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La pizarra del incomprendido Benito Floro en el Madrid: "Me faltaron Cafú y Ginolá"
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UNO DE LOS PRINCIPALES DISCÍPULOS DE SACCHI

La pizarra del incomprendido Benito Floro en el Madrid: "Me faltaron Cafú y Ginolá"

Mendoza nunca olvidó las derrotas europeas contra el Milan. A falta de Sacchi, contrató a Floro, su versión asturiana. ¿Fueron demasiados cambios para una generación en decadencia?

Foto:  Benito Floro. (Montaje EC)
Benito Floro. (Montaje EC)

A finales de los ochenta, el AC Milan de Arrigo Sacchi asaltó la Copa de Europa con una propuesta rupturista basada en el estudio táctico defensivo. Se trataba de un método de defensa grupal hacia delante que asfixiaba y acababa por someter al rival, como pudieron comprobar, entre otros equipos, el Madrid de Beenhakker y luego el de Toshack. Paralelamente, en España, otro joven entrenador había conseguido ascender equipos año a año desde categorías menores hasta colocar al Albacete en Primera, exhibiendo una planteamiento similar al milanista. Su nombre era Benito Floro, y a esas alturas se le conocía como el Sacchi español.

En 1992, Ramón Mendoza era el presidente de un Real Madrid que llevaba dos años sin identidad ni títulos, demasiado tiempo e incertidumbre para un club acostumbrado a la victoria. Después del exitoso período de Beenhakker a finales de los ochenta, por el banquillo blanco habían desfilado Toshack, Di Stéfano y un Antic que, a mitad de curso, fue despedido yendo líder por el mismo motivo que su antecesor galés: la presión de voces externas que condenaban el ganar sin dar espectáculo. A lo largo de este período, Mendoza nunca olvidó las derrotas europeas contra el Milan, y aún pensaba que esa valiente idea de juego tenía alta probabilidad de dominar la década.

Sin apenas darse a conocer en la primera categoría, Benito Floro venía recomendado por el exjugador Juanito, quien tuvo oportunidad de observar el funcionamiento de sus equipos, y Mendoza llegó a ofrecerle un período de "teórica transición" —en palabras del entrenador— al frente de la dirección del filial durante la etapa de Antic; Floro se negó. Concluida la temporada 91/92 con Radomir cesado meses antes, con Beenhakker retomó las riendas y se volvió a dejar la Liga en la última jornada. Mientras, el Albacete cerró el ejercicio al borde de los puestos UEFA y Floro fue nombrado mejor entrenador del año por la asociación de periodistas deportivos. Aquí fue cuando Mendoza vio el momento ideal para responder a su creencia sin que el choque mediático de fichar al técnico del humilde Albacete fuese demoledor, y le ofreció a Floro un contrato de dos años para dirigir al primer equipo.

placeholder Antic, Ramón Mendoza y Benito Floro durante una comida del Real Madrid. (EFE)
Antic, Ramón Mendoza y Benito Floro durante una comida del Real Madrid. (EFE)

Floro llega a Madrid con una idea

"Lo que ha firmado el Real Madrid no es un nombre, sino una idea de entrenamientos y dirección".

(Benito Floro, tras fichar por el Real Madrid).

Floro y Mendoza acordaron su llegada a finales de agosto del 92, cuando el Madrid ya había perdido la final de Copa del Rey contra el Atlético. En el momento de su fichaje, el asturiano aún tenía contrato en vigor con el Albacete. Rafael Candel, presidente del club castellanomanchego, explicó el acuerdo de la siguiente manera: "El Real Madrid nos compensará deportivamente. Jugará los próximos dos años el partido de presentación en el Carlos Belmonte. Además, tendrá la prioridad en la cesión de jugadores en los próximos dos o tres años". Por su parte, el nuevo técnico aseguró que se embarcaba en un proyecto como el madridista "con las ideas muy claras (…) Mi forma de trabajar no va a cambiar. Habrá responsables del área física deportiva y del área psíquica del jugador".

