Zidane despista a los jugadores: ¿tiene el Real Madrid un patrón de juego?
Con Zidane no se despejan las dudas sobre qué Real Madrid quiere o qué planteamiento es el idóneo. Tiene supeditado cada once en función de las rotaciones y esto afecta al diseño del equipo
El problema que tiene Zinédine Zidane es que sigue sin concretar qué sistema de juego le conviene al equipo y con el que más cómodo se encuentran los jugadores. Se puede aceptar que diga, tras el bajón en el segundo tiempo contra el Eibar, que hubo relajación y que faltó actitud en ciertos jugadores que se comportaron con desgana. El caso de Bale es el más flagrante. Una vez más apareció la versión del galés desmotivado y desconectado. Aunque no se puede obviar la incidencia que tiene en el equipo los continuos cambios de esquema que afectan a la estructura y la confianza de los futbolistas. Que nadie espere que salga uno de ellos a criticar a Zidane por sus planteamientos. Pero eso no significa que los jugadores obvien comentar cuál es el mejor dibujo y el que conviene para ser un equipo ordenado y compacto.
La relajación es un factor que depende del estado físico y anímico de cada uno de los futbolistas. Después de tres meses de inactividad y con tres goles de diferencia puede que influyera en la desconexión del segundo tiempo contra el Eibar. Enfrente estaba un rival que sufrió con la pegada, pero que no se sintió dominado en ninguna fase del partido. Mendilibar sabe a lo que juega. El Eibar es un equipo muy trabajado. Correoso o menos vistoso, hace visibles sus señas de identidad. Con Zidane, después del confinamiento, no se despejan las dudas sobre qué Real Madrid quiere o qué planteamiento es el idóneo. Tiene supeditado cada once en función de las rotaciones y esto, de alguna manera, afecta al diseño del equipo.
Al margen de que apareciera la relajación en un partido que estaba resuelto por los tres goles en la primera parte, se vuelve a comprobar que los excesivos cambios de jugadores y sistemas producen confusión en los jugadores. Contra el Eibar, la estructura del Real Madrid resultó frágil desde el primer minuto hasta el final. ZZ agotó los cinco cambios. Al Madrid se le vieron los puntos débiles, pese al gol tempranero de Kroos y la personalidad y compromiso de Sergio Ramos para robar una pelota y finalizar la jugada de contraataque. Ni Casemiro es suficiente para taponar los agujeros, ni la mezcla de Benzema y Hazard, que tiene muy buena pinta, hacen un equipo.
Dar con la tecla
El problema de fondo es colectivo y acertar con un esquema táctico que garantice la continuidad en el juego. Si Zidane busca, como dice, el equilibrio, orden, intensidad y solidez tiene que trabajar más un esquema base y no solo conceptos teóricos. Contra el Eibar no se vio nada de esto. El Madrid fue un equipo con las líneas excesivamente separadas y con muchos metros de distancia entre los jugadores. Es el problema que le corresponde solucionar a Zidane contra el Valencia, en el segundo partido pospandemia, que se juega este jueves. El entrenador tiene la responsabilidad de dar con la tecla en lo táctico y lo motivacional. A él le corresponde que no se relajen los jugadores, pero por encima de todo está hacer un equipo que sepa a lo que juega y evite depender de las individualidades.
Cree Zidane que la relajación y los despistes le costaron el liderato en la derrota contra el Betis. Debería hablar más con la plantilla del juego y las necesidades tácticas, pese a que se trate de un entrenador cercano y respetuoso. En diferentes momentos de la temporada ha girado de un sistema a otro provocando que los jugadores se adaptaran a situaciones nuevas del juego que no estaban entrenadas. La más llamativa sucedió, precisamente contra el Valencia, en la Supercopa de España. Fue el 8 de enero cuando el entrenador del Real Madrid experimentó con cinco centrocampistas y sacrificó delanteros. Puso un once revolucionario con Casemiro, Kroos, Modric, Fede Valverde e Isco en el centro del campo. Luka Jovic, de delantero. Le salió bien porque Kroos tuvo una acción de pillo y marcó un gol desde el córner. Desgastó al Valencia de Celades con la pelota.
El invento de los cinco centrocampistas fracasó poco después en el derbi contra el Atlético de Madrid en el Bernabéu (1 de febrero). En el descanso, Zidane rectificó y quitó a Kroos e Isco para meter a dos extremos: Lucas Vázquez y Vinicius. El Madrid tuvo más profundidad y desborde por las bandas. Es evidente que con cinco en el centro del campo tienes más dominio del juego y aseguras el equilibrio. También puedes caer en el atasco. Con el 4-3-3, como regresó ante el Eibar, pierdes presencia en el medio y el equipo es más propenso a romperse. La solución intermedia y más aceptada es el 4-4-2. Con cuatro centrocampistas, los jugadores se sienten más cómodos. Se lo oí a Kroos. El alemán considera que el equilibrio está en poner cuatro centrocampistas y dos delanteros. Esta opinión la comparten más compañeros.
Zidane va de un sistema a otro. Se guía por su obsesión de rotar a los jugadores para dosificar esfuerzos y prevenir lesiones en una larga temporada. Queda el interrogante de si juega demasiado en función del rival o realmente lo que hace es adaptar los esquemas a las rotaciones. Falta por ponerle sello a su estilo.
Al entrenador del Real Madrid hay que pedirle responsabilidades cuando detecta que hay relajación en los jugadores y debe analizar si es más un problema táctico que de actitud. ¿Falta un patrón de juego en el Real Madrid? Es una de las preguntas que persiguen a Zidane desde que es entrenador, pese a que haya ganado muchos títulos y se le vea como el técnico idóneo para un equipo y un club de la naturaleza y la idiosincrasia del Real Madrid. Nadie le puede negar su carisma y liderazgo. Pero otra cuestión es la lectura que hace de los partidos y la variedad de esquemas que tienen despistados a los futbolistas.
El problema que tiene Zinédine Zidane es que sigue sin concretar qué sistema de juego le conviene al equipo y con el que más cómodo se encuentran los jugadores. Se puede aceptar que diga, tras el bajón en el segundo tiempo contra el Eibar, que hubo relajación y que faltó actitud en ciertos jugadores que se comportaron con desgana. El caso de Bale es el más flagrante. Una vez más apareció la versión del galés desmotivado y desconectado. Aunque no se puede obviar la incidencia que tiene en el equipo los continuos cambios de esquema que afectan a la estructura y la confianza de los futbolistas. Que nadie espere que salga uno de ellos a criticar a Zidane por sus planteamientos. Pero eso no significa que los jugadores obvien comentar cuál es el mejor dibujo y el que conviene para ser un equipo ordenado y compacto.