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La vena hinchada de Eder Sarabia y por qué deja en evidencia a los jugadores del Barça
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La vena hinchada de Eder Sarabia y por qué deja en evidencia a los jugadores del Barça

La intensidad de Eder Sarabia en el banquillo del Bernabéu es el último revuelo en el club azulgrana. Para unos es un exaltado y para otros es la solución que necesita un Barcelona sin sangre

Foto: Eder Sarabia, sonriente, en el partido contra el Betis. (instagram Eder10)
Eder Sarabia, sonriente, en el partido contra el Betis. (instagram Eder10)

Quizás, a los jugadores del FC Barcelona les debe molestar que Eder Sarabia, el segundo de Quique Setién, les deje en evidencia por la pasión con la que vive los partidos. El juego del Barça no se parece en nada a la explosiva personalidad de Eder Sarabia. Están en las antípodas. Griezmann, por ejemplo, pasó desapercibido por el Bernabéu, Leo Messi lleva dos partidos plano (Nápoles y Real Madrid). La pasividad, por apuntar algo más, defensiva en el gol de Vinicius es difícil de admitir en un equipo que tiene dos castigos. De mal recuerdo. Inolvidables (Roma y Liverpool). Y ahora ha llegado Eder Sarabia y las cámaras le 'pillan' con la vena hinchada en el banquillo del Bernabéu.

Lo que se le reprochaba a Ernesto Valverde se ve en el segundo de Quique Setién. De la tranquilidad de El Txingurri se pasa al volcánico Sarabia. La mano derecha de Setién se muestra tal y como es en un banquillo de primer nivel. Contra el máximo rival y en su casa. Para unos es un exaltado y para otros es la solución que necesita un Barcelona sin sangre. Con futbolistas que trasmiten apatía. Para los jugadores puede ser incómodo comprobar cómo Eder Sarabia acaba de coger protagonismo por vivir el Clásico con ese volumen de intensidad del que ellos carecen. Un tipo que no fue capaz de hacer carrera como futbolista (lo dejó con 24 años por las lesiones), desconocido o para algunos un niño de papá (hijo del famoso jugador del Athletic, Manu Sarabia) y que debería estar en un segundo plano. Se acaba de ganar el reconocimiento de muchos aficionados que aplauden su energía.

Hay malestar en el vestuario del Barcelona (según la Cope) por las imágenes que se han hecho públicas a través de 'Movistar' de Eder Sarabia gritando, fuera de sí, blasfemando… En definitiva, viviendo el partido con pasión y la raza que se necesita en estos casos. Sin taparse la boca se le pueden leer las palabras de indignación. Los reproches que hace, sentado al lado de Jon Pascua (preparador de porteros), por los errores tácticos colectivos e individuales. Eder Sarabia en estado puro. Con un comportamiento poco habitual no solo en un entrenador del Barcelona sino en lo que tiene que ser un segundo: pasar desapercibido, no molestar, hablar poco y estar calladito.

Lo que quería Bartomeu

Ha llegado al Barcelona un segundo entrenador que tiene otro perfil y puede que esté arrepentido de su comportamiento y las palabras que salen de su boca. Le han pillado las cámaras y este tipo de actuaciones dejan en mal lugar a las estrellas. Aunque también apuntan a Quique Setién. No se libra el primer entrenador. En el éxtasis y los reproches de Eder Sarabia sale perjudicado porque, como dice el segundo, “no se hace nada de los que hay que hacer”. Puede que, a partir de ahora, sea Setién el que tenga que llamar al orden o pedirle más calma a Eder Sarabia. Aunque lo más sensato sería aceptarle como es y no desautorizarle.

Llevan juntos desde 2015. Trabajando en Las Palmas y en el Betis. Setién, hasta la fecha, no ha puesto barreras al carácter y la personalidad de su mano derecha. No tendría que hacerlo ahora. Pero, ojo, esto es el Barcelona y parece que hay que ir con tacto no se vayan a enfadar las estrellas.

Cuando Josep María Bartomeu tomó la decisión de despedir a Ernesto Valverde y apostar por otro entrenador, que en el largo casting acabó en Setién, tenía la certeza de que la plantilla necesitaba un técnico con más energía. De sobra es conocido que la gota que colmó el vaso y por la que se perdió la confianza en Ernesto Valverde fue la desconexión que sufrió el equipo en la semifinal de la Supercopa de España contra el Atlético de Madrid. Venía de atrás con el empate en el derbi catalán, en el campo del Espanyol, y de más lejos con el repaso del Real Madrid en el Camp Nou, en el primer tiempo. Cortó de raíz con Valverde para buscar otro efecto. Una reacción con otro entrenador capaz de conseguir que, desde el banquillo, diera una voz y no estuviera viendo el juego en cuclillas. Como hacía Ernesto Valverde. Ese entrenador que buscaba el presidente y al que aplauden muchos aficionados culés es el segundo de Quique Setién.

El comportamiento de Eder Sarabia en su primer Clásico da que hablar cuando aparecen imágenes (en Gol) en las que desvelan a quién van dirigidos algunos de sus reproches. "Una mierda, una mierda, una mierda es eso. Los putos pases largos de mierda" (en referencia a una jugada de Piqué). "No hace lo que tiene que hacer" (dice sobre Semedo) y una frase tan contundente como "otra vez ahí. Otra vez Benzema hace lo que le sale del rabo".

Quizás, a los jugadores del FC Barcelona les debe molestar que Eder Sarabia, el segundo de Quique Setién, les deje en evidencia por la pasión con la que vive los partidos. El juego del Barça no se parece en nada a la explosiva personalidad de Eder Sarabia. Están en las antípodas. Griezmann, por ejemplo, pasó desapercibido por el Bernabéu, Leo Messi lleva dos partidos plano (Nápoles y Real Madrid). La pasividad, por apuntar algo más, defensiva en el gol de Vinicius es difícil de admitir en un equipo que tiene dos castigos. De mal recuerdo. Inolvidables (Roma y Liverpool). Y ahora ha llegado Eder Sarabia y las cámaras le 'pillan' con la vena hinchada en el banquillo del Bernabéu.

Antoine Griezmann Leo Messi
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