Afectado por la reciente derrota en el derbi copero, Mendoza puntualizaría que el club no acostumbraba a no ganar y que el nuevo cuerpo técnico estaba "obligado a volver a hacerlo, para devolver al Madrid a su sitio". Además de ser etiquetado como un entrenador tacticista, en quien supuestamente primaba el orden sobre la creatividad del jugador, Floro se caracterizó por llevar a la Liga ideas relativamente novedosas para la época, como el uso de un preparador físico, la figura de un psicólogo que admitió haber tomado del seleccionador olímpico Vicente Miera, la "línea horizontal defensiva, tan perfecta" que dijo adquirir de Terry Venables y la escuela inglesa, el planteamiento zonal o la formación 4-4-2, conceptos compartidos con el citado Sacchi.

Sobre la aún poco explotada preparación psicológica, en una entrevista para 'Panenka' realizada años después, Floró explicaría que "mejora la concentración mental, relajación y cohesión social, amén de orientar al entrenador en las formas que debe de tratar a cada jugador ante las motivaciones o exigencias”.

En diferentes momentos durante su dirección, el técnico quiso aclarar que su encasillamiento como mero estratega y limitador de talentos era un invento de los sectores más vacuos de la prensa para poder juzgarlo sin profundidad, y que las únicas verdades son que, en su apreciación, "lo único que está robotizado en el fútbol, en un 90%, es el trabajo defensivo, ya sea al hombre o en zona" y que para realizar un buen fútbol la clave es "jugar colectivamente".

Míchel coge el balón y Butragueño se cruza: esa jugada se ha visto en el Bernabéu 40.000 veces

Después de asegurar que "las estrellas no me dicen nada hasta que no se desenvuelven en el juego colectivo", en una de sus primeras entrevista como técnico merengue, concedida a Mábel Galaz, Floro explicó a grandes rasgos su filosofía de juego: "Jugar bien al fútbol significa hacer bien tres jugadas. No hay más. Si dejas muy libres a todos los jugadores, con muchísima inspiración, seguro que entre ellos van a hacer una jugada que les dé seguridad. Pero van a hacer solo esa. Siempre buscarán esa. Y el público la verá cinco veces y le gustará esa jugada, que tú no le has enseñado. O sea, Míchel coge el balón y Butragueño se cruza. Eso se ha visto en el Bernabéu 40.000 veces. Tú, como entrenador, les dices: además de esa, hay esta otra por la izquierda, esta otra por la derecha y esta otra por el centro. Os doy cuatro, son preciosas y las podéis realizar. Pero no solo Míchel y Butragueño, sino también vosotros, Hierro y Zamorano. Ellos tienen la posibilidad de elegir cuando llegue el momento. Y entonces viene el que te pone el sello, como quien les pone hierro a las reses, y dice: 'Eso es robotizar y mecanizar'. Robotizar sería decirle a Míchel que no haga una jugada preciosa con Butragueño y en su lugar tire la pelota a la grada. Lo que hay que hacer es prever, dar posibilidades, darlos opciones a añadir a las que les puedan surgir por su inspiración".

placeholder Floro no tenía miedo a las declaraciones polémicas (Marca)
Floro no tenía miedo a las declaraciones polémicas (Marca)

¿Estaba Floro recreando las tácticas de Sacchi en el Real Madrid? El técnico asturiano responde a El Confidencial, siempre presto a hablar de táctica: "Es evidente que ambos tuvimos una trayectoria parecida para llegar a la cima, pero nunca fui a verlo entrenar ni supe sus métodos. Sí interpretaba su juego cuando los veía jugar. Estaba basado en una defensa zonal con un líder que manejaba la ley del fuera de juego en su mitad de cancha —Baresi— y, sobre todo, un elenco de jugadores del máximo nivel procedentes de la Naranja Mecánica (…) Pero tengo la sensación de que en Italia no se ensayaban los principios ofensivos, solo los defensivos, dejando que los jugadores de ataque decidiesen por su calidad (…)

