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La historia del equipo que recita poemas a la grada: "A menudo nos meten ocho"
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La historia del equipo que recita poemas a la grada: "A menudo nos meten ocho"

La Nazionale Italiana Poeti se patea estadios y cárceles italianas a cambio de que les dejen leer sus versos. Todos los integrantes del equipo tienen como requisito ser poetas para participar

Foto: Los integrantes del conjunto, poco después de un partido. (Javier Brandoli)
Los integrantes del conjunto, poco después de un partido. (Javier Brandoli)

"Yo escribía poesía desde los diez años, pero en los años 80 en Ostia (conflictivo barrio marítimo de Roma), en plena época de la heroína y las bandas en las calles, si decías que escribías o leías poesía tenías grandes problemas. Lo hacía a escondidas, no se lo decía ni a mis padres, y luego me iba al gimnasio o a jugar al fútbol con los amigos". ¿Y cómo conseguías los libros? "Me hice socio de la biblioteca", explica a El Confidencial Michele Gentile, un tipo de 48 años, grande, de barba larga, gesto rudo, creador y capitán del único equipo de balompié que existe en el mundo compuesto solo por poetas: La Nacional Italiana de Poetas, que el domingo 20 de septiembre realizó un acto en Ostia titulado 'Letras en Viaje'. Hay libros y balones por el suelo, mezclados, retando la lógica que impone que los versos no saben nada de los pies.

Michele, al que las lógicas le importan un carajo y tiene fama de defensa central de la vieja escuela, cuenta que se inventó hace año y medio un equipo para que en los partidos, como si despejara balones que se le inflan en el estómago, los jugadores recitaran a los perplejos espectadores que "se encargará el mar de perdonar nuestros inviernos". Y ellos callan y escuchan algunos por primera vez en su vida, unos versos de unos tipos musculados, con pantalón corto y algún tatuaje en los brazos, hasta que de pronto el árbitro reinicia el partido y las rimas regresan a la normalidad del fútbol: meter el codo en el estómago en los córneres.

placeholder Imagen del recital. (Cristina Casavecchia)
Imagen del recital. (Cristina Casavecchia)

Esa es la victoria de esta escuadra, que los escuchen, porque en lo otro, lo reconoce el entrenador y jugador Ettore Cacciotti, el único que fue exjugador juvenil de la Lazio y semiprofesional del fútbol en su juventud, "perdemos siempre". "Normalmente nos meten entre ocho y diez goles", añade Emiliano Scorzoni, también poeta y centrocampista, ante un cierto gesto de resignación del míster que descubrió, como tantos, la poesía desde un escondite: "Con 15 o 16 años, en un equipo de fútbol, hablar de poesía era un tabú. Yo dejé los estudios en el tercer año de la escuela superior. Me gustaba llegar antes a los partidos, saltaba al campo, olía el césped porque el olor de la hierba recién cortada en un campo es poesía, y me imaginaba y escribía en mi cabeza todo el partido. Luego, años después, he descubierto este equipo nacional y he empezado a publicar mis poemas", señala Cacciotti. ¿Cuál ha sido tu mayor éxito en un campo? "Haber podido jugar y leer un poema frente a cientos de personas en Recanati, donde nació el más grande poeta italiano, Giacomo Leopardi. Verme allí, un tipo sin estudios, leyendo mis poemas, fue muy emocionante".

Francesco Pasqual, el delantero, tiene otro recuerdo especial de este extraño equipo en el que el utillero carga con más libros que balones: "Una vez jugamos aquí en Ostia un partido, leí un poema y un niño se acercó con su padre para hacerse una foto conmigo como si yo fuera una estrella". El poema de Pasqual decía: "¿Papá, papá, cuál es mi libertad?".

Aquel partido, como todos los que disputa esta selección nacional, era en beneficio de una ONG. El equipo juega gratis, se pagan ellos todos los gastos de traslados y solo exigen una cosa: "Es obligatorio que antes, durante y después del partido nos dejen leer nuestros poemas al público", señala Scorzoni. "Recuerdo una vez que fuimos a jugar a Acquapendente. Perdíamos 8-1 y la gente empezó a irse. Entonces el capitán del equipo contrario comenzó a llamar a gritos a todos los espectadores y les obligó a que se quedaran a escuchar nuestros versos", dice Gentile. ¿Hay muchas emociones en los partidos? "Sí, fue muy especial jugar contra el equipo de fútbol de la cárcel de Rebibbia. Los presos también escriben poemas, algunos muy duros, y nosotros acabamos leyendo sus versos y ellos los nuestros. Ahí volveremos a jugar".

placeholder Lo importante no es ganar, sino transmitir la poesía. (Cristina Casavecchia)
Lo importante no es ganar, sino transmitir la poesía. (Cristina Casavecchia)

De esa voluntad de romper prejuicios, especialmente en los niños, nació esta idea que lucha contra los 'cliches' que dictan que un poeta es un débil que no corre por nada que no sea huir. El mundo no es lo que el correcto 'buenismo' impone, sino la realidad de ser un niño de 12 años escribiendo poemas en muchos barrios y pueblos de Italia (y del mundo) y aprender a que la única utilidad de correr es desmarcarte para que no te partan un labio. Este peculiar equipo, entre otras cosas, quiere acabar con eso. "Enseñamos a los niños que se puede jugar al fútbol y ser un poeta, a no tener vergüenza. Ven tipos grandes, atletas, recitar versos. La poesía es un lenguaje del pueblo y debe volver al pueblo. ¿Dónde se puede hacer mejor eso que en los campos de fútbol?", pregunta un Scorzoni buen matemático, frente a lo que parecen menospreciar otros, que tras sumar y restar aforos entendió que hay más potenciales lectores en los estadios que en las bibliotecas.

