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Las malas pulgas de Joao Félix, una actitud que no casa con la de sus compañeros
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La tomó contra una valla publicitaria

Las malas pulgas de Joao Félix, una actitud que no casa con la de sus compañeros

El luso se marchó visiblemente molesto cuando fue sustituido contra el Mallorca en el segundo tiempo. Sigue sin brillar, cabizbajo. Simeone avisa de que la cosa no está para individualidades

Foto: Joao Félix estruja la pelota tras ser sustituido por Simeone en el encuentro ante el Mallorca. (EFE)
Joao Félix estruja la pelota tras ser sustituido por Simeone en el encuentro ante el Mallorca. (EFE)

Joao Félix sigue sin enlazar dinámicas positivas en el Atlético de Madrid. El fichaje más caro de la historia del club, joven y con todo el futuro por delante, no terminaba de convencer antes de la pandemia y tampoco lo hace a posteriori. Sus destellos de calidad, intermitentes, no son suficientes y su equipo le exige más. Si bien, pese a su alto coste, no venía a liderar de manera inmediata un proyecto con un gran número de hombres experimentados en el campo, sí tendrá que empezar a hacerlo pronto. Quizá el año que viene, quizá dentro de dos, pero el jugador luso debe empezar a adquirir una cierta continuidad en el juego que le vaya convirtiendo en una figura imprescindible, en un hombre capaz de marcar las diferencias y el devenir de un conjunto que lo apostó todo para hacerse con sus servicios el pasado verano.

La sensación ahora mismo es que Joao quiere, pero no puede en este Atlético. Sin puntería, sin pase, sin chispa, acabó desesperándose y fue sustituido en el 55' del partido ante el Mallorca por Vitolo, uno de los mejores en la segunda parte. Durante este curso ha jugado fuera de su posición natural, en la banda derecha, y también como mediapunta, donde más le gusta, y salvo pequeños momentos de lucidez (como ante Osasuna) no ha destacado especialmente. La apatía es la tónica general de un futbolista que no se termina de adaptar al estilo que propone Simeone y no goza de la libertad que disfrutaba en el Benfica, donde únicamente se centraba en mirar a la portería contraria. Ahora Joao también tiene que mirar hacia la propia, es lo que se le pide cuando no tiene la pelota en los pies. Numerosas voces apuntan a que no está en el mejor sitio para progresar, que se ha equivocado recalando en el Wanda Metropolitano, y parece que los cantos de sirena que llegan de todas partes le están afectando anímicamente.

placeholder Joao Félix, cabizbajo tras ser sustituido por Simeone ante el Mallorca. (EFE)
Joao Félix, cabizbajo tras ser sustituido por Simeone ante el Mallorca. (EFE)

"No nos detenemos en individualides"

Su enfado era notable al ser cambiado, puede que consigo mismo, pero también con Simeone, con el que rara vez termina un partido. El enfrentamiento ante el Mallorca, el conjunto más goleado del campeonato, parecía propicio para él, pero nada más lejos de la realidad. No le salió absolutamente nada. En la primera mitad tuvo tres ocasiones claras de gol y estuvo desacertado en todas. Su expresión corporal lo decía todo. Al ver su número en el cartelón decidió pagar su mala actuación con una valla publicitaria y un balón que envió a la grada. En rueda de prensa su entrenador insistió en la confianza que le tiene, sabedor de que un reproche público no le va a ayudar en nada, pero remarcó que la cosa no está para detenerse en individualidades: "Nosotros confiamos absolutamente en su calidad, en su talento, en su forma de jugar y necesitamos que se reproduzca en el campo. Si hay una cosa que siempre buscamos es el objetivo que necesita el equipo y, consecuentemente, el club. No nos detenemos solo en las individualidades. Si nos detuviéramos solo en las individualidades sería peligroso y no correcto en consecuencia de lo que tenemos".

El Atlético puede presumir de no haberle necesitado demasiado tras el parón porque colectivamente la plantilla ha vuelto mejor de lo que se fue. 17 puntos de 21 posibles y la recuperación de Marcos Llorente, que ahora mismo es el que claramente lleva la batuta en términos ofensivos merced a su descaro y potencia. El madrileño, que no estaba teniendo tampoco una adaptación fácil, ha eclipsado al luso en el último mes e incluso le ha discutido la mediapunta. Pero es que todos los compañeros se comen el césped cada vez que disponen de minutos, actitud que contrasta con la de Joao, a menudo desorientado. El portugués está obligado a sacudirse el malestar y reaccionar si no quiere deprimirse más de la cuenta en el banquillo. "Siempre trato de transmitirle a los jóvenes, a los de mediana edad o a los grandes que vienen al Atlético que llegan a un equipo competitivo y que tiene que ganar. Y acá se trabaja para buscar lo mejor que necesite el equipo para ganar. No tenemos compromiso con nadie", remarcó Simeone.

placeholder Félix intenta controlar la pelota ante la presencia del defensa del Mallorca, Antonio Raillo. (EFE)
Félix intenta controlar la pelota ante la presencia del defensa del Mallorca, Antonio Raillo. (EFE)

Efectivamente, nadie regala nada en ninguna parcela del campo. En casa rojiblanca no hay sitio para la relajación. Quedan cuatro partidos y Joao Félix tiene ante sí rivales favorables como Celta, Betis o Real, que suelen conceder espacios, para empezar a abrillantar sus botas y ganar confianza de cara a la temporada que viene, donde tendrá que subir el listón obligatoriamente porque se le examinará con otro prisma. Las lesiones y el parón por el virus en esta temporada extraña han podido lastrarle un poco, pero también es cierto que no hay excusas a las que aferrarse cuando a tu alrededor el grupo de trabajo funciona como una máquina perfectamente engrasada, enchufada y pletórica. Joao tiene más recursos que ofrecerle al equipo aparte de goles, algo en lo que parece obcecarse y le mina la moral. Quizá una actuación estelar en un momento importante le sirva para espantar los nubarrones. Con el objetivo en Liga atado, aún queda la Champions. Un buen momento.

Joao Félix sigue sin enlazar dinámicas positivas en el Atlético de Madrid. El fichaje más caro de la historia del club, joven y con todo el futuro por delante, no terminaba de convencer antes de la pandemia y tampoco lo hace a posteriori. Sus destellos de calidad, intermitentes, no son suficientes y su equipo le exige más. Si bien, pese a su alto coste, no venía a liderar de manera inmediata un proyecto con un gran número de hombres experimentados en el campo, sí tendrá que empezar a hacerlo pronto. Quizá el año que viene, quizá dentro de dos, pero el jugador luso debe empezar a adquirir una cierta continuidad en el juego que le vaya convirtiendo en una figura imprescindible, en un hombre capaz de marcar las diferencias y el devenir de un conjunto que lo apostó todo para hacerse con sus servicios el pasado verano.

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