Sigue Floro: "Un entrenador es un maestro, un profesor o un catedrático y debe saber muy bien qué es el fútbol, cuál es su esencia y cuáles son sus principios. Desde el Mundial de España ya realizaba análisis por vídeo al tiempo que mis equipos me daban experiencia en la aplicación de conceptos estratégico-tácticos, lo cual me ayudaba mucho a entender cada vez más lo que debe hacer un entrenador (…) También por aquella época vi a un equipo importante de Bélgica aplicar la línea defensiva en zona y usar la táctica del fuera de juego. Recuerdo que llegaron a provocar casi treinta fueras de juego en un partido. Hasta en eso Arrigo y yo estábamos conectados sin conocer de nuestras existencias".

placeholder Captura de la línea horizontal en la zaga, contra el Barça. (RTVE)
Captura de la línea horizontal en la zaga, contra el Barça. (RTVE)

En lo referente a la planificación deportiva, años después Floro aseguró que él mismo había confeccionado todas sus plantillas, incluido el primer curso como madridista, una selección personal que era imprescindible para que los distintos roles de sus equipos quedasen satisfechos. "En un año tendremos cubiertos todos los puestos. El Madrid no quiere parches. Tiene que contratar figuras, futbolistas que marquen la diferencia", pronosticaba en 1992.

La salida de Hagi

Los veteranos Hugo Sánchez y Gordillo habían dejado el equipo junto a Aldana y Hagi; llegaron Nando y Zamorano y quedarían en el plantel, pero descartados, el defensa Tendillo y el medio Aragón. Antes de acometer el fichaje de Martín Vázquez en octubre, Mendoza se apresuró a decir que las contrataciones no eran escasas, ya que había que contar con que el potencial del equipo aumentaría sobremanera con el regreso al óptimo estado de forma de un Robert Prosinecki, operado el curso anterior. En diferentes declaraciones, el entrenador pareció conforme con el balance de altas y bajas, pero años después, un Floro ya desprovisto de tapujos recordaría la planificación como insatisfactoria, ya que "debido a los problemas financieros se tuvo que vender a Hagi para que llegase Zamorano, y solo contamos con tres extranjeros en la plantilla".

Con la incorporación tardía de los campeones olímpicos Lasa, Luis Enrique y Alfonso y un elevado número de partidos como banco de pruebas, la pretemporada tuvo altibajos. Floro consiguió que se suspendiese una gira por Bélgica, un viaje que le partía la preparación de los equipos, siempre intensos en la presión: "Sin querer criticar a los preparadores previos, lo cierto es que el nivel físico de los jugadores no es el adecuado para la élite. No ir a Bélgica nos ha permitido recuperar diez días de trabajo físico (…) Trataremos de solventar la falta de trabajo físico con imaginación táctica". Esa parcela táctica se completaba con una preparación de jugadas a balón parado superior a la mayoría de equipos contemporáneos. Al concepto él no lo llamaba estrategia, sino "táctica fija", y constaba de "cinco salidas, por si el rival se las aprendía" que le dieron rentabilidad en Albacete y seguirían dándosela en adelante.

En la propuesta moderna de Floro, la táctica y el físico iban de la mano del buen fútbol.

placeholder Alineación tipo y dibujo del Madrid de Floro.
Alineación tipo y dibujo del Madrid de Floro.

El Real Madrid, según Floro

"La esencia del fútbol, lo que se da siempre en un partido tanto en ataque como en defensa, es la lucha por la posesión del balón. O lo tienes tú, o lo tengo yo (…) Quiero que mi equipo tenga el balón el 80% del tiempo. Para eso es necesario la defensa zonal, que es lo más difícil de asimilar".

