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Cómo vamos a disfrutar del fútbol si vamos a ver futbolistas que son robots
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Cómo vamos a disfrutar del fútbol si vamos a ver futbolistas que son robots

En España asistiremos, si no se viene abajo el escenario, a un fútbol robotizado. Serán partidos confinados. Posiblemente más aburridos entre equipos de robots contra robots

Foto: Leo Messi, durante un partido de la Champions League con el FC Barcelona. (EFE)
Leo Messi, durante un partido de la Champions League con el FC Barcelona. (EFE)

Al gremio de los futbolistas les da miedo la desescalada. Un error es un contagio. La salud es lo primero. ¿Merece la pena cargarse tan pronto el espectáculo? ¿Hay que tratarles como robots? Tenemos en la memoria la imagen del futbolista que entra y abandona el centro de entrenamiento o el estadio en un coche de alta gama. Vehículos, en algunos casos, que superan los 50.000 euros y que se pueden permitir por sus elevados sueldos. Son empleados con un estilo de vida de ejecutivo. Pero no hay que olvidar que son curritos del balón.

El plan de reactivar el fútbol pone a prueba a profesionales que se resisten a dar un paso en falso si no hay más certezas de la seguridad que supone un deporte que es de contacto. Los test pueden no ser suficientes. Es la opinón de una mayoría silenciosa. Los futbolistas regresarán a los entrenamientos con recelos, tendrán ganas de jugar y acabar para amortiguar sus pérdidas y las de los clubes. Pero no van a disfrutar.

placeholder Karim Benzema durante el último partido del Real Madrid antes del parón por el covid-19. (Efe)
Karim Benzema durante el último partido del Real Madrid antes del parón por el covid-19. (Efe)

Aquí radica uno de los graves problemas de la vuelta al fútbol. Una vez que pasen los test, la próxima semana, asistiremos a imágenes de jugadores corriendo en solitario en un deporte colectivo. Después, si la transición no sufre alteraciones sanitarias, pasarán a hacerlo por grupos. Así hasta poder reagruparse, manteniendo como se pueda las distancias, para recuperar en la medida de lo posible una forma física y un ritmo que les dé garantías de mantener una alta intensidad. Jugarán a puerta cerrada, si no se producen malas noticias, a finales de junio. Piden que no se les aísle en un hotel durante todo este tiempo de competición que puede llegar hasta principios de julio. El futbolista retorna con ansiedad, estrés y por obligación. Están ‘cagados’, como es natural por otra parte a pesar de que Rakitic diga, en Marca, que tienen que asumir riesgos y Fernando Roig, el presidente del Villarreal, pida que den el paso.

Un día más en la oficina

Así es imposible que disfruten de su profesión. Tomarán todo tipo de precauciones y regresarán a sus puestos de trabajo con la presión social que llega por señalarles como unos privilegiados. Si ellos no se divierten, no sé cómo nos van a hacer disfrutar a los espectadores que estamos en casa. Serán partidos confinados. Posiblemente más aburridos entre equipos de robots contra robots. Como el que llega a la oficina, ficha, cumple con el expediente, el horario laboral y se quiere ir a casa cuanto antes. Menos pasión y espontaneidad. Alejados de la emoción a la que estamos acostumbrados porque hay que finiquitar como sea las once jornadas de Liga que quedan.

Todo porque queremos que los futbolistas sean máquinas de producción que no estropeen la cadena de millones que mueve la locomotora del fútbol. Con test todo parece más fácil. Están entre la espada y la pared. ¿Sin fútbol no merecen el Ferrari, el Porsche, el Mercedes, Audi…? No todos se lo pueden permitir. La gran mayoría de los futbolistas de Primera y muchos de Segunda les hemos visto con esos cochazos que a muchos de nosotros nos harían disfrutar. El lujo del fútbol nos lleva a pensar que un profesional de este deporte, y más si es una estrella, tiene que callar, jugar y hacernos disfrutar.

El debate social, económico y la justicia deportiva pide que regresen y acaben la competición. Hay que reactivar la economía y se hará con futbolistas-robots. El debate moral y sanitario está abierto por los riesgos que tienen que asumir en un deporte de contacto. ¿Por qué en Francia se suspende la Liga? Tenemos este ejemplo tan cercano que nos tendría que hacer pensar en la medida adoptada por el Gobierno del país vecino. Al coronavirus se le vence con el tiempo y el mayor confinamiento hasta que demos con la vacuna. España no está precisamente entre los países con menos afectados. Francia, como Holanda y Bélgica, considera que el fútbol no tiene por qué asumir riesgos y sin certezas y con inseguridades por ser un deporte de contacto se da por terminado un sector que echa el cierre temporalmente. En España asistiremos, si no se viene abajo el escenario, a un fútbol robotizado.

Al gremio de los futbolistas les da miedo la desescalada. Un error es un contagio. La salud es lo primero. ¿Merece la pena cargarse tan pronto el espectáculo? ¿Hay que tratarles como robots? Tenemos en la memoria la imagen del futbolista que entra y abandona el centro de entrenamiento o el estadio en un coche de alta gama. Vehículos, en algunos casos, que superan los 50.000 euros y que se pueden permitir por sus elevados sueldos. Son empleados con un estilo de vida de ejecutivo. Pero no hay que olvidar que son curritos del balón.

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