado en el estadio Chamartín, que en esa época albergaba al Real Madrid de Santiago Bernabéu. Se estrenó con un gol, aunque terminaría el encuentro lesionado. Lo anotó a los dos minutos de comenzar el enfrentamiento. Una proeza que le colocó en la esfera de los clubes más importantes del país. No se imaginaba Coque que eso sería el principio del fin de su carrera deportiva, así como de una de las historias de pasión que sacudieron el mundo del fútbol.

Lola Flores Santiago Bernabéu