(Benito Floro).

Como cierre de la pretemporada, el Real Madrid perdió 4-0 contra el Sao Paulo de Raí y Cafú en la final del Carranza y 1-3 frente al Ajax de Bergkamp y Davids en el trofeo Santiago Bernabéu. Debido a las contundentes derrotas, las novedades introducidas por el técnico fueron criticadas por un entorno que las acusaba de rígidas e ineficaces. Floro explica a este periódico que, desde Beenhakker, "el Madrid había jugado al contragolpe", y a menudo insistía en que es normal que "cueste olvidar un sistema antiguo y adaptarse a uno nuevo. Pero alguna vez el Real Madrid tenía que poner unos cimientos para volver a ser un conjunto de ataque neto".

En referencia a esa presunta rigidez táctica que pudiese encorsetar a las figuras madridistas, Butragueño fue claro: "Mi imaginación no está reñida con el sistema. Tengo que trabajar más para el equipo en facetas que no lo hacía, pero sigo disfrutando de la libertad suficiente para improvisar. El Madrid será el Milan del futuro (…) Hace unos años el sistema de Sacchi era el mejor del mundo por encima de otros diferentes. Ahora es el Madrid el que trabaja con esa base. Sobre el Milan de Sacchi se está construyendo el fútbol del Real Madrid. Este sistema de juego está en la vanguardia del fútbol europeo". A toro pasado, Floro reconoce que encontró un aliado en el 7 del Madrid: "Butragueño era un jugador tácticamente perfecto porque, desde su inteligencia, sabía interpretar lo que necesitaba el equipo, y además se enteraba de todo lo que le pedía. Ya con balón, sacaba su talento e improvisación".

Si un equipo entra por las bandas, tanto el portero como los defensores rivales tienen que girarse, y ya están en diagonal a su portería

Preguntamos al entrenador gijonés sobre esa pretensión de "ataque neto" y su preparación en los entrenamientos: su respuesta es una cátedra sobre este deporte: "El fútbol tiene sistemas, el entrenador tiene la confluencia entre un plan de ataque y un plan de defensa. El principio defensivo, que es, junto a la ley del fuera de juego, el que rige el fútbol, te dice: si tú quieres defender bien, tienes que tener tu portería a tu espalda en paralelo, no en diagonal, y tienes que estar mirando permanentemente el balón, para controlarlo todo. Entonces, el caballo de Troya es el juego por las bandas. Si un equipo entra por las bandas, tanto el portero como los defensores rivales tienen que girarse, y ya están en diagonal a su portería y no tienen la visión completa del juego. El ala opuesta al ataque ya no la están viendo: o ven el balón o ven a los atacantes. Con esto entendido, el principio defensivo del juego será obligar al rival a que ataque por el centro, y el principio ofensivo será atacar por las bandas. Y como el rival te querrá atrapar el balón por la banda que atacas, tienes que tener buenos medios para que la cambien rápido y bien a la banda desatendida (…) en los entrenamientos ensayamos las jugadas de dos contra uno en banda".

placeholder Míchel, mano en el pecho, marca la 'táctica fija' del equipo en un córner.
Míchel, mano en el pecho, marca la 'táctica fija' del equipo en un córner.

En distintas entrevistas, Floro detalló tanto su estilo como el cambio necesario desde el 4-5-1 usado en su Queso Mecánico al 4-4-2 establecido desde sus inicios en el Madrid. "Temporada a temporada me daba cuenta de que era necesario alejarse de métodos establecidos como el marcaje al hombre, para compaginar el fútbol defensivo con el ofensivo. Mejor dicho, para poner el primero al servicio del segundo (…) Así decidí abandonar los marcajes mixtos para ir hacia un trabajo zonal (…) con mediocentros con un buen concepto de la posición, dinámicos y de pase largo, y laterales con mucho recorrido (…) Me di cuenta de que si los laterales debían abandonar su lugar para hacer marcajes, no estaban en posición, una vez recuperado el balón, de contribuir al juego de ataque (…) Con el Alba jugaba 4-5-1 con un futbolista delante de los centrales que lo equilibraba todo y dos más que jugaban a sus anchas (…) La diferencia es que allí planteaba más cosas a la contra y aquí el trabajo es más ofensivo".

