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Las palmaditas de Zidane en un Real Madrid de 'niños' asustados
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EL PAPEL QUE LE TOCA PARA SUBIR LA AUTOESTIMA

Las palmaditas de Zidane en un Real Madrid de 'niños' asustados

Zidane está cómodo en esta función de técnico educador y acepta con realismo los graves problemas que tiene la plantilla. Es más comprensivo que exigente

Foto: Zidane en el Real Madrid-Eibar de este sábado. (Reuters)
Zidane en el Real Madrid-Eibar de este sábado. (Reuters)

En este ambiente de decepción, tristeza e inseguridad el que más cómodo se encuentra es Zidane. El entrenador tiene el don de la tranquilidad para templar los nervios, calmar las ansiedades y mirar al futuro con optimismo. Está Zidane en un papel que recuerda al de su etapa en el Castilla. "Es como si estuviera volviendo a entrenar con niños", dicen en el club para elogiar la predisposición que tiene el francés en una coyuntura de crisis. En el vestuario de los jugadores reconocen que es difícil sacar fuerzas de flaqueza para jugar sin un objetivo y que están tocados en la moral. No hay confianza y esa debilidad mental se traslada al césped. El Real Madrid está desconectado y bloqueado.

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El papel de Zidane es el de un entrenador que tiene que estar encima de campeones del mundo, de Europa, un Balón de OroEntra al vestuario y ve caras largas, de frustración y un silencio sepulcral. Ya no utiliza ni la pizarra. De nada vale hablar de tácticas, estrategias o explicaciones de los puntos débiles del rival. Zinedine Zidane actúa en el vestuario del primer equipo como si estuviera con el filial. Tira de un discurso lo más sencillo y concreto posible. Como si estuviera explicando la lección a unos canteranos. Es la única táctica o plan que se le ocurre para hacer reaccionar a un grupo afectado en su estado de ánimo y desganado.

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Está cómodo en esta función de técnico educador y acepta con realismo los graves problemas que tiene la plantilla. Es más comprensivo que exigente. Tiene más mano izquierda y tacto. El escenario no invita a dar gritos ni golpes en la mesa. Le toca empatizar con este grupo de futbolistas que tanto le dieron y a los que quiere sacar de su ruina. Reconoce, dentro del club, que los jugadores son los primeros que están sufriendo. Y con la responsabilidad de recuperar la autoestima de los más afectados y acabar la temporada de la mejor manera posible comparece en la sala de prensa para defenderlos y pedir respeto. En el vestuario es un Zidane con más psicología que táctica. Da cuatro consejos fáciles de entender —"hay que correr todos juntos, ayudarse los unos a los otros y así jugamos como un equipo"— y toca la tecla de la reacción. Esto es lo que sucedió en el descanso contra el Eibar.

placeholder Zidane con gesto vehemente en la sala de prensa. (EFE)
Zidane con gesto vehemente en la sala de prensa. (EFE)

Los caramelos de Zizou

Zinedine Zidane se echa a la cara a unos jugadores que están fundidos y ha decidido —pese a que no pueda reconocerlo— contentar a todos. Lo primero que hizo nada más llegar fue indultar a Isco y olvidar esos episodios de indisciplina con Solari. Se siente en la obligación de recuperar a Marcelo y lo defiende con uñas y dientes. Pone a Keylor Navas y también al tercer portero —su hijo Luca—. Tienen que jugar todos y contra el Eibar mete en el once a Fede Valverde. Hasta Sergio Ramos tiene su caramelo. El central que lo juega todo no fue ni convocado y le da un respiro para coger oxígeno. No son rotaciones. Son los caramelos de Zidane a un equipo de hombres que tiene el diagnóstico de un grupo de niños asustados.

Para dar aliento y confianza en tipos tocados en su autoestima el mejor es Zidane. Un trabajo nada fácil porque se puede entender que está mimando a unos futbolistas maduros y poco profesionales. La postura de enfado en el club y en la afición es la de rechazar a un equipo que se ha dejado ir y no ha competido con regularidad. Pero aquí está Zidane para hacer de 'apagafuegos' y ponerse en el pellejo de los futbolistas antes que en el de los seguidores y directivos. Tiene su mérito. Tener que dar palmaditas en la espalda y poner una sonrisa a futbolistas que cobran mucho dinero y no rinden es lo complicado para Zidane. Lo hace porque, como dice de puertas para adentro, él sabe lo que están sufriendo estos futbolistas. Después le tocará decir a la cara quién sigue y quién tiene que cerrar su ciclo en el Real Madrid.

En este ambiente de decepción, tristeza e inseguridad el que más cómodo se encuentra es Zidane. El entrenador tiene el don de la tranquilidad para templar los nervios, calmar las ansiedades y mirar al futuro con optimismo. Está Zidane en un papel que recuerda al de su etapa en el Castilla. "Es como si estuviera volviendo a entrenar con niños", dicen en el club para elogiar la predisposición que tiene el francés en una coyuntura de crisis. En el vestuario de los jugadores reconocen que es difícil sacar fuerzas de flaqueza para jugar sin un objetivo y que están tocados en la moral. No hay confianza y esa debilidad mental se traslada al césped. El Real Madrid está desconectado y bloqueado.

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