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Un Atleti sin filo se deja dos puntos ante el Huesca en un partido para olvidar (0-0)
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LA DEFENSA DEL HUESCA RINDIÓ A ALTO NIVEL

Un Atleti sin filo se deja dos puntos ante el Huesca en un partido para olvidar (0-0)

No siempre se pueden meter seis goles; en ocasiones, ni uno al Huesca

Foto: Saúl Ñíguez, durante una acción ante el Huesca. (EFE)
Saúl Ñíguez, durante una acción ante el Huesca. (EFE)

En el Atlético de Simeone, hay cosas que son consistentes, como la solidez defensiva y la entrega de los jugadores, y otras más bien coyunturales, como el festival de goles de la semana pasada. Hoy, ante el Huesca, volvió el Atleti rocoso que apenas recibe un disparo en su portería, pero que en ocasiones tampoco lo genera en la rival. Empate a cero en un encuentro trabado en El Alcoraz, plagado de imprecisiones, que apenas servirá para que los aficionados atléticos redimensionen las expectativas depositadas en Luis Suárez.

La primera parte se erigió en un monumento al fútbol intrascendente. El buen trabajo defensivo del Huesca, especialmente de los laterales Javi Galán y Pedro López cerrando las bandas a los madrileños, y la falta de creatividad que acusa el Atleti cuando no está Koke sobre el césped —y a veces incluso con él— derivaron en 45 minutos de mediocampismo y frentazos al cielo de los centrales. No sería de extrañar que, después de una jornada laboral y mecido por el silencio del estadio y el fútbol romo, más de uno haya cabeceado en el sofá.

Sin embargo, hasta en el fracaso hay clases. No es lo mismo la primera parte de Llorente por banda derecha, siempre buscando la diagonal y apretando a la zaga a la hora de sacar el balón, que la de Vitolo, ubicado en la otra banda. El canario se mostró impreciso en el control y el pase, incapaz de igualar la velocidad del juego del equipo, el eslabón más débil de la creación rojiblanca una vez más. Simeone lo sentó en el descanso en favor de Correa y el cambio lo acusaron los de Míchel, que empezaron a notar el desgaste de la máxima concentración con la que disputaron la primera mitad.

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En el 58, en un minúsculo claro que dejó el Huesca en la frontal, Joao Félix se inventó un pase perforante que dejó solo delante del portero a Luis Suárez. El uruguayo dudó, quiso romper al portero por velocidad y terminó por darse cuenta de que tiene 33 años y una rodilla hecha cisco. Andrés Fernández tapó el lanzamiento y, acto seguido, Simeone lo cambió por Diego Costa. Sin duda Suárez aportará carácter y gol al Atleti, porque aún los tiene, pero su deterioro físico es innegable y es difícil que se libre de la sombra de una nueva lesión a lo largo de la temporada.

En el apartado ofensivo destacó sobre todos Joao Félix, siempre dispuesto a filtrar un pase o armar la pierna en un santiamén. Disparó a puerta en varias ocasiones, en todas bien, y no salvó los tres puntos para el Atlético de milagro. El portugués todavía no hace milagros, pero ya se echa el equipo a la espalda y su futuro invita a soñar.

El resultado puede leerse como una victoria moral para el Huesca, que aún no ha ganado un solo partido en liga, pero ahora sabe que puede defenderse de los mejores, incluso dentro del área, cuando la presión pita en los oídos. El Atleti, por su parte, se encuentra con el primer tropezón en el segundo partido que disputa y, lo que es peor, con los fantasmas del pasado: sus endémicas carencias de profundidad y remate.

En el Atlético de Simeone, hay cosas que son consistentes, como la solidez defensiva y la entrega de los jugadores, y otras más bien coyunturales, como el festival de goles de la semana pasada. Hoy, ante el Huesca, volvió el Atleti rocoso que apenas recibe un disparo en su portería, pero que en ocasiones tampoco lo genera en la rival. Empate a cero en un encuentro trabado en El Alcoraz, plagado de imprecisiones, que apenas servirá para que los aficionados atléticos redimensionen las expectativas depositadas en Luis Suárez.

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