En el 4-4-2 que se vio en el Bernabéu durante temporada y media, las fases defensiva y ofensiva estaban claras. En espera, el equipo acortaba la franja de acción rival colocando la zaga adelantada, acercándola así a un línea de centrocampistas que se movía al unísono, toda vez que la pareja atacante se encargaba de presionar la salida de balón en la mitad rival o, según el nivel del contrario o la fase del partido, en la línea divisoria del campo. Si la presión iniciada por los delanteros resultase inefectiva, tanto los centrocampistas como los defensores saltaban sobre los oponentes que recibiesen el balón, en lugar de esperarlos. Acciones hacia delante que a menudo se repetían cuando, en posesión, se perdía el balón en campo rival, presionando de inmediato sobre el recuperador el hombre más cercano al tiempo que las líneas horizontales del sistema se reestablecían.

Podría asegurarse que la presión en bloque era el signo sobresaliente de sus equipos, y cuando los jugadores no la afinaban, surgían las dificultades: "El equipo está acostumbrado a replegarse cuando pierde el balón y lo hace subconscientemente. De esta forma el punto de presión impide recortar distancias y cuesta robar el balón. Luego, una línea hace presión y otras no (…) El centro del campo es frágil en la recuperación del balón (…) No robamos en campo rival, y tocamos con lentitud (…)".


En relación a estos saltos defensivo sobre el oponente, es conocido que para Arrigo Sacchi era casi más importante la táctica del fuera de juego que la defensa horizontal en zona. Comoquiera que no se aprecia en su Madrid una realización sistemática de esta trampa, Floro recuerda que usaban el fuera de juego en ocasiones, pero que no lo ensayaban metódicamente, entre otras cosas porque, dirigiendo al Madrid, eran pocos los rivales que les llegaban al área, y no era necesario asumir el riesgo del achique constantemente.

placeholder El centro del campo del Madrid ordenado con salida por la derecha, contra el Atlético.
El centro del campo del Madrid ordenado con salida por la derecha, contra el Atlético.

La presión de los delanteros, contra el Deportivo.La trampa del fuera de juego, contra el Barcelona.

En aquel Madrid, como pivotes jugaron Hierro y Prosinecki en el primer año y Milla con otros compañeros en el segundo, variaciones propiciadas por la deriva del equipo. La pareja compuesta por Hierro y Prosinecki tenía todo lo que el planteamiento de Floro necesitaba, y fue parte esencial para ganar la Copa del Rey y quedar subcampeones de Liga 1992/93. Sobre ellos, años más tarde el gijonés dijo que "los mediocentros juegan por igual en el 4-4-2, tienen grandes posibilidades de creación y remate (…) Prosinecki y Hierro eran perfectos, con mucho juego y pase largo". Casi treinta años después, Floro cree que fue vital "Hierro como centrocampista, por su capacidad de lanzar bien los pases largos con derecha e izquierda hasta cualquier sitio", y que para él era imposible pensar en un equipo sin un jugador de esas características.

