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Así jugará la nueva España: 5 claves para entender lo que quiere Luis Enrique
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Así jugará la nueva España: 5 claves para entender lo que quiere Luis Enrique

Todo es nuevo en la España de Luis Enrique, que desde el anunciado 4-3-3 tiene que establecer las bases para convertir una Selección con pocas ocasiones en otra que genere más disparos

Foto: Luis Enrique, mandando desde el andamio. (EFE)
Luis Enrique, mandando desde el andamio. (EFE)

Cruje el celofán que envuelve a la nueva Selección. En Wembley se presenta en sociedad un equipo que, a fuerza de los tiempos, tiene que ser obligatoriamente nuevo. Por orden de jerarquía: es el primer proyecto que no pertenece al presidente Villar, es el primero del director deportivo Molina, el primero del técnico Luis Enrique y, también, el primero de un buen puñado de futbolistas. Es también el que marca el inicio de un tiempo en el que ya no estarán Piqué, Silva o Iniesta, jugadores claves en la estructura del mejor equipo español de todos los tiempos y, del mismo modo, en la decadencia de aquel conjunto soñado.

Las claves, a corto plazo, pasan por Luis Enrique. Sus ideas y la capacidad para implementarlas, que no siempre son cuestiones iguales. Lo primero está claro, tiene ya una carrera notable como entrenador y, sobre todo, un paso de tres años por el Barcelona en el que no le cupo la opción a esconderse nada. Llevar a cabo sus ideas, en todo caso, no es sencillo. Lleva un mes en la Selección y poco más de una semana con los jugadores, tiempo insuficiente para que todos se empapen de su filosofía. No es un problema coyuntural, el tiempo siempre será escaso en su nueva función, por eso las selecciones siempre parecen peor trabajadas que los clubes. En todo caso, estas son las ideas que el asturiano tratará de transmitir al juego de España.

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Los pies del portero

Lo comentó cuando tuvo que argumentar la inclusión de Paul López en la lista, aquí el portero tiene que ser moderno y jugar con los pies. El juego desde atrás, guardametas con criterio y sin miedo, esas cosas tan del Barcelona, que en algún momento, casi por exceso de manierismo, terminó pareciendo un club que privilegiaba que el arquero jugase a su razón de ser principal, que no es otra que parar balones.

Esa es la idea original, pero Luis Enrique sabe que una parte de su trabajo está en adaptarse a los mimbres que tiene. De Gea, hasta ahora el portero titular de la Selección, no es ningún virtuoso en la materia. Canterano del Atlético, donde no se hace tanto hincapié en estos temas, es también pupilo de Mourinho, que no se destaca entre todos los entrenadores por estar obsesionado con ese punto concreto del juego. Kepa, toadavía un proyecto en desarrollo, gustaba más del juego con los pies, aunque tampoco en el Athletic estuviese entre las cuestiones prioritarias.

La decisión de la portería no es sencilla. El último Mundial ha sido una losa importante para De Gea, considerado frecuentemente uno de los mejores porteros del planeta. Su buen juego en el United, innegable, combina mal con sus intervenciones con España, donde siempre parece nervioso e incómodo. Él mismo ha declarado en ocasiones que no se siente lo suficientemente querido o respetado en su país, algo que ahora mismo se agudiza ante la competencia de Kepa, a quien muchos ven como mejor opción para la titularidad con España.

placeholder David de Gea. (EFE)
David de Gea. (EFE)

El 4-3-3

Fue su sistema en el Barcelona, por convicción y por necesidad. Con Neymar, Messi y Luis Suárez en la plantilla, las variantes posibles eran escasas. Tenían que jugar los tres y todos ellos viven más cómodos en el último tercio del campo. Con España no hay una imposición tan clara, pero igualmente forma parte de la idea de Luis Enrique, al menos para esta primera etapa con la Selección.

Lo dijo en su rueda de prensa de convocatoria, ese será el esquema. De momento no se plantea adaptarse al sistema de moda, el de los dos carrileros, aunque tener a Marcos Alonso en el equipo, y algunos centrales versátiles como Nacho o Azpilicueta, podrían ayudarle a esa transición.

El 4-3-3 tendrá, como siempre ha sido, un jugador clave, que es Busquets. Él será el ancla y en este esquema deberá de ocupar mucho espacio. España espera que, con frecuencia, los rivales les dejen el balón, y a eso tendrá que adaptarse, quizá con Thiago y Saúl, jugadores menos técnicos que Xavi o Iniesta, pero hay que asumir que la nueva Selección puede ser muy potente, pero difícilmente será igual que la del pasado. Los que hay son algo más fuertes, pero quizá también algo menos talentosos.

Saúl, que no tuvo un minuto en Rusia, se presenta como un jugador importante en la nueva idea. Tiene muchísima potencia, llega a la frontal contraria, es un jugador con buen criterio, pero no es exáctamente un futbolista de primer toque. Thiago, quizá, podría ser ese enlace con el pasado, pero esá lejos de las prestaciones que pudieron dar en su momento Iniesta o Xavi. Ceballos es una de las mayores incógnitas, aunque Luis Enrique deslizó en la rueda de prensa que su presencia tenía que ver con un guiño a la sub-21. No ha tenido muchos minutos en el Madrid, aunque ahora parece que va a coger más espacio con Lopetegui. Nadie le niega el talento, pero es un jugador por formar. Queda un caso más, pero ese merece epígrafe propio.

