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La huida del tocado Bartomeu y cómo le perdona el vestuario del Barcelona
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las secuelas de la pañolada

La huida del tocado Bartomeu y cómo le perdona el vestuario del Barcelona

Piqué reconoce que el presidente está tocado después de la crisis con las redes sociales. Bartomeu se niega a dimitir y adelantar las elecciones después de recibir una pañolada

Foto: Josep María Bartomeu con Quique Setién. (EFE)
Josep María Bartomeu con Quique Setién. (EFE)

La huida hacia delante de Josep María Bartomeu es la única estrategia que le queda al presidente del Barcelona. “Le vi tocado”, confirma Piqué el día antes del partido contra el Nápoles. Con Bartomeu empiezan a sentir compasión en el vestuario del Barcelona. Le ven débil. Desprestigiado. "No voy a entrar en si el club está bien o mal gestionado. Eso lo decidirán los socios", es como Piqué, portavoz en Nápoles, pasa la bola a la masa social azulgrana. Lo dice el jugador que más crítico ha sido con esta directiva y que señaló, tras un partido en Getafe, de filtrar informaciones mal intencionadas sobre el poder de los jugadores para interferir en las decisiones del club. El mismo que habla de periodistas que son títeres ahora se moja poco con la tormenta que acecha a Bartomeu.

"Le creí", dice Piqué con poca pasión y la boca pequeña. El presidente tuvo que dar lástima en la reunión que mantuvo con los cuatro capitanes para volver a ganarse su credibilidad tras la polémica con las redes sociales. A Messi le pareció todo muy raro y Piqué califica las explicaciones de creíbles con el siguiente argumento: "Me da igual. Las redes son incontrolables". No es el momento de hacer leña del árbol caído en una semana clave que empiezan como líderes, tras la derrota del Real Madrid contra el Levante, y las citas del Nápoles y el Clásico. Los pesos pesados del vestuario observan cómo se derrumba la figura de su presidente y ponen el cortafuegos para evitar más quemaduras. Piqué elige pasar página, hablar de fútbol en un día donde no pueden repetir errores del pasado (Roma y Liverpool) y nombrar a Messi como el número uno de la historia por encima de Maradona.

Bartomeu decide dejar que pasen los días, que corra el tiempo y entre la pelotita. Está en manos de Messi, a pesar de que el argentino ya ha avisado (en Mundo Deportivo) que a este proyecto no le da para ganar la Champions. Unas declaraciones que descolocaron en la cúpula y que no se atrevió a rebatir Quique Setién. El nuevo entrenador ha venido para llevarse bien con los jugadores y no para discrepar. Setién se colgó, desde el primer día, el cartel de ’no molestar’. No es tampoco el mejor apagafuegos. Bastante tiene con esquivar los disparos que vuelan de un lado a otro de la institución. Bartomeu es su valedor y Messi tiene que ser su salvador.

Se ve con fuerzas para no dimitir

Lo peor que le puede suceder a un presidente es recibir una pañolada y que la afición se exprese con gritos de dimisión. A Josep María Bartomeu le enseñaron la puerta de salida en el partido que resurgió el mejor Messi. Precisamente es la estrella argentina la que se ha encargado de erosionar la figura de su presidente. Con intención o sin ella apuntó arriba para culpar al dirigente y el responsable en la parcela deportiva, Eric Abidal, del origen de la crisis institucional que empezó con la mala gestión con el despido de Ernesto Valverde.

Bartomeu se aferra a la presidencia y comenta que tiene fuerzas no solo para seguir adelante esta temporada sino acabar su mandato en 2021. No se quiere marchar por unos cuantos pañuelos y hace oídos sordos a las voces de la Junta que le insinúan que dé un paso a un lado, se retire y plantee adelantar las eleccioines. El presidente estará este martes en Nápoles como si no hubiera sucedido nada. Sin darse por aludido de los abucheos del Camp Nou que desaprueban la gestión institucional y deportiva. Una chapuza a ojos de muchos de los socios que están indignados con la última crisis provocada por la empresa que monitorizaba las redes sociales y en las que, según demostró la Ser, se utilizaron cuentas para denigrar y manchar la reputación de opositores al club e, incluso, la de activos del nivel de Messi y Piqué. De los jugadores tiene, al menos, el perdón.

La huida hacia delante de Josep María Bartomeu es la única estrategia que le queda al presidente del Barcelona. “Le vi tocado”, confirma Piqué el día antes del partido contra el Nápoles. Con Bartomeu empiezan a sentir compasión en el vestuario del Barcelona. Le ven débil. Desprestigiado. "No voy a entrar en si el club está bien o mal gestionado. Eso lo decidirán los socios", es como Piqué, portavoz en Nápoles, pasa la bola a la masa social azulgrana. Lo dice el jugador que más crítico ha sido con esta directiva y que señaló, tras un partido en Getafe, de filtrar informaciones mal intencionadas sobre el poder de los jugadores para interferir en las decisiones del club. El mismo que habla de periodistas que son títeres ahora se moja poco con la tormenta que acecha a Bartomeu.

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