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La religión del Subbuteo: la nueva vida del juego que fue arrasado por la PlayStation
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La religión del Subbuteo: la nueva vida del juego que fue arrasado por la PlayStation

El Subbuteo, lo que empezó siendo un juguete para niños hecho a mano, se ha transformado en una auténtica religión con multitud de coleccionistas tras más de 70 años de vida

Foto: Una partida de Subbuteo.
Una partida de Subbuteo.

Desde que el británico Peter Adolph lo inventara en 1947, el Subbuteo es el juego de mesa ligado al deporte rey más popular de la historia. Lo que empezó siendo un juguete para niños hecho a mano se ha transformado, tras más de setenta años de vida, en una auténtica religión con multitud de coleccionistas tras sus icónicas figuras, legendarios tapetes donde se puede distinguir el olor a hierba y accesorios que lo convierten en un producto único. En España, una campaña promocional de Cola-Cao lo puso de moda en el Mundial de fútbol de 1982. A partir de ahí, dos generaciones enteras de niños disfrutaron de un juego muy similar a las chapas, pero que consiguió implantar una cultura de fútbol sin precedentes bajo el sello de la compañía Borras.

La Brasil del gran Pelé, la Holanda de Van Basten o la Argentina de Maradona fueron algunos de los coleccionables más deseados en aquellos años. Sin un rival claro, creció imparable hasta que a mediados de los noventa las nuevas tecnologías reventaron el mercado y le relegaron al ostracismo: “Los chavales de hoy en día nacen con una PlayStation bajo el brazo, están deseando terminar su jornada escolar para sentarse en el sofá y poner el FIFA”, asegura Antonio Montaño, presidente de la Asociación Española de Jugadores de Fútbol de Mesa (AEFM).

Esta entidad, máximo órgano responsable en nuestro país, funciona desde los años dorados. En aquella época contó con un pico de 5.000 afiliados y 200 equipos. En comparación, hoy los números son sangrantes: 500 asociados y tan solo 13 clubes. “Esos datos se cuadruplicarían si la gente nos conociera y viera el circuito tan amplio que tenemos”, asegura Montaño. Pese a las consolas, en Italia, territorio fetiche, sí que han conseguido mantener la tradición con más de 3.000 jugadores, por lo que el sevillano no obvia otras razones: “Los padres no hemos logrado transmitir la cultura de este juego a nuestros hijos y, aparte, España es un país de un tamaño considerable, por lo que las distancias a recorrer para competir también son elevadas”.

placeholder Ambiente durante el pasado Mundial, disputado en Gibraltar.
Ambiente durante el pasado Mundial, disputado en Gibraltar.

Italia es el paraíso para cualquier futbolista de mesa. Allí el juego está reconocido como deporte, por lo que tiene su propia federación y recibe subvención pública. No es el caso español. “Así como los dardos y las canicas consiguieron federarse en época de vacas gordas, ahora el CSD es más estricto. Hemos peleado y hemos elevado escritos, pero siempre recibimos negativas y nunca nos han dado una sola explicación”, cuenta Montaño. Hace años que barajan como alternativa la posibilidad de fusionarse con la Real Federación Española de Fútbol, pero sin esperanzas. “Lo veo complicado, aunque nos daría un empujón tremendo”, señala el veterano dirigente, que mantiene la actividad de su asociación únicamente, y salvo alguna excepción, con las cuotas que recibe de los socios: de 10 a 25 euros anuales según la edad. “Al menos nos da para sufragarles a los más jóvenes los viajes a los mundiales”, explica abatido.

Sin poder vivir del Subbuteo

Sin poder vivir expresamente del Subbuteo, los jugadores que compiten en Italia disfrutan de gastos pagados y una pequeña dieta a modo de sueldo, algo impensable en la península. Es el caso de Carlos Flores, seis veces campeón del mundo, que es miembro del club Bari de la ciudad de Reggio Emilia, al norte del país: “Vivo y trabajo en Murcia, pero mi entidad me costea ocho torneos al año y, aparte, me ofrece 4.000 euros de plus para que lo invierta en lo que considere”. Flores, que empezó a jugar con doce años, afirma estar cumpliendo el sueño de su infancia: “La gente me respeta, incluso hay fans que me reconocen en los aeropuertos, me piden fotos y me felicitan. Tenemos público en los pabellones y la tele a veces transmite partidos. Es otro nivel”. Como él, son cada vez más los españoles que acaban cruzando el mediterráneo para poder disfrutar de su hobby en condiciones. “Algunos se quedan a vivir porque el club se preocupa por encontrarles empleo”, indica.

placeholder España levanta el título mundial de Subbuteo en 2018 de la categoría Open.
España levanta el título mundial de Subbuteo en 2018 de la categoría Open.