Foto: Luis Enrique, en el entrenamiento con Ramos. (EFE)

Isco

El asturiano no quiso clasificarle cuando tuvo que hablar con él. Es más, aunque la lista se había dado con los jugadores distribuidos por líneas, de él quiso señalar que no quería encasillarle. Centrocampista o delantero, cualquiera de las dos opciones son válidas y ambas marcarán de algún modo cuál es el carácter de esta Selección.

Nadie duda de la importancia del malagueño en el proyecto que está por nacer, ni siquiera Luis Enrique escondió que espera mucho de él, incluso más de lo que hasta el momento se le ha visto. Es el 'crack' de la Selección, unos galones que no se esconden y sobre los que tiene que responder con fútbol. Hay talento, claro, porque si no las expectativas no tendrían sentido, pero lo más importante es que haya rendimiento.

Si juega en la medular, será el distribuidor de balón. Por su estilo, el equipo será menos de toque y más de conducción, mucho menos parecido a la España tradicional que otras versiones posibles de este equipo. El liderazgo de esa parte del campo marcaría cambiar de una manera bastante radical la idea de juego.

En cambio, si le ponen en lugares más adelantados, se convertirá más en un catalizador y un finalizador. Tendrá menos relación con el juego, pero será el encargado de convertir todo el juego del equipo en ocasiones, bien sea con disparos o, especialmente, abriendo huecos en las defensas rivales, que se suponen cerradas y atosigantes.

Esa función le llevaría a la que es, en todo caso, la mayor preocupación del técnico.

placeholder Isco y Aspas. (EFE)
Isco y Aspas. (EFE)

Aprender a atacar

De un tiempo a esta parte, pero no hace tanto como se pueda imaginar, se ha puesto el foco en la necesidad de trabajar el ataque. España no lo hizo en el Mundial, ni en la Eurocopa anterior. Estuvo muy lejos de eso, y se notó en el campo. El equipo, lleno de buenos jugadores -los sigue teniendo- se demostraba incapaz una y otra vez de encontrar maneras de romper los candados que le ponían delante.

Ante la imposibilidad de jugar a la contra, por principio y por jugadores, lo normal es que el balón sea mayoritariamente español. Encontrarse defensas cerradas es un problema, pero mucho mayor lo es no saber cómo atacarlas. Isco, si juega en el borde del área y no en el medio, tendrá que intentar romper con desplazamientos y regates. Morata, si es que él es el delantero, tendrá que jugar de espaldas y descargar a la segunda línea. Los tiros lejanos de Saúl pueden ser muy útiles.

Pero, más allá de las aportaciones concretas de algunos jugadores, la clave está en aprender a atacar los espacios. El primer entrenamiento, el único en abierto, tuvo varios ejercicios específicos en los que los futbolistas se encontraban constreñidos en zonas reducidas del campo y tenían que reaccionar rápido. Ahí sobran los arabescos y todos los movimientos, de jugador y de balón tienen que ser rápidos y precisos. Cuestiones como abrir el campo con los laterales (para lo que puede ser muy útil Marcos Alonso) o tirar desmarques redundarán en el éxito de la selección y, por supuesto, de Luis Enrique.

Foto: Luis Enrique comprueba la presión del balón en uno de los entrenamientos de la Selección. (Efe)

El delantero

Aquí una duda que no se resolverá este fin de semana. Diego Costa no ha formado parte del grupo por su inminente paternidad, lo que hace que no sea parte del grupo esta vez. Había sido uno de los llamados por Luis Enrique, así que en principio sí es una de las opciones que tiene que valorar para esa posición. Los que sí están, son viejos conocidos, y por sus características se puede esperar casi cualquier cosa.

Morata, que vuelve tras no haber ido al Mundial, es un delantero alto, más de área, capaz de jugar de espaldas. Lleva un tiempo sin demostrar lo que llegó a ser, pero en algunos partidos recientes ha dado muestra del juego que se le supone. En las mejores condiciones podría ser el más goleador de los tres arietes, pero ese potencial, ahora mismo es dudoso.

Rodrigo, uno de los nombres que más ha sonado en verano, se ha establecido como un delantero importante en el fútbol español. Es capaz también de caer a banda y, aunque no es exactamente un goleador, puede jugar con dinamismo y ayudar a crear espacios para un equipo que los va a necesitas.

La última opción, Iago Aspas, es quizá el menos valorado por el técnico, lo que explicaría que se hubiese quedado fuera de la lista y que entrase después, cuando Diego Costa habló con Luis Enrique y le pidió que le dejase en Madrid por temas personales. Aspas puede ser un nueve, pero también jugar en las otras dos posiciones del ataque. Es móvil, es inteligente y tiene gol. La casualidad ha hecho que, de repente, tenga una oportunidad de demostrarle al seleccionado que se equivocaba.

Cruje el celofán que envuelve a la nueva Selección. En Wembley se presenta en sociedad un equipo que, a fuerza de los tiempos, tiene que ser obligatoriamente nuevo. Por orden de jerarquía: es el primer proyecto que no pertenece al presidente Villar, es el primero del director deportivo Molina, el primero del técnico Luis Enrique y, también, el primero de un buen puñado de futbolistas. Es también el que marca el inicio de un tiempo en el que ya no estarán Piqué, Silva o Iniesta, jugadores claves en la estructura del mejor equipo español de todos los tiempos y, del mismo modo, en la decadencia de aquel conjunto soñado.

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