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La cruda realidad del Barcelona femenino y el 'miedo' al Camp Nou
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SEGUNDA VEZ EN SEMIFINALES DE CHAMPIONS

La cruda realidad del Barcelona femenino y el 'miedo' al Camp Nou

Las azulgranas, en semis de la Champions por segunda vez en su historia, sueñan con jugar en el Camp Nou, pero el club no es capaz de llenar el Mini Estadi ni ante rivales europeos

Foto: Lieke Martens (número 22) marcó el gol de la victoria del Barcelona ante el LSK. (EFE)
Lieke Martens (número 22) marcó el gol de la victoria del Barcelona ante el LSK. (EFE)

Por segunda vez en su historia, el Barça femenino disputará unas semifinales de Champions League. La primera vez que llegaron a esta ronda (nunca antes un equipo español lo había logrado), fue en la temporada 2016/2017, en la que el PSG les despertó del sueño con un resultado global de 5-1. Esta vez, tras superar al LSK noruego, a las azulgranas les espera el Bayern de Múnich, otro rival de entidad, y algunas voces se preguntan si ha llegado ya el momento de abrir el Camp Nou. La respuesta es contundente: no.

Las jugadoras vivieron hace semana y media un día histórico junto a sus compañeras del Atlético. Más de 60.000 personas abarrotaron el Wanda Metropolitano para presenciar un partido importantísimo en la lucha por el título de Liga Iberdrola. "Ojalá llegue la oportunidad de jugar en el Camp Nou", dijo Vicky Losada, la capitana, al término del encuentro. "Nos haría mucha ilusión jugar en el Camp Nou, pero mucho más llenar el Mini Estadi", confesó Lluis Cortés, el entrenador, en un claro ejercicio de sinceridad. No le faltó razón al técnico porque tras el empacho de público en el Metropolitano las barcelonistas se dieron de bruces con la realidad tres días después: apenas 5.500 personas acudieron a la ida de los cuartos de Champions frente al LSK, la mejor entrada de la temporada, y eso que el pase era gratuito para todo el que quisiera acercarse. La afición no responde y la directiva es consciente de que abrir las puertas del gran templo blaugrana no deja de ser una aspiración, por el momento, inalcanzable.

Pese al imparable crecimiento del fútbol femenino en España, la realidad dista mucho de la imagen presenciada en el Wanda. Las iniciativas llevadas a cabo para llenar grandes estadios como San Mamés, Benito Villamarín, Anoeta o Mestalla; entre otros, son aún muy esporádicas. Ojalá lejos de ser un acontecimiento único fuera algo habitual, pero la asistencia media de la liga gira entre el medio millar y el millar de espectadores en el mejor de los casos. A nadie en el Barça se le escapa que parte del éxito de la convocatoria colchonera tuvo que ver con la intención de celebrar el título liguero y convertir la tarde en una fiesta deportiva. Pero eso sí, cuando los culés han intentado organizar algo similar no se han encontrado con una respuesta tan masiva de su hinchada. Al contrario que otros equipos que tienen más movilizada a su gente, a los azulgranas les sigue costando horrores atraer a un público notorio a sus instalaciones. Todo, a pesar de los buenos resultados deportivos. Ni siquiera las próximas semis de Champions animará a la cúpula del club a citar a sus socios en el Camp Nou, tampoco una hipotética remontada en Liga. A la entidad le toca seguir trabajando. Fidelizar al socio es el objetivo prioritario.

La importante inversión presupuestaria llevada a cabo este año (3,5 millones) no ha sido suficiente para convencer a una afición que ve la Liga Iberdrola como una competición menor y Europa como un sueño imposible dada la amplia cartera que manejan los equipos franceses y alemanes (El Lyon y el PSG disponen de 20 y 14 millones de euros respectivamente, por ejemplo). A pesar de la enorme diferencia económica, el Barça compite, pero sus gestas no son suficientes, por lo que hace falta mejorar la promoción y fomentar un mayor número de actividades que enganche al socio y le invite a acudir al Mini Estadi cada fin de semana. El club se esfuerza, pero el paisaje sigue sin ser halagüeño.

placeholder Aspecto del Mini Estadi en la ida de los cuartos de la Champions League contra el LSK.
Aspecto del Mini Estadi en la ida de los cuartos de la Champions League contra el LSK.

Miedo a un Camp Nou semivacío

El club ha abierto las puertas del Mini, con capacidad para 15.000 espectadores, en numerosas ocasiones. Salvo contadas veces ante rivales de prestigio, la asistencia ha sido discreta. De ahí que el club quiera ir paso a paso. “Es importante que cada vez que juguemos allí se llene. Cuando el aforo de nuestros partidos vaya aumentando será motivo para asaltar cotas mayores”, cuenta la portera Sandra Paños. El Camp Nou tiene un aforo de casi 100.000 personas, por lo que los pasos a dar se han de tomar con especial cuidado. No es lo mismo un Wanda con 60.000 personas que un Camp Nou. Evidentemente es un número que los dirigentes azulgranas firmarían con los ojos cerrados, pero todavía quedarían casi 40.000 asientos vacíos, lo que podría causar una cierta sensación de gelidez en el estadio.

Es cuestión de tiempo. Pocas ciudades están tan capacitadas como Barcelona para batir records: por la potencia de su deporte de base, por el hecho de poder duplicar en femenino un derbi Barça-Espanyol que tantas pasiones desata, por la proyección planetaria de la marca Barça o por su cultura polideportiva y multidisciplinar. Que la estructura del fútbol femenino deje de estar en constante tela de juicio por los conflicos entre LaLiga y la RFEF también ayudaría. El sueño del Camp Nou aún tiene que esperar, pero cada vez está más cerca.

Por segunda vez en su historia, el Barça femenino disputará unas semifinales de Champions League. La primera vez que llegaron a esta ronda (nunca antes un equipo español lo había logrado), fue en la temporada 2016/2017, en la que el PSG les despertó del sueño con un resultado global de 5-1. Esta vez, tras superar al LSK noruego, a las azulgranas les espera el Bayern de Múnich, otro rival de entidad, y algunas voces se preguntan si ha llegado ya el momento de abrir el Camp Nou. La respuesta es contundente: no.

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