Pedí que el césped del Bernabéu estuviese alto y seco, eso beneficia a los jugadores técnicos

Con la búsqueda de esos rápidos pases hacia los costados, el técnico pretendía aprovechar la lenta basculación rival para encontrar a sus interiores desatendidos por los marcadores o en disposición de encararlos a la mayor brevedad posible. Floro argumenta la siguiente teoría al respecto, casi un postulado antiguardiolista: "Cuando llegué al Madrid vi que estaba el césped muy corto y que lo regaban en abundancia antes de los partidos. En el fútbol quien corre es el jugador, la pelota no se mueve si no la tocas. Para aprovechar a los buenos futbolistas que tenía en el Madrid, dije al jardinero que dejase crecer el césped varios centímetros y lo regase poco. Con el césped alto, el balón no llega rápido y alocado al receptor, sino que lo hace manso, posibilitando un mejor control del jugador, que a la vez le permite realizar la posterior acción técnica individual para superar a los rivales. Se lo tuve que explicar a Butragueño, que un día me preguntó que por qué decidía eso".

Con el balón dominado, en las tres secciones del 4-4-2 poco escalonadas tan útiles para la presión alta, solía atascarse la circulación. En estos casos, Prosinecki se convirtió en imprescindible con sus conducciones técnicas y arriesgadas, transiciones que ganaban metros y propiciaban la salida de unos marcadores rivales que, a su vez, liberaban zonas aprovechables para el resto de atacantes madridistas. Floro confiesa que, cuando llegó al equipo, Buyo no hacía más que "tirarla en largo, ya que nadie la quería atrás. Era Prosinecki el único que bajaba a recibir y crear desde allí el juego".

placeholder Prosineki a menudo se dejaba caer al mediocentro para conducir el balón. (EFE)
Prosineki a menudo se dejaba caer al mediocentro para conducir el balón. (EFE)

Javier Irureta, además de entrenar, en aquella época analizaba equipos en las páginas de 'El País', y supo apreciar que, en el Madrid de Floro, la tónica era que el balón saliese de inmediato a una y otra banda para acabar en centros al área. Tras uno de los Clásicos, 'Jabo' escribió: "El método de Floro se sustenta en cuatro defensas en línea ocupando el ancho del campo y con los laterales con libertad ofensiva; cuatro hombres en el medio, con dos abiertos y otros dos centrales tratando de recuperar y orientar el juego; y dos puntas que trabajan por el centro del ataque preferentemente. A diferencia del Barcelona, utiliza las zonas libres de banda para conducir por ellas, penetrar y enviar centros que siempre requieren un rematador al área, ya sean los delanteros o Hierro. Es un esquema más programado, con posiciones algo estáticas y conducciones de la pelota claras, circunstancia que permite a la defensa contraria adoptar medidas".

El Floro de los hechos

En la campaña 1992/93, después de estrenarse con una derrota por 2-1 en el Camp Nou tras un gol de Stoichkov al límite del tiempo, los del Floro cogerían el tono de manera progresiva hasta caer contra el Rayo Vallecano y el Sevilla en las jornadas 13 y 15 respectivamente, jugadas en diciembre. Hasta ese momento, el Madrid había pasado dos rondas de UEFA y enlazado once victorias en Liga, dos empates y una sola derrota contra el Deportivo de la Coruña, otro de los firmes aspirantes al título. Floro recordaría así la situación más tarde, en unas declaraciones para el libro de Orfeo Suárez 'Palabra de Entrenador': "Aquel Madrid ya era un equipo de gran calidad táctica. Nos faltó el acierto en los golpes francos de Prosinecki. El ritmo de Butragueño o Zamorano era muy bueno, Lasa era un aluvión, el trabajo de Míchel, Luis Enrique o Martín Vázquez en bandas crecía… Ese equipo merecía que al año siguiente se atendieran nuestras peticiones, que eran los fichajes de Cafú, Roberto Carlos y Ginolá. Pero no vino nadie y todo se deterioró".

La derrota 2-0 contra el Sevilla de Bilardo se considera inflexiva en lo positivo, ya que dio lugar a una conjura entre los jugadores y el presidente para cambiar de actitud. Sobre esto, Floro aporta una anécdota interesante: "Esa noche, tras el partido, salí a pasear por los jardines del hotel. Al poco, alguien se situó a mi lado y puso su mano en mi hombro; era Mendoza. Me preguntó cómo estaba y yo dije que muy jodido porque el equipo estaba mejorando y no mereció perder. Me dijo que no estuviese preocupado, que los jugadores habían luchado mucho, que la situación iba a cambiar y que lo harían por mí. Si Mendoza se llegó a reunir con los futbolistas, no lo supe nunca, pero estuvimos veintidós partidos sin perder".

