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La verdad de Casemiro para sanear lo podrido en el Real Madrid
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La verdad de Casemiro para sanear lo podrido en el Real Madrid

Casemiro soltó la frustración. Si este Real Madrid sigue sin saber a qué juega y no tiene identidad, es muy probable que se vuelva a echar a perder otra temporada

Foto: Casemiro, durante un partido del Real Madrid. (EFE)
Casemiro, durante un partido del Real Madrid. (EFE)

Al Real Madrid le persigue una sensación de fin de ciclo desde el 26 de mayo del año pasado, y partidos como el empate contra el Villarreal siguen haciendo daño. En concreto, desde que Cristiano Ronaldo se metió una de las mayores rajadas que se conocen en el fútbol. No tanto por lo que dijo, que no es nada despreciable, sino por lo inoportuno del momento. El "fue bonito estar en el Real Madrid" aguó la fiesta de celebración de la tercera Champions consecutiva, y desde esas palabras se inició un intenso y convulso proceso de reconstrucción en el que Florentino Pérez volvió a un punto de partida: Zinédine Zidane. En este duro caminar por encontrarse a ellos mismos están el entrenador, los jugadores y un presidente al que le falta estrategia en el mercado de fichajes. Son los que más necesitan definir qué quieren y cómo lo pueden conseguir. Hay que escuchar lo que sale del vestuario para darse cuenta de que la terapia para recuperarse del golpe de la temporada pasada es larga.

La solidaridad y el esfuerzo del colectivo por encima de la calidad y el talento son las bases que se ponen en el Real Madrid cuando se habla de recobrar el pulso competitivo. Empieza a ser urgente encontrar ese punto de partida y ofrecer señales alentadoras a una afición a la que le sigue costando rescatar la ilusión perdida. Para sanear lo podrido del bochorno de la temporada pasada, es mejor decir la verdad. Eso es lo que ha hecho Casemiro después del sufrido empate contra el Villarreal. "Nos falta de todo", son las palabras más sinceras que se pueden escuchar en el máximo exponente que hay en la plantilla cuando se trata de pensar en lo colectivo. Casemiro necesitaba soltar la frustración y expulsó lo que atormenta a los aficionados. Si este Real Madrid sigue sin saber a qué juega y no tiene identidad, es muy probable que se vuelva a echar a perder otra temporada.

Parece pronto decirlo cuando se llevan tres jornadas de Liga y hay quien ve en este irregular arranque de competición la prolongación de una mala pretemporada. El rapapolvo veraniego del Atlético de Madrid (3-7) fue un despelote. Simeone, por ejemplo, tenía un plan entre manos, lo empezó con antelación y, con una plantilla renovada, se ven los cambios que no se vislumbran en el Real Madrid de Zidane. Pero hay que atender al denunciante. Es Casemiro el que recuerda y pide jugar como un equipo en defensa y en ataque. No habla de la adaptación de los nuevos fichajes, más que nada porque Zidane se toma su tiempo para darles entrada en el once. Casemiro tiene vergüenza y no pone paños calientes.

Sigue el pesimismo

Tampoco hay nada de novedoso cuando este mismo diagnóstico se hizo hace un año con Julen Lopetegui, primero, y Santiago Solari, después. El vacío de Cristiano Ronaldo solo se podía tapar con el bloque más sólido. Encuentros como los empates contra el Valladolid y el Villarreal se sacaban adelante con un zarpazo del portugués. Desde su marcha se acumulan más gatillazos, y con el regreso de Zidane nada ha cambiado. Persisten los errores estructurales en defensa y los individuales. En la primera jornada fue Odriozola el que casi la pifia con una pérdida de un balón en Vigo, en la segunda el error fue en cadena (Bale, Kroos, Ramos, Varane y Carvajal) y en la tercera, un descuido del capitán.

Asoma la visión más optimista cuando se escucha a Carvajal decir que el equipo va de menos a más y está en una línea ascendente para intentar ganar todos los partidos. No convence, pero si se trata de recuperar la autoestima antes que la solvencia y el juego, el discurso de Zinédine Zidane pretende tener un efecto rehabilitador en la moral de los jugadores que difícilmente pueden comprar los socios. “Me quedo con lo positivo, que es la reacción. Es importante no perder”, son las palabras de un entrenador que sigue sin dar con la tecla en lo futbolístico.

Al Real Madrid le persigue una sensación de fin de ciclo desde el 26 de mayo del año pasado, y partidos como el empate contra el Villarreal siguen haciendo daño. En concreto, desde que Cristiano Ronaldo se metió una de las mayores rajadas que se conocen en el fútbol. No tanto por lo que dijo, que no es nada despreciable, sino por lo inoportuno del momento. El "fue bonito estar en el Real Madrid" aguó la fiesta de celebración de la tercera Champions consecutiva, y desde esas palabras se inició un intenso y convulso proceso de reconstrucción en el que Florentino Pérez volvió a un punto de partida: Zinédine Zidane. En este duro caminar por encontrarse a ellos mismos están el entrenador, los jugadores y un presidente al que le falta estrategia en el mercado de fichajes. Son los que más necesitan definir qué quieren y cómo lo pueden conseguir. Hay que escuchar lo que sale del vestuario para darse cuenta de que la terapia para recuperarse del golpe de la temporada pasada es larga.

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