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El quilombo de Zidane en el Real Madrid y de lo que tiene que hacerse cargo
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El quilombo de Zidane en el Real Madrid y de lo que tiene que hacerse cargo

El follón que tiene Zidane es morrocutudo una vez que está cerrado el mercado de fichajes y le toca crear nuevas empatías con el vestuario y hacer creer que tiene la mejor plantilla del mundo

Foto: Bale y Zidane, durante el partido que el Real Madrid disputó en Balaídos contra el Celta. (EFE)
Bale y Zidane, durante el partido que el Real Madrid disputó en Balaídos contra el Celta. (EFE)

A Zinédine Zidane le toca creerse y hacer creer que tiene la mejor plantilla que hay en el mundo del fútbol. Cerrado el mercado de fichajes veraniego la revolución está ahora en su cabeza. En cómo ingeniárselas para que los que tiempo atrás marginó puedan morir por él en el campo y, a la vez, encontrar ese equilibro tan complejo que es ser justo y repartir los minutos. Trasmite un tufillo inmovilista en sus primeras decisiones con la vieja guardia. El quilombo que tiene por delante es morrocotudo. De ahí que más que un nuevo cargo, que bien podría ser de jefe de recursos humanos, lo que tiene es un encargo del club para comprometer a futbolistas que les iban a ‘cortar’ la cabeza y en su resistencia hoy van a su lugar de trabajo con menos síntomas de ansiedad y caras largas. La desconfianza puede que les dure un largo tiempo porque el que no te ha querido una y dos veces es difícil que surja un flechazo.

Tampoco hay que insistir en los nombres de los que fueron señalados. En el tira y afloja ha salido perdiendo el entrenador con los casos de Gareth Bale, James y Mariano. Los dos primeros son de sobra conocidos. Ni el galés ni el colombiano han puesto de su parte para buscarse equipo, facilitar la salida y favorecer el plan. Las ventas de los dos habrían ayudado a desbloquear otras operaciones que financieramente eran costosas (Pogba y Neymar). No dieron su brazo a torcer y, como se dice coloquialmente, se los tiene que comer con patatas. Como también se va a zampar a Mariano. Otro que no se ha dado por aludido y ha dicho que, en cuanto le den minutos, se darán cuenta de que ha nacido para jugar en el Real Madrid. Mariano es un valiente porque tiene un futuro más gris que blanco en una planificación que se gastó 60 millones de euros en Luka Jovic.

placeholder James y Zidane chocan las manos en el partido contra el Valladolid. (Efe)
James y Zidane chocan las manos en el partido contra el Valladolid. (Efe)

También se ha quedado Brahim Díaz, el joven jugador malagueño que enamoró a Zidane en su regreso primaveral y que lleva dos lesiones en esta pretemporada. En el momento que se ponga sano puede entrar con más facilidad que Mariano en los planes del entrenador. Ya poco se puede decir de los casos de Marcelo, Isco e, incluso, Modric. La temporada dirá si ha sido un error no poner en el mercado a estos jugadores que vienen de una mala temporada y están expuestos a seguir devaluándose como no remonten el vuelo. Zidane, en sus funciones de mánager, tomó la decisión de dar puerta a Kovacic, Marcos Llorente y Ceballos. Se ha quedado con escasez de centrocampistas. El caso de Isco será una noria. Podrá protagonizar buenas actuaciones como podrá desesperar a unos aficionados que no les acaba de entrar por los ojos.

Nuevas empatías

Hay que mirar para delante. Toca ser positivo. Optimista y crear empatías. La especialidad de Zidane. Hay que centrarse en el trabajo con los jugadores que conforman la plantilla. Sacarles el mejor rendimiento. Hacerles ver y creer que están capacitados para coger una dinámica ganadora que se resiste. Romper con la irregularidad del inicio de la Liga y olvidar la mala pretemporada. Ponerlos en forma de cabeza y cuerpo. Todo esto le corresponde a Zidane en un trabajo de coach en lo técnico, táctico y psicológico que empieza desde ya, en el mes de septiembre. Como si se tratara de un jefe de recursos humanos al que le corresponde la gestión de un personal en el que hay de todo. Desde los nuevos fichajes que vienen con las ganas de comerse el mundo, los martirizados por su bajo rendimiento y los proscritos. Preocupa, en especial, que Vinicius se desplome y pierda la confianza. Las palabras que salen estos días de la boca de Zidane son “estoy orgulloso de mis jugadores”. No parece que todos pueda decir lo mismo.

Y por último está la gestión del vacío gigantesco que deja la marcha de Keylor Navas al Paris Saint Germain. Le van a echar mucho de menos en el vestuario. Todos. Resulta muy difícil encontrar un caso en el mundo del fútbol en el que haya unanimidad en un vestuario cuando se destaca la humanidad, los principios y la calidad profesional. No suele ser frecuente el compañerismo en las plantillas de fútbol donde se hacen clanes, surgen celos y hay rivalidades. Keylor Navas los tenía a todos a su favor y su marcha provoca un sofoco y un socavón anímico. Puede que en el club no vean el daño deportivo, pero el sentimental en el vestuario está ahí con un tipo que le despidieron masivamente, por privado y en las redes sociales, como un hermano.

A Zinédine Zidane le toca creerse y hacer creer que tiene la mejor plantilla que hay en el mundo del fútbol. Cerrado el mercado de fichajes veraniego la revolución está ahora en su cabeza. En cómo ingeniárselas para que los que tiempo atrás marginó puedan morir por él en el campo y, a la vez, encontrar ese equilibro tan complejo que es ser justo y repartir los minutos. Trasmite un tufillo inmovilista en sus primeras decisiones con la vieja guardia. El quilombo que tiene por delante es morrocotudo. De ahí que más que un nuevo cargo, que bien podría ser de jefe de recursos humanos, lo que tiene es un encargo del club para comprometer a futbolistas que les iban a ‘cortar’ la cabeza y en su resistencia hoy van a su lugar de trabajo con menos síntomas de ansiedad y caras largas. La desconfianza puede que les dure un largo tiempo porque el que no te ha querido una y dos veces es difícil que surja un flechazo.

Zinédine Zidane Isco Marcelo
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