Ni Florentino ni los jugadores entienden a Lopetegui: ¿por qué no juega Mariano?

Dos goles en cuatro jornadas, un descenso notable en remates a puerta y medio gol menos por partido que en el inicio de las temporadas en las que Cristiano Ronaldo lideraba la ofensiva blanca. El Real Madrid tiene un problema serio, por más que desde el vestuario y la directiva se trate de maquillar: la ausencia del astro portugués pesa y por eso se ha comunicado a los jugadores desde la directiva que queda prohibido hablar de Cristiano en los medios, algo en que los futbolistas están de acuerdo. No es en el único punto en el que palco y césped coinciden, también en ambos lados se preguntan por qué Julen Lopetegui, ante esta falta de gol, no recurre más a Mariano, quien esta tarde en Champions -frente al CSKA a las 21:00 horas- apunta al banquillo en Moscú pese a la lesión de Bale.

El presidente blanco, Florentino Pérez, no quiere oír hablar de su exjugador franquicia. Primero por los constantes desencuentros que mantenía con el portugués, y después porque la fractura con el delantero provocó la salida de Zidane, quien ante la problemática relación entre la estrella y el presidente decidió irse y dejar la gestión del problema a otro. Si en la zona noble no quieren ni oír hablar de Cristiano, el vestuario también ha pasado página. La salida del portugués ha dado más libertad a su excompañeros en el césped y, aunque ahora todos han ganado protagonismo, la producción ofensiva del equipo se ha resentido.

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Sergio Ramos, con quien el portugués no mantenía una relación especialmente fluida, ha enviado algunos dardos al hoy jugador de la Juventus dejando claro que la plantilla no mira hacia atrás. Cristiano no era un jugador muy querido por el grupo, tras protagonizar varios feos en los que su ego le hizo quedar mal con los compañeros. La salida de Pepe le dejó muy solo en un vestuario en el que solo mantenía una relación estrecha con Marcelo.

Vestuario inquieto y directiva desorientada

El problema del gol descubre otro asunto que inquieta al presidente: la suplencia recurrente de Mariano. El jugador del Lyon llegó al Real Madrid para reforzar la máxima exigencia del entrenador, el fichaje de un 9 de área. Un jugador distinto a Benzema, con más presencia en los últimos metros, más remate y más gol. Y esa insistencia del entrenador es la que tiene ahora a Florentino molesto. Especialmente después de que en el partido ante el Atlético Lopetegui no echase mano del canterano para buscar el gol del triunfo en la segunda parte.

Mariano demostró ante la Roma su capacidad y su pegada, lo que hacía pensar que sería el elegido para saltar al campo en la recta final del derbi el pasado sábado. Sin embargo, el entrenador volvió a tomar una decisión difícil de explicar al apostar por Vinicius Júnior, al que había mandado al Castilla para que se foguease en una medida que levantó ampollas en la directiva.

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Vinicius debutó con la primera plantilla y Mariano se quedó sin jugar el derbi ante la sorpresa de la grada y de sus compañeros. El vestuario entiende, como su presidente, que Mariano ha demostrado su validez para liderar en ataque a los blancos. El jugador demuestra en cada entrenamiento el hambre y las ganas que tiene de hacerse con la titularidad y los compañeros ven en él a un 9 más incisivo que Benzema, que con su perfil asociativo parece más apto para otro tipo de partidos lejos del Bernabéu.

Sea como fuere. Florentino Pérez está confirmando el peor de los escenarios. El equipo tiene menos pegada y menos ambición tras la salida de Cristiano Ronaldo. Y Lopetegui, por alguna razón que nadie entiende (ni Florentino, ni la grada, ni el vestuario), mantiene en el ostracismo a un Mariano que está llamado a ser la referencia goleadora que intente hacer olvidar a Cristiano Ronaldo.

Probablemente el exdelantero del Olympique disponga de minutos en Moscú por la lesión de Bale, aunque no de inicio. Algo que no servirá para despejar el escepticismo que comienza a generar la figura de Julen Lopetegui en el madridismo. El tiempo dirá cuánto aguanta la paciencia de Florentino Pérez, que observa receloso como su golpe de mano el pasado verano al fichar al seleccionador español puede salirse mal. Y todo con el vestuario mirando de reojo...