La soledad de Eden Hazard en el Real Madrid y cómo saca fuerzas para los golpes recibidos

La temporada de Eden Hazard está resultando muy dolorosa en lo psicológico. La soledad acompaña al belga a lo largo de muchos meses en los que ha tenido y tiene que seguir trabajando duro para recuperarse de la lesión y la recaída en el peroné. La esperanza y su fuerza de voluntad combaten tantas horas y días de estar apartado de sus compañeros, la competición y la dinámica del trabajo con Zidane. Hazard apenas ha disfrutado del fútbol en el Real Madrid. Demasiadas dificultades y varapalos que ha llevado, de la mejor manera, en silencio.

Gracias a su buen carácter y fortaleza va superando tantos días de adversidades. No es una persona negativa ni se le escucha lamentarse. Mira hacia delante y, en el club, destacan cómo saca fuerzas y está de buen humor en momentos que para otros son angustiosos. En estos días de confinamiento da síntomas de estar mejor anímicamente. Le salen las cuentas. Si por ello se entiende que no va a tirar la temporada como se podía imaginar después de la recaída de la lesión que sufrió el 22 de febrero en el partido contra el Levante. Ese día se llevó un gran palo. El peroné volvió a jugarle una mala pasada cuando enfilaba los meses decisivos de la temporada con las ganas de reivindicarse en el Real Madrid y disfrutar de la Eurocopa en su plenitud. La lesión supuso un mazazo y provocó que se tomara un tiempo de reflexión para valorar, con la opinión de los médicos, si convenía pasar por el quirófano o seguir un tratamiento conservador. La decisión fue la más acertada. La intervención, pese a que empezó a concienciarse de que podía quedarse sin disputar la Eurocopa, es un seguro.

Casi un mes después de la operación en una clínica de Dallas su situación ha dado un giro. La crisis de la pandemia por el coronavirus altera el calendario y se hace ilusiones con poder estar recuperado para la competición de los partidos con el Real Madrid. El aplazamiento de la Eurocopa para el próximo año le ha quitado un peso de encima. Trabaja con diferente presión y un plan exigente y riguroso. Sin los agobios de tener que pensar que podía producirse el milagro de jugar con su Selección. El escenario es diferente y, por lo tanto, los ánimos son mejores pese a que esté recluido en su domicilio como marca el protocolo de la cuarentena.

Sin el 'peso' de la Eurocopa

La semana pasada acudieron los médicos a su domicilio para quitarle los puntos. La herida ha cicatrizado. Eden Hazard tiene que iniciar un trabajo específico de movilidad y elasticidad con las visitas organizadas de los fisioterapeutas del Real Madrid. En un principio, se pensó que pudiera desplazarse hasta Bélgica para trabajar con un fisioterapeuta de confianza (Lieven Maesschalk). Aún así, recibe consejos de médicos de confianza de su país. El plan ha cambiado y el futbolista belga se adapta a un nuevo protocolo y a la esperanza de que, en el plazo de dos meses, sea uno más para Zinédine Zidane.

No hay fecha para la reanudación de las competiciones domésticas ni las europeas. Pero Hazard, dentro de este escenario extraordinario, quiere poner todo lo que esté dentro de sus posibilidades para ganar tiempo. Para ello el trabajo tiene que ser muy riguroso con un plan de entrenamiento casero en el que consiga la elasticidad y movilidad del peroné, trabajar en el gimnasio con pesas y los diferentes ejercicios para mantener la forma física recomendada.

El calendario le da el respiro y la tranquilidad de saber que no tiene que trabajar a contrarreloj para intentar llegar a la Eurocopa. En el club se temían que quisiera adelantar los plazos y le entrara la ansiedad de demostrar que podía estar listo para finales de mayo y el mes de junio sin haber jugado antes ningún partido con el Real Madrid. Ahora tiene la cabeza más despejada y centrado únicamente en la idea de ir cumpliendo etapas en una recuperación que le puede devolver el tiempo perdido.

La temporada para Hazard, en su primer año en el Real Madrid está salpicada de más malas noticias que buenas. Empezó mal con una lesión en el inicio de la Liga, tardó en coger la forma física y adaptarse al juego del equipo. Cuando empezaba tener chispa, velocidad y demostrar su capacidad de jugador desequilibrante llegó la entrada de su compatriota Meunier en el partido contra el PSG en el Bernabéu. Tuvo que estar en el dique seco 83 días, vigilado por Zidane para que no cayera en la ansiedad, reapareció a un alto nivel contra el Celta, quería estar para jugar el Clásico, pero volvió a subir el palo de recaer en Levante. En el Madrid destacan la fuete mentalidad de un futbolista que ha sufrido en soledad una dura temporada y merece el premio de poder acabar la temporada.