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Las cruces que se hace Zidane y la obsesión en el Real Madrid por evitar más bochornos
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LA LECCIÓN APRENDIDA DEL ENTRENADOR

Las cruces que se hace Zidane y la obsesión en el Real Madrid por evitar más bochornos

Zidane no admite pasar bochornos en el banquillo porque un jugador no se esfuerce y eche abajo el plan colectivo. Lo que le hace daño en el Real Madrid es la sensación de ridículo

Foto: Zidane da instrucciones desde la zona técnica en el partido de Liga contra el Villarreal en el Bernabéu. (Efe)
Zidane da instrucciones desde la zona técnica en el partido de Liga contra el Villarreal en el Bernabéu. (Efe)

Lo que le obsesiona a Zidane es que los jugadores se empapen su forma de entender el fútbol y el compromiso con el que se tienen que jugar todos los partidos. Los de la Liga, la Champions y la Copa del Rey. Todo es importante para el cada vez más irritable entrenador del Real Madrid cuando ve que un jugador no es capaz de meter la pierna en un balón dividido o se desentiende porque el rival no le motiva. Zidane no admite pasar bochornos en el banquillo porque un jugador no se esfuerce y eche abajo el plan colectivo. Lo que le hace daño a ZZ y el Real Madrid es la sensación de ridículo con los equipos pequeños. Cuentan en el Madrid que el peor día de Zizou fue el bochorno que sufrió en la eliminación de Copa del Rey contra el Leganés. Sucedió el 25 de enero de 2018. El equipo de Garitano ganó en el Bernabéu (1-2) y se clasificó para las semifinales. Zidane aprendió una lección como entrenador. Las estrellas se reservan las fuerzas para las citas importantes. La actitud y los egos no los tenía controlados.

Regresó de sus meses sabáticos con experiencias, como el ‘Pepinazo’ del Leganés, que le dejaron marcado. Después de ese palo reaccionó y el equipo ganó al Paris Saint Germain (3-1) de Neymar y Mbappé. El técnico francés no volvió a ser el mismo. A futbolistas como Bale les echó la cruz. Un año antes lo había hecho con James. No los veía para su plan de alta exigencia física en cualquier momento de la temporada y con la actitud idónea ante el rival que estuviera enfrente por menor que fuera. Zidane, como le pudo pasar a otros entrenadores (tipo Mourinho), tenía un problema serio en el vestuario. No se puede ser amigo de los jugadores ni mucho menos pretender llevarse bien con todos ellos. Hay que mostrarse duro, frío y autoritario.

[El disparo de Zidane a Bale y la imposición a Florentino]

La preocupación es lograr subir la exigencia ante los equipos que se consideran que tienen un menor cartel. El reto está en la regularidad y darle continuidad a un plan de juego con el que se pueda decir que el equipo es fiable. Lo que sí tiene, por ejemplo, Simeone en las dos últimas temporadas en las que el Atlético de Madrid ha quedado por encima del Real Madrid en la Liga. La excelencia de Pep Guardiola para ganar una Premier League a un Liverpool que solo perdió un partido. El bochorno de Zidane es el que ha sufrido en sus carnes Florentino en la última temporada cuando comprobó que se tiraba, una vez más, la Liga en el mes de noviembre. Esta lección es la que han aprendido el presidente y el entrenador.

placeholder Eden Hazard en el partido de pretemporada contra el Bayern de Múnich. (Efe)
Eden Hazard en el partido de pretemporada contra el Bayern de Múnich. (Efe)

La sensación de ridículo

Para dominar un vestuario de egos y tener el control total hay que eliminar a los conflictivos. La teoría de Zinédine Zidane es que los futbolistas vuelvan a sentir amenazado su puesto en el once. No queda sitio para los indiscutibles. Los que se piensan que, por mucho que hayan ganado, tienen que jugar por lo méritos pasados están equivocados. Para reinventar el Real Madrid hace falta agitar el vestuario y Zizou decidió que, en su regreso, tenía que distanciarse más de la plantilla. Mostrarse más exigente. Si es preciso, más duro e implacable. Los éxitos, por su experiencia de jugador que ganó todo con el Real Madrid, la Juventus y la Selección de Francia, no son eternos y obligan a superarse. Menos, todavía, en un club donde el discurso de Florentino Pérez pone el foco en la autocomplacencia.

Lo que vuelve a decir el entrenador a sus jugadores en el inicio de la pretemporada es que el colectivo está por encima de las individualidades. Quiere un equipo en el que todos estén juntos para defender, presionar y sumarse al ataque. Sin fisuras y sin excusas. La orden en el Real Madrid es limpiar los egos, devolver la humildad, la cultura del sacrificio y la competitividad. Florentino Pérez y Zidane, en sus diferentes análisis, coinciden en que para volver a ganar hay que ser más perseverantes. Después de siete años en los que la plantilla tenía a Cristiano Ronaldo como un líder en el césped y en los que muchos de los veteranos se contagiaban de este espíritu competitivo y voraz, el Real Madrid que tiene Zidane entre manos tiene que demostrar que lo más importante es el siguiente partido. La última temporda ha sido bochornosa. Solo así podrá aspirar a ser mejor y fiable.

Lo que le obsesiona a Zidane es que los jugadores se empapen su forma de entender el fútbol y el compromiso con el que se tienen que jugar todos los partidos. Los de la Liga, la Champions y la Copa del Rey. Todo es importante para el cada vez más irritable entrenador del Real Madrid cuando ve que un jugador no es capaz de meter la pierna en un balón dividido o se desentiende porque el rival no le motiva. Zidane no admite pasar bochornos en el banquillo porque un jugador no se esfuerce y eche abajo el plan colectivo. Lo que le hace daño a ZZ y el Real Madrid es la sensación de ridículo con los equipos pequeños. Cuentan en el Madrid que el peor día de Zizou fue el bochorno que sufrió en la eliminación de Copa del Rey contra el Leganés. Sucedió el 25 de enero de 2018. El equipo de Garitano ganó en el Bernabéu (1-2) y se clasificó para las semifinales. Zidane aprendió una lección como entrenador. Las estrellas se reservan las fuerzas para las citas importantes. La actitud y los egos no los tenía controlados.

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