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La vitalidad de Iker Casillas y su emoción por volver a encontrarse con Carles Puyol
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La vitalidad de Iker Casillas y su emoción por volver a encontrarse con Carles Puyol

Para Iker Casillas el buen humor, la cercanía de los amigos y la familia es clave para disfrutar y cargar energías. No hay más plan que el presente. La última cita ha sido con su buen amigo Puyol

Foto: Iker Casillas, durante un paseo relajado y feliz. (foto vía @IkerCasillas)
Iker Casillas, durante un paseo relajado y feliz. (foto vía @IkerCasillas)

Cada día que amanece es un regalo para Iker Casillas. No lo puede ver de otra forma una persona que hace casi nueve meses ha sufrido un infarto de miocardio. En la receta que le dieron para recuperarse incluía un apartado que cumple a rajatabla. Tener un excelente ánimo. Ser optimista. Ayuda mucho. Es el motor para darle más energía al corazón. Y así está Iker Casillas. Es un vitalista que necesita contar cómo es su día a día desde que tuvo ese tremendo susto el 1 de mayo de 2019. Una fecha que no tiene valor porque ha decidido no mirar atrás. En los pequeños detalles está su felicidad. En aprovechar cada segundo, minuto y horas para tener un plan con la familia y los amigos. Si antes estaba alejado de los parámetros de una estrella o un futbolista divo ahora procura ser lo más natural y sencillo.

La vida de Iker Casillas es tan normal como feliz. Sigue con su plan para apurar cualquier opción que le dé una esperanza de regresar al fútbol. Desde fuera se ve como un imposible. A Casillas no le importa lo que se diga, ni los rumores porque ya está escarmentado. De vuelta de muchas cosas. Le han querido retirar una infinidad de veces y él no se ha dado por vencido. Es la forma de ser de un tipo que un día dijo que no se retiraba de la Selección española y todavía le sugiere a Luis Enrique que no se olvide de él. Nunca pierde la fina ironía ni ese un punto provocador. Hasta cuando le han relacionado como un candidato a las elecciones a la presidencia de la Federación. No lo contempla.

Para Casillas el buen humor y la cercanía de los amigos y la familia es clave para disfrutar del presente. La última cita ha sido con un buen amigo. Un rival en la cancha cuando uno defendía la camiseta del Real Madrid y otro la del Barcelona. Casillas publica una fotografía, en sus redes sociales, con Carles Puyol. Una imagen que tiene un amplío recorrido y que sirve para demostrar que la buena amistad perdura. Unidos por los éxitos de la Selección española. Pero sobre todo, unidos por una forma de entender el fútbol, el esfuerzo para conseguir los resultados y los valores. Cada uno, en su club, tuvo que gestionar un vestuario y diferentes adversidades. Puyol también es de los que decide disfrutar con los amigos que le ha dejado el fútbol y estrujar la vida. Dijo no a una propuesta de Bartomeu para entrar en el club.

Una memoria privilegiada

Una comida entre Casillas y Puyol tiene que dar para mucho. “Y llega el día en el que te juntas a comer y empiezas a hablar de ‘Clásicos’, Eurocopas, Mundiales… y de mil historias que se vienen a la cabeza”, escribe como mensaje para dar pistas de lo que ha sido la reunión de amigos. A Casillas le encanta hablar de fútbol. Tiene un disco duro en la cabeza con una capacidad inmensa para almacenar datos. Recuerda todos los partidos que ha jugado con detalles, los goles a favor y en contra y hasta el clima que hacía en cada estadio. Es un enfermo del fútbol. Ve todo. Sigue cualquier deporte. Lo último que le ha emocionado ha sido el éxito de Carlos Sainz con su tercer Dakar. Alucina con la prueba de Fernando Alonso. No pierde detalles y abre debates que tienen su polémica. Es capaz de preguntar si está bien celebrar una Supercopa de España en Arabia Saudí y en el siguiente mensaje recomendar una canción de José Luis Perales.

A Casillas le queda otra temporada de contrato con el Oporto. Hasta junio de 2021. Tendrá, por entonces, 40 años. Tiene un rol institucional mientras deshoja la margarita sobre su vuelta a los terrenos de juego. No hay novedad. En su vitalidad está ponerse nostálgico recordando sus mejores tiempos y los que le quedan en su pueblo de Navalacruz. La visita a Puyol es como la de un hermano que le da más energías. Más ganas de vivir y seguir recibiendo amigos para contar anécdotas, recordar, repasar la actualidad deportiva y política. Casillas es un observador, pero sobre todo un interesante conversador.

Cada día que amanece es un regalo para Iker Casillas. No lo puede ver de otra forma una persona que hace casi nueve meses ha sufrido un infarto de miocardio. En la receta que le dieron para recuperarse incluía un apartado que cumple a rajatabla. Tener un excelente ánimo. Ser optimista. Ayuda mucho. Es el motor para darle más energía al corazón. Y así está Iker Casillas. Es un vitalista que necesita contar cómo es su día a día desde que tuvo ese tremendo susto el 1 de mayo de 2019. Una fecha que no tiene valor porque ha decidido no mirar atrás. En los pequeños detalles está su felicidad. En aprovechar cada segundo, minuto y horas para tener un plan con la familia y los amigos. Si antes estaba alejado de los parámetros de una estrella o un futbolista divo ahora procura ser lo más natural y sencillo.

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