Obligatorio haber publicado poemas

El requisito para entrar en la Nacional Italiana es al menos haber publicado un libro de poemas. Entrenan ahora por el covid solo una vez al mes, la mayoría son seguidores de diversos equipos de la Serie A, aunque se impone la Roma, y tienen una previa de cada partido ya algo diversa al resto de escuadras cuando el barítono y también poeta, Valerio Pagano, canta el himno italiano en el centro del campo antes de hacer correr la bola. Tras ese instante, comienza un partido donde el míster asegura que "se esfuerzan y dejan el alma en ganar", pero el objetivo es el de acercar dos mundos alejados muchas veces a patadas dadas por unos y otros: "Nos hemos inspirado en Pier Paolo Pasolini, uno de los mayores intelectuales de este país y un absoluto apasionado del fútbol", explica Gentile. El genial y excéntrico director de cine y escritor italiano definía el fútbol como "un sistema de signos, un lenguaje" y al regate "como una acción poética". Los mejores poemas se sudan y los mejores goles se piensan, ahí es dónde el fútbol y la poesía se encuentran.

"Un gesto técnico es poesía. Un buen pase, un desmarque... es poesía. El fútbol si te gusta es poesía", explica el entrenador Cacciotti. ¿Quién es el mejor poeta que has visto en un campo? "Alen Boksic (jugador croata de la Lazio) Recuerdo un día contra la Sampdoria que hizo dos regates, cortos, y se la pasó por encima al portero desde fuera del área. Eso es poesía".

La pasión de Pasolini por la pelota no es un caso único entre los intelectuales; Camus, Bolaño, Sartre, Borges... también sufrieron esta dolencia, pero sí es algo poco común, al menos entre cierta élite de pensamiento que compara el fútbol con la trashumancia. "No hay que invitar a la gente a que lea, hay que ir a donde está la gente para invitarles a leer. El público cada vez más está respondiendo a nuestros partidos. La poesía se escondía de la gente. Se rechaza el fútbol por esnobismo. Todos los poetas buenos están muertos y nosotros queremos revivir la poesía", cuenta Gentile que lanza un reto: "Hagan desde su periódico que en España se cree el segundo equipo nacional de poetas del mundo. Le aseguro que nosotros vamos allí a jugar con ellos, a leer nuestros versos y escuchar los suyos, aunque debamos de ir en bicicleta o a pie".

placeholder El recital tiene lugar antes del encuentro. (Cristina Casavecchia)
El recital tiene lugar antes del encuentro. (Cristina Casavecchia)

Y lo harían como ya lo hacen. Van a campos perdidos para apoyar que se construya un hospital o una escuela y, antes del partido, en el vestuario, se concentran en correr 90 minutos, en achicar mejor los espacios, recuperar la pelota y abrir a las bandas para que, a Francesco, el delantero, le lleguen balones que convertir en goles. Y mientras eso pasa o no pasa, que en el fútbol las rimas cuestan, roban un micro, enjuagan la garganta seca del trote y sueltan a los aficionados allí congregados: "Rueda la pelota, tras matas verdes y líneas blancas. Escribe la pluma, entre hojas blancas y líneas negras. Pases rápidos, golpes de cabeza, escritores feroces, rimas de protesta. Lanzarse a la esquina a parar la pelota. Un verso resuena para dar esperanza. El jugador corre corriendo hacia un sueño. El poeta escribe describiendo la vida. Y así nace la Nacional Poeta, entre matas verdes y líneas negras, sobre hojas blancas y sudor para vender". Y el público, acostumbrado a hacer ruido en los estadios guarda por un instante silencio, digiere los versos y comienza a aplaudir. Marcaron gol los goleados poetas.

"Yo escribía poesía desde los diez años, pero en los años 80 en Ostia (conflictivo barrio marítimo de Roma), en plena época de la heroína y las bandas en las calles, si decías que escribías o leías poesía tenías grandes problemas. Lo hacía a escondidas, no se lo decía ni a mis padres, y luego me iba al gimnasio o a jugar al fútbol con los amigos". ¿Y cómo conseguías los libros? "Me hice socio de la biblioteca", explica a El Confidencial Michele Gentile, un tipo de 48 años, grande, de barba larga, gesto rudo, creador y capitán del único equipo de balompié que existe en el mundo compuesto solo por poetas: La Nacional Italiana de Poetas, que el domingo 20 de septiembre realizó un acto en Ostia titulado 'Letras en Viaje'. Hay libros y balones por el suelo, mezclados, retando la lógica que impone que los versos no saben nada de los pies.

Pier Paolo Pasolini
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