Eliminado en cuartos UEFA por un PSG que remontó el 3-1 del partido de ida, el Madrid llegaría a la última jornada de Liga dependiendo de sí mismo para hacer un doblete español. Pero como pasase en el anterior año, el Tenerife de Valdano los dejaría sin el máximo título nacional, esta vez endosándoles un 2-0 que Floro calificó de robo, debido a distintas faltas y penaltis cometidos por los tinerfeños y no cobrados por el árbitro. Pese a la dramática situación, la final copera contra el Zaragoza jugada seis días después, el 26 de junio de 1993, fue un decente broche para una mala temporada.

Pero, como advirtió el entrenador asturiano, en adelante todo iría a peor.

Además de desatenderse los fichajes solicitados por el técnico en su segundo año y, en su lugar, ofertarse por Futre y acabar contratándose unilateralmente al esloveno Dubovsky, el central Alkorta y conseguirse la cesión de Vítor, la temporada empezaría dubitativa tras la salida de Ricardo Rocha y el mal estado primero físico y luego también mental tanto de Prosinecki como de Butragueño, dos hombres determinantes para el sistema. "El Madrid tenía grandes deudas y se firmaron futbolistas con criterios distintos a los que yo tenía", dice Floro que cree que, pasado el tiempo, como mostraba la carencia de títulos previa a su llegada, los principales espadas de aquella plantilla tenían una media de edad cercana a los treinta años y se precisaban mejores futbolistas para mantener el nivel competitivo. Cuando llegaron las derrotas, cuatro en las primeras cinco jornadas ligueras, el entrenador mostró su insatisfacción diciendo que "en los malos momentos faltan jugadores con carisma que arrastren a sus compañeros y consigan provocar reacciones positivas".

Aún no lo sabíamos, pero con esta crítica a la actitud del equipo, Floro estaba anticipando el contenido de la bronca de Lleida.

Siempre tuve muy claro que el éxito del Barcelona de Cruyff pasaba por Stoichkov y Laudrup

Las alineaciones empezaron a variar, con un baile de jugadores y puestos impensable el curso anterior. Alkorta pasó prácticamente por todas las posiciones de la zaga, entre ellas la de lateral derecho, ante un inoperante Vítor que Mendoza calificó de "castaña" y regresaría a Brasil en invierno; Hierro se retrasó al central para que un Milla, cuyo pase corto casaba menos con la propuesta de juego, se hiciese indiscutible; un Ramis que debutase el año previo como central fue brevemente usado como volante, Martín Vázquez trató de hacer a un tiempo las labores de Hierro y Prosinecki en la misma posición de mediocentro, con menos éxito; el canterano Alfonso le arrebató el puesto a Butragueño antes de lesionarse en enero y el sistema acabó por virar hacia los tres delanteros, con uno de ellos posicionado en el interior izquierdo, a menudo un poco efectivo Dubovsky o el propio Alfonso.