En el Subbuteo, al igual que en el fútbol, lo más importante es la posesión. Cada pieza solo puede dar tres toques seguidos, por lo que hay que triangular pases. Si el balón toca en el contrario, el jugador pierde el turno. La temporada gira en torno a varios torneos: los Majors son los más significativos -Flores ostenta el récord con 19 entorchados- y los únicos con bote (240 euros al vencedor), les siguen por categoría los Grand Prix, Open y Satélite. La federación internacional completa el circuito con la organización de la Champions y la Europa League. “No tenemos la licencia de la UEFA para emplear sus logotipos y sus patrocinadores, por lo que utilizamos otros diferentes”, aclara Montaño. La última edición del torneo de las estrellas se celebró este pasado mes de octubre en Mallorca, con cerca de 400 participantes. Hasta el momento, España ha sido sede de múltiples competiciones, pero nunca ha organizado un Major. “Estamos capacitados para acoger cualquier evento porque tenemos instalaciones y suficiente oferta hotelera. Lo que falta son ganas”, comenta el sevillano. Flores añade: “Disponer de cuarenta mesas, que es lo ideal en esta competición, puede suponer un gasto de unos 6.000 euros que es difícil de cubrir. Es lógico que la gente se lo piense porque no son cuatro duros”.

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Salvo el Ciudad de Murcia, no hay equipos en España que pertenezcan oficialmente a clubes de fútbol. “Lo hemos intentado en numerosas ocasiones, pero no ha habido suerte. Nuestros compañeros de Cataluña probaron en su día con el Barça y nada. Es curioso porque sí que hemos llegado a disputar partidas en el campo del Espanyol y del Atlético, pero no interesamos más allá de algún evento concreto”, lamenta Montaño. En cambio, sí que son varios los equipos de la Primera y la Segunda división española que han puesto a disposición de sus aficionados su propio pack del juego, fielmente desarrollado por la firma americana Hasbro -y distribuido en nuestro suelo por Force Eleven- responsable de las licencias y encargada de recuperarlo en 2012, una década después de desaparecer de las tiendas.

Pagar barbaridades por productos únicos

Estos productos, destinados a los niños, distan de los empleados por los profesionales en las competiciones. Las empresas que aportan materiales de alta calidad para la práctica del Subbuteo se encuentran en Italia, Alemania y Bélgica. Algunos jugadores prefieren invertir tiempo en la elaboración de sus propios equipos, pues la personalización es otra de las facetas más interesantes de esta actividad. Por ejemplo, si un jugador tiene especial admiración por una plantilla determinada, imagínese el Cádiz de Mágico González o el Compostela de Fernando Vázquez, puede crearse sus propias figuras y disputar encuentros con ellas. “Es lo especial de todo esto”, remarca el presidente. Luego, vender siempre es muy goloso pues existen coleccionistas dispuestos a pagar barbaridades por productos únicos. En Ebay, por ejemplo, se pueden adquirir ‘raras avis’ como la Selección de Gales de 1980 o el Southampton de 1986 por valor de 1.000 euros. “Yo juego con el Nápoles de los años ochenta que fue de los primeros packs que salieron en España y sé que, si decidiera venderlo, algo sacaría”, añade Flores con guasa.

placeholder Djokovic jugando al Subbuteo durante un día de descanso de Roland Garros.
Djokovic jugando al Subbuteo durante un día de descanso de Roland Garros.

Pese a tener una visibilidad muy limitada y ningún apoyo institucional, España ha seguido cosechando títulos internacionales a nivel colectivo e individual. Los jóvenes también aprietan fuerte con mundiales en categoría Sub12, esta pasada temporada en Gibraltar, y Sub19. Precisamente Montaño, como maestro de Educación Física del colegio Los Remedios de Estepa (Sevilla), fue el responsable de implantar un modelo de éxito entre los chavales que ahora empieza a recoger sus frutos: “Un día decidí meter el Subbuteo como actividad complementaria en los recreos y se les dio tan bien que empecé a llevarlos a competiciones. Con el tiempo se fue creando en el centro una especie de idiosincrasia alrededor de esta actividad que se mantiene hasta hoy en día”. Desde 2014, el club que se formó en el colegio es filial del Tiburones de Sevilla, número uno del ranking mundial. “Hay cantera”, avisa con satisfacción. Las chicas, el siguiente objetivo. “Tenemos siete jugadoras nada más y el nivel es aceptable, pero aún lejos de los varones y de los niños. Esperamos que su influencia siga creciendo porque las necesitamos, es un reto que nos marcamos”, apunta Montaño.

El Subbuteo sigue en la lucha, con ánimo de redescubrir a la sociedad que existe otra forma de ocio alejada de los videojuegos. A fin de cuentas, es igual de adictivo y recoge un espíritu revolucionario, una especie de halo místico, que entronca muy bien con el movimiento ‘Contra el fútbol moderno’. Aquí también se trata de meter goles, de gritar, de enrabietarse y de discutir con el rival, pero al menos sobre un campo que, para los nostálgicos, sí parece de verdad. Djokovic, Buffon, Mancini o Alex Ferguson saben lo que es jugarlo. Nuevos tiempos, viejas costumbres.

Desde que el británico Peter Adolph lo inventara en 1947, el Subbuteo es el juego de mesa ligado al deporte rey más popular de la historia. Lo que empezó siendo un juguete para niños hecho a mano se ha transformado, tras más de setenta años de vida, en una auténtica religión con multitud de coleccionistas tras sus icónicas figuras, legendarios tapetes donde se puede distinguir el olor a hierba y accesorios que lo convierten en un producto único. En España, una campaña promocional de Cola-Cao lo puso de moda en el Mundial de fútbol de 1982. A partir de ahí, dos generaciones enteras de niños disfrutaron de un juego muy similar a las chapas, pero que consiguió implantar una cultura de fútbol sin precedentes bajo el sello de la compañía Borras.

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