El paso en falso que ha dado Brahim Díaz en Real Madrid
El joven jugador, fichado hace un año del Manchester City, no cuenta para Zidane. Hasta Mariano le ha superado en minutos jugados esta temporada
Hace escasos días se celebró el primer aniversario de la presentación de Brahim Díaz como jugador del Real Madrid. Anunciado como un fichaje de primer nivel, arrebatar un jugador al City de Guardiola merecía todo el glamur y exigía la máxima difusión mediática de la propaganda blanca. Pero el tránsito de su estancia en el Bernabéu ha resultado clandestino. No parece afectar al medio centrocampista, medio delantero, el escaso protagonismo. Ofertas no le faltan, pero él vive dispuesto a no abandonar el club pese a que desde Concha Espina aconsejan que lo mejor para mantener el esperanzador crecimiento es salir cedido. La razón parece evidente: en estos meses las oportunidades no le van a llegar de blanco. Sin embargo, el jovenzuelo, cuyo deseo y reto era jugar en el Madrid, no cree que haya perdido un año. El orgullo, los consejos familiares o su personalidad no admiten que la decisión de cambio se haya convertido en un paso en falso.
Entre lesiones y ausencias de las convocatorias, el tiempo de juego sobre el césped en este año natural se reduce a 433 minutos (393 en la 18/19 más 40 en la presente 19/20), de los que 370 se unifican en los dos meses finales del pasado curso, cuando todo el pescado estaba vendido y el equipo trataba de que corriera rápido el calendario para echar el cierre a la temporada. En ese tramo definitivo de la campaña, Zidane entendió que ponerle a jugar era una manera de observar de primera mano el rendimiento del malagueño. Le dio partidos y minutos que esperanzaron al chico. Pero tampoco han cambiado mucho las cosas en estos últimos seis meses: su participación ha sido residual. No parece afectar a su conducta. Sigue feliz, tal y como demostró en las redes sociales: "Hace justo un año los Reyes me trajeron el mejor regalo posible", escribió en alusión al aniversario del día de su presentación como jugador madridista.
Brahim Díaz se fijó como objetivo jugar en el Real Madrid, pese a que durante la infancia se declaró admirador de Messi y en consecuencia seguidor del Barça. Después de varios intentos de fichaje por parte de la entidad culé, seis meses después de la llegada de Manuel Pellegrini a Manchester la familia se decantó por los 'citizens'. Con 14 años abandonó la cantera del Málaga para formarse en Inglaterra previo pago inglés de 300.000 euros más varias cláusulas que aumentaban la cantidad a cumplir con la entidad malacitana. Fue Guardiola quien le hizo estrenarse con el primer equipo a las pocas semanas del aterrizaje del catalán como técnico. Desde entonces, ya con 17 años, se convirtió en uno de los futbolistas favoritos de Pep, al que de manera maliciadora se acusaba de favoritismo con el chico, ya que Brahim se ubicaba dentro de la asesoría de jugadores de su hermano.
Hace justo un año los Reyes me trajeron el mejor regalo posible 👑⚽️ pic.twitter.com/iWjkmZO26q
— Brahim (@Brahim) January 6, 2020
Pasaron los años y la intención del Real Madrid creció para engatusar al futbolista. De nada sirvieron los consejos de Guardiola. El técnico le hizo ver que no era el momento de firmar por los blancos, que tendría tiempo de hacerlo, si ese era su deseo. Pero Brahim escuchó aquello de la estación, del tren y de montarse por si no vuelve y aceptó la propuesta de Florentino Pérez. En una demostración de músculo económico, el ático de Concha Espina decidió pagar 15 millones de euros por un jugador que acababa contrato seis meses después. No se fiaban de quien podía mantener la intención de presionar para cambiar de idea y renovar por el Manchester City, debido a la insistencia de quien se negaba dejar escapar a su jugador al Madrid.
El tiempo ha demostrado que Guardiola tenía razón cuando vaticinó que el cambio no mejoraría la presencia de juego para Brahim. Hasta Mariano, con los minutos disputados en la Supercopa, ha adelantado al malagueño, quien se ha convertido en el futbolista que menos minutos ha contado para Zidane desde el inicio del curso. La explicación más recurrente es que la lesión que le impidió jugar la pasada Eurocopa sub-21 ha condicionado su estancia en el Real Madrid. Pero otra lesión muscular, esta en pretemporada, volvió a romper el ritmo a quien no terminó de arrancar tras volver a caer lesionado muscularmente unas semanas después de recuperarse de la ocurrido en Canadá.
Con una oferta en firme del Getafe para marcharse cedido hasta junio, el nuevo asesor deportivo de Brahim es el padre del jugador, quien ya contaba con voz y voto en los tiempos anteriores. Ya sin intermediarios, Sufiel Abdelkader se encarga de manejar la carrera de su hijo y de otros jugadores, en una empresa cuyo paraguas icónico es la figura de Andrés Iniesta. La intención pasa por mantenerse en el Real Madrid, si bien el club blanco seguirá intentando hacer entender al padre y al hijo que lo mejor para su progresión es aceptar alguna de las propuestas para salir cedido. En Concha Espina mantienen que no se han equivocado con la adquisición, pero que a los 20 años no puede pasarse otros cinco meses más sin jugar. Sufiel y Brahim tienen la última palabra para evitar dar la razón a Guardiola.
Hace escasos días se celebró el primer aniversario de la presentación de Brahim Díaz como jugador del Real Madrid. Anunciado como un fichaje de primer nivel, arrebatar un jugador al City de Guardiola merecía todo el glamur y exigía la máxima difusión mediática de la propaganda blanca. Pero el tránsito de su estancia en el Bernabéu ha resultado clandestino. No parece afectar al medio centrocampista, medio delantero, el escaso protagonismo. Ofertas no le faltan, pero él vive dispuesto a no abandonar el club pese a que desde Concha Espina aconsejan que lo mejor para mantener el esperanzador crecimiento es salir cedido. La razón parece evidente: en estos meses las oportunidades no le van a llegar de blanco. Sin embargo, el jovenzuelo, cuyo deseo y reto era jugar en el Madrid, no cree que haya perdido un año. El orgullo, los consejos familiares o su personalidad no admiten que la decisión de cambio se haya convertido en un paso en falso.