En diciembre, Floro le ganó la Supercopa de España a Cruyff con una exhibición de fútbol ofensivo y ocasiones en el Santiago Bernabéu. En lo referente a aquellos Madrid-Barça que le deparasen sonrisas y lágrimas a partes iguales, preguntamos a Floro por el 3-4-3 presentado por Johan Cruyff, sistema ofensivo, inédito y dominante a inicios de los noventa: "Cruyff dijo que los equipos de Floro siempre le daban problemas, no solo el Madrid. Nosotros teníamos muy claro que el éxito del Barcelona eran Stoichkov y Laudrup. Stoichkov por la derecha, que es lo más peligroso que hay porque se va hacia adentro con la izquierda, y Laudrup, que era derecho y desde la izquierda iba directo a la diagonal. esos tenían que recibir el balón y, ¿quiénes se los enviaban? Pues Guardiola y Koeman. Ocurría que ambos eran diestros, la izquierda la tenían para bajar la escalera. Entonces, muy sencillo, les decía: Bam-Bam (Zamorano), cubre el lado derecho de Koeman; Butragueño, el lado derecho de Guardiola. Y así le cortábamos el pase hacia los buenos. Era relativamente fácil", dice Floro.

placeholder Zamorano presiona el desplazamiento en largo de Koeman.
Zamorano presiona el desplazamiento en largo de Koeman.

"Pero luego hay otra cosa. Ellos hacían una presión muy grande, que era lo que aprendieron de Rinus Michels. Antes de llegar yo era vergonzoso ver al Real Madrid recuperarla y perderla, o acabar tirándola arriba. Cuando nosotros recuperábamos el balón y el Barcelona nos apretaba, se lo enviábamos al portero o al lateral contrario, porque allí ya no había presión, había presión en el momento. Les enseñábamos a los centrocampistas cómo resolver ese pressing inmediato. Llegábamos a lo mejor hasta nuestro córner del otro lado, y los rivales se tenían que desplazar hacia allí. Era entonces cuando cambiábamos el balón al otro lado. Ten presente que el cambio de balón es vital para eliminar la presión del rival, por eso tengo que tener un buen lanzador".

La de Lleida no fue la primera bronca de ese tipo, después de perder en Tenerife tuvimos la primera

Pero ese mismo período navideño del 93 vendría con un contratiempo que acabaría por ser definitivo: "En Navidad hicimos un partido benéfico con los Reyes, llovió mucho y no se suspendió. El campo quedó hecho un patatal, con tan mala suerte que esa noche y las semanas siguientes hubo heladas que dejaron el campo en muy mal estado, no se pudo arreglar. Ahí perdimos el ritmo". Lo cierto es que, tras sumar siete victorias en los ocho partidos jugados entre finales de octubre y comienzos de diciembre, en adelante se sucedieron los malos resultados.

A la derrota por 5-0 en el Camp Nou de enero del 94 seguirían la eliminación en cuartos de Copa, con un 0-3 final contra el Tenerife, y la definitiva caída en la fecha 27 contra el Lleida. Era la octava derrota en liga y, además, se unió al 0-1 como local contra el PSG en cuartos de Recopa, con jugadores como Ginolá, que eran petición expresa de Floro. Con el ambiente del grupo cada vez más enrarecido, la bronca en el vestuario sobre la que el propio Floro dijo que, por desgracia, ya había sucedido similar "en el partido de ida contra el Tenerife (…) porque se portaron muy mal en la primera mitad, y ahí empezó la descomposición", sería grabada por las cámaras de Canal+ y se convertiría en la rescisión del contrato del entrenador y en un recuerdo tan llamativo como injusto de su paso por el Real Madrid. "Cuando sucedió lo del Lleida, estábamos a dos puntos del Barcelona (…) Al final, el equipo acabó a ocho", zanja treinta años después Benito Floro.

A finales de los ochenta, el AC Milan de Arrigo Sacchi asaltó la Copa de Europa con una propuesta rupturista basada en el estudio táctico defensivo. Se trataba de un método de defensa grupal hacia delante que asfixiaba y acababa por someter al rival, como pudieron comprobar, entre otros equipos, el Madrid de Beenhakker y luego el de Toshack. Paralelamente, en España, otro joven entrenador había conseguido ascender equipos año a año desde categorías menores hasta colocar al Albacete en Primera, exhibiendo una planteamiento similar al milanista. Su nombre era Benito Floro, y a esas alturas se le conocía como el Sacchi español.

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