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La soberbia de Thibaut Courtois, el portero que se ríe de las críticas del Real Madrid
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así es la fuerte personalidad del belga

La soberbia de Thibaut Courtois, el portero que se ríe de las críticas del Real Madrid

Está lejos de lo que representa Keylor Navas: sencillez, modestia y humildad. Courtois es de los que no se callan: se enfrenta y presume de sus excelencias. El belga tiene mucho orgullo y autoestima

Foto: Florentino Pérez, con Courtois, en la comida de Navidad del Real Madrid. (Foto vía Real Madrid)
Florentino Pérez, con Courtois, en la comida de Navidad del Real Madrid. (Foto vía Real Madrid)

"Mido casi dos metros y los rivales se ponen nerviosos", comentó Thibaut Courtois en Valencia. Tenía ganas de vivir un momento de gloria. Que se le viera como un héroe. Tiene perfil alto. Una fortísima personalidad y una tremenda seguridad en sí mismo. Está lejos de lo que representaba Keylor Navas en el vestuario: sencillez, modestia y humildad. Courtois es de los que se elogian a sí mismos, presumen de sus excelencias y hablan de su altísimo nivel. El belga tiene, sobre todo, una autoestima a prueba de bombas. Ese punto de soberbia lo convierte en energía para ponerse desafíos y salir victorioso. Thibaut Courtois tiene rasgos comunes con Cristiano Ronaldo. Del portugués, se decía que había que aceptarle en lo bueno y lo malo porque todo va en el 'pack' de un ganador y profesional supercompetitivo. Con el portero belga sucede algo similar. Aunque no marque goles y su misión sea evitarlos, es de los que se sienten una estrella.

Vino con el cartel de primer espada al Real Madrid después de largas conversaciones de Florentino Pérez para hacerse con su fichaje y dar el relevo a Keylor Navas. El presidente cerró su contratación en uno de los momentos altos de la carrera del portero. Tercero con Bélgica y premio al guardameta menos goleado (‘guante de oro’) en el Mundial de Rusia. Un portero reconocido en la Premier League y en el Chelsea, y con pasado rojiblanco. A Courtois no le supuso ningún problema el hecho de haber jugado en el Atlético de Madrid y pasar al bando rival. Es un chico ambicioso e insaciable y, como le sucedió a Griezmann en su paso al Barcelona, puso todo de su parte para recalar en un equipo que aspira a ganar todos los títulos. Jugar en el Real Madrid era su obsesión desde hace muchos años. No sufre cuando le llama "rata" un sector del Wanda Metropolitano.

placeholder Courtois, en el partido contra el Valencia en Mestalla. (EFE)
Courtois, en el partido contra el Valencia en Mestalla. (EFE)

A Courtois no le hace falta que le digan si es uno de los mejores porteros del mundo, porque se considera un fichaje ‘galáctico’ de Florentino Pérez. Siente el respaldo institucional y se comporta como si tuviera el deseo de demostrarle al presidente que tiene un portero ganador. Sabía que le costaría ganarse el cariño de una afición que tenía predilección por Keylor Navas (ovacionado en su regreso con el PSG al Bernabéu). Tampoco estaba entre los preferidos de Zidane. El entrenador se encontró con el fichaje hecho cuando regresó al banquillo en esta segunda etapa y dijo aquello de que no habría debate en la portería. Zizou contaba con Courtois y Keylor Navas y al costarricense le abrieron las puertas del club a finales del mercado veraniego con destino al Paris Saint-Germain.

El mosqueo por la ansiedad

El camino lo tiene más despejado para ser indiscutible en la portería, pero ha comprobado que Zidane, cuando puede, aprovecha la ocasión para dar partidos a su compatriota Areola. El carácter y el amor propio de Thibaut Courtois son sorprendentes. Muy fuertes. Ha superado los pitos del Bernabéu en el partido contra el Brujas por dos goles en la primera parte. No jugó el segundo periodo y se filtró el motivo: una gastroenteritis. No le gustó que se dijera que se quitó de en medio por un problema de ansiedad y miedo escénico. Esos primeros días de octubre se encerró en la concentración de la selección belga para subir su autoestima. Se le culpó de los goles en el Parque de los Príncipes contra el PSG y los del Brujas. Estaba en el centro de la crítica y entraba en las comparaciones con Ter Srtegen y Oblak cada vez que el alemán y el esloveno tenían una actuación destacada.

Courtois tiene un alto orgullo y no se calla. En diferentes ocasiones se encargó de enviar el mensaje que más le interesaba, para los que le critican fuera y los que dudan dentro del club. “Tenemos que mejorar y defender como un equipo”, no se callaba el belga, con el riesgo de que sus compañeros le miraran mal o le echaran en cara su fragilidad. Se vio perjudicado por un sistema defensivo vulnerable y los despistes de algunos jugadores. Pero Courtois se ve como un ‘galáctico’ más y no un portero normal. No se calla y exige. Esa fuerte personalidad se vio en la acción en que subió a rematar el último córner en Valencia.

“Subió porque quiso, yo no le dije nada”, reconoció al final del partido Zinédine Zidane. Courtois hizo de portero-delantero porque sintió que el equipo lo necesitaba en una jugada épica. Asumió el papel que, en este tipo de ocasiones, desempeña Sergio Ramos. Quiso arriesgar y le salió a pedir de boca. Cuando regresó a su portería, se encaró al público de Mestalla con gestos de provocación. Con las manos en los oídos. Lanzó besos. No se quiso contener. Salió el verdadero Courtois. Esto no lo habría hecho Keylor Navas. Pero Thibaut Courtois tiene otro perfil y personalidad.

"Mido casi dos metros y los rivales se ponen nerviosos", comentó Thibaut Courtois en Valencia. Tenía ganas de vivir un momento de gloria. Que se le viera como un héroe. Tiene perfil alto. Una fortísima personalidad y una tremenda seguridad en sí mismo. Está lejos de lo que representaba Keylor Navas en el vestuario: sencillez, modestia y humildad. Courtois es de los que se elogian a sí mismos, presumen de sus excelencias y hablan de su altísimo nivel. El belga tiene, sobre todo, una autoestima a prueba de bombas. Ese punto de soberbia lo convierte en energía para ponerse desafíos y salir victorioso. Thibaut Courtois tiene rasgos comunes con Cristiano Ronaldo. Del portugués, se decía que había que aceptarle en lo bueno y lo malo porque todo va en el 'pack' de un ganador y profesional supercompetitivo. Con el portero belga sucede algo similar. Aunque no marque goles y su misión sea evitarlos, es de los que se sienten una estrella.

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