La España de Luis Enrique es también la de Saúl y sabe lo que es ganar en Wembley
La Selección española demostró que tiene calidad para desafiar a un semifinalista del último Mundial. Aunque el partido tuvo altibajos, hay unos cuantos síntomas positivos para el equipo
No hay mucho terreno para sacar conclusiones, pero no es aventurado soltarse a una: Saúl necesitaba más espacio del que le estaban dando. Es un jugador que no apareció en todo el Mundial de Rusia. Hierro decidió que no le valía, que no le iba a aportar nada. Una enorme equivocación que ya lo parecía en aquel momento. Una idea que se reforzó en Wembley, uno de esos templos del fútbol en el que los grandes jugadores se relamen. El del Atlético es uno de ellos, y más que lo será. Luis Enrique le dio los galones y él no fue reticente ni un segundo. Los quiere y tendrá que llegar otro para soltarlos.
Saúl marcó un gol, el primero de España, en una más de las muchas armas que encuentra su arsenal. En el primer tiempo, cuando el juego fue fluido y bonito, el rojiblanco fue el mejor. Es cierto que su juego no es el de la Selección dorada, su manera de entender el fútbol no es la misma que se encontraba con Iniesta o Xavi porque ellos son jugadores bastante diferentes. Saúl es más alto, más fuerte y más rápido que los dos, y quizá todas esas cualidades le han llevado a no necesitar tanta astucia. Que no quiere decir que no la tenga. La comparación es con dos de los más grandes centrocampistas de todos los tiempos.
El interior, que lleva siendo clave en sus equipos desde que era un niño, es uno de esos extraños futbolistas a los que el terreno de juego siempre les parece pequeño. Wembley, por supuesto, no es un campo pequeño, pero cuando tienes zancas largas y energía para derrochar no hay espacio que no puedas cubrir con el físico. Y cuando apareces en el sitio correcto, que siempre fue una de las claves de este deporte, más te vale saber tocarla. Él sabe.
Tiene gol. Además, es como Marco Asensio, uno de esos futbolistas capaces de crear disparos de la nada. Lo cual, por otro lado, te devuelve a Rusia y a ese equipo incapaz de encontrar soluciones. Pues bien, tirar de lejos también puede ser una solución, pero los que estaban antes mandando no lo entendieron así. Ellos prefirieron a Koke, el damnificado más importante —por cuestiones futbolísticas— de esta convocatoria.
Obviamente esta es solo la primera de las listas, muchas o pocas, que hará Luis Enrique, pero ese mensaje está ahí. De este Atlético rocoso le gusta Saúl; del Madrid, Isco y Asensio; del Barcelona, Sergi Roberto. La tarea del seleccionador es siempre compleja porque no es solo encontrar las piezas más valiosas sino conseguir, como si fuese un puzle, que todas esas calidades se conviertan en un equipo. Es todavía más complicado si se ponen encima de la mesa las variables que ocurren en la Selección, que son el escaso tiempo y la pertenencia de los jugadores a tradiciones futbolísticas diferentes. Con eso hay que hacer este Frankenstein.
La Liga de las Naciones
En Wembley jugó España su primer partido de la Liga de Naciones, sea lo que sea esto. El tiempo dirá si es la última gran idea o una más de las muchas cosas con las que el fútbol se ilusionó y quedaron en el cajón del olvido. La FIFA y la UEFA, quizá porque en tiempos recientes han vivido cambios drásticos, tienen una diarrea de propuestas que viran entre lo interesante y lo intrascendente. Esto, al menos, asegura partidos contra rivales de nivel, aunque en realidad España ya decidió hace tiempo que mejor enfrentarse a rivales de verdad que saquear cuentas de países del infrafútbol.
Las sensaciones son buenas para un debut, por imagen y por resultado. El rival, Inglaterra, es todo un semifinalista de la última Copa del Mundo. Dicho así suena mucho, pero los tres leones que llevan en el escudo siempre parecen más unos cachorrillos. Una serie de casualidades, de buena estrategia y suerte, llevó al equipo británico a una posición algo por encima de su calidad real. Libra por libra, que se diría en el boxeo, el equipo tiene bastante menos calidad que otros. También que España.
La segunda mitad del partido tuvo menos historia, porque los amistosos (¿se le puede llamar así a esto?) llegan siempre a un punto en el que el aburrimiento aparece en el césped. Con lo que se sabe de Luis Enrique, es de esperar que esto nunca ocurre en partidos de verdad. Él, entre sus muchas virtudes y defectos, se empeña en tener siempre a sus equipos enchufados y con ganas de más. En Wembley, además, el equipo había cumplido. El partido, además, tuvo una interrupción importante con la aparatosa caída de Luke Shaw, en un choque con Carvajal, que le obligó a salir con collarín del terreno de juego. Esas imágenes se quedan siempre en los futbolistas y, al menos durante un rato, les cuesta reconectar.
El portero, el de siempre
Había morbo también en ver qué hacía Luis Enrique con la portería, porque De Gea tiene fama de ser de los mejores del mundo en lo suyo, pero con España rara vez lo ha dejado ver. Confió en el guardameta del United y este respondió con creces. Un par de paradas sensacionales, sin incidencia en el gol. Como todo, la muestra es pequeña, pero si se encuentra eso que habrá ganado el conjunto. También a él le importa el juego del equipo, por lo que se ve la petición de que el balón salga desde atrás con el pie no es tan importante como se esperaba. Él respira, no es lo suyo.
Entre los ganadores de este partido, al menos en lo relativo a España, también está Carvajal. El lateral del Madrid es un jugador fiable en defensa que también contribuye en ataque. Sus apariciones, constantes, ayudaron a abrir el campo y encontrar más espacios. Se le echó de menos en el Mundial, en parte por eso, porque las bandas allí no funcionaron. También Thiago, que tiene galones y juego, y Rodrigo, goleador y martillo de defensas, de esos delanteros que nunca van a dejar de tirar un desmarque. Los mediocampistas los adoran. Y él tiene olfato, como demostró con el segundo tanto.
Este es el primer ladrillo, uno bueno, de prestigio. Ganar al creador en su casa, hacerlo demostrando cierto fútbol. Tampoco está bien llevarse a engaño, España ha vencido en los últimos años muchísimos amistosos y partidos de poca o nula trascendencia. El problema no ha sido ese, y sigue sin serlo, pero sin este tipo de pruebas es imposible llegar a las conclusiones precisas para modificar lo que ha fallado en el pasado.
No hay mucho terreno para sacar conclusiones, pero no es aventurado soltarse a una: Saúl necesitaba más espacio del que le estaban dando. Es un jugador que no apareció en todo el Mundial de Rusia. Hierro decidió que no le valía, que no le iba a aportar nada. Una enorme equivocación que ya lo parecía en aquel momento. Una idea que se reforzó en Wembley, uno de esos templos del fútbol en el que los grandes jugadores se relamen. El del Atlético es uno de ellos, y más que lo será. Luis Enrique le dio los galones y él no fue reticente ni un segundo. Los quiere y tendrá que llegar otro para soltarlos.