Tensión en el Barcelona: Valverde no va a pasar ni una más a Bartomeu
Ernesto Valverde está enfadado con la directiva. El Barça ha hecho fichajes sin consultarle y Valverde se ha quedado sin Griezmann y Paulinho. Tiene una relación distante con Pep Segura
Ernesto Valverde no es un entrenador de declaraciones altisonantes, pero le ha bastado una semana de gira y una rueda de prensa en Estados Unidos para dejar claro que está mosqueado con el club y, más concretamente, con Pep Segura, el mánager general que decidió prescindir del director deportivo Robert Martínez, con el que el técnico aseguró que tenía “una estrecha relación”, y apostar por Éric Abidal y Ramón Planes. Más aún, la salida de Paulinho le ha sentado fatal y además nadie le consultó. Igual que no se le preguntó por el fichaje de Malcom, del que se ha desligado por completo. Con este panorama, Valverde ha pedido públicamente un refuerzo en el centro del campo y no parece dispuesto a dejar pasar ni una más. O, al menos, no parece que se vaya a callar.
Hace una semana, en California y antes de debutar ante el Tottenham, Txingurri ofreció su primera rueda de prensa en dos meses. Y sorprendió, más que por su tono, por la queja entre líneas, por un disgusto que no le dio la gana disimular, sino acentuar. Ante la cuestión de qué podía aportar Malcom, dijo: “Es un jugador que conoce el club desde hace tiempo y que se ha decidido a fichar, joven, con proyección y que pensamos… o que piensa el club que nos puede venir bien”. Un ‘a mí que me registren’ de manual, vamos. “Se relaciona bien con el juego y estamos contentos de que esta adaptación haya sido rápida”, declaró en la madrugada del miércoles después de que el brasileño hiciera un buen papel, gol incluido, frente a la Roma. En cualquier caso, no se ha esforzado ni lo más mínimo en mostrar una pizca de entusiasmo por su contratación, mientras que Dembélé, aún de vacaciones, anda con la mosca detrás de la oreja a pesar de que Valverde le haya echado un capote afirmando que es un “futbolista extraordinario”. La diferencia entre el uso deliberado de las palabras en la valoración de un jugador y otro por parte del entrenador salta a la vista.
Hay que tener en cuenta, además, que el entrenador ya terminó la campaña decepcionado con la directiva, con Bartomeu, después de que el día en que se jugaba la final de la Copa del Rey apareciera en el diario ‘Mundo Deportivo’ que se dudaba de su continuidad después de caer frente a la Roma en la Champions. Con el doblete, todo pasó a un segundo plano, pero Valverde lo recuerda. Y muy bien. Ya sabe lo que hay y no se fía de los que están en los despachos, y ahora tampoco da la sensación de que tenga una buena sintonía con la dirección deportiva. Porque si la tuviera, sus primeras declaraciones no hubieran sido las que fueron.
El caso Paulinho
Valverde se fue de vacaciones contando con Griezmann y Paulinho y volvió sin ninguno de los dos. De lo del francés se enteró, al mismo tiempo que el club, por el documental ‘La decisión’, producido por Piqué. De lo del centrocampista, por la radio, según desveló Santi Giménez, del diario ‘AS’, que añadió además que lo primero que hizo el técnico fue llamar a Bartomeu para preguntarle si era cierto y qué diantres había pasado. ¡Ojo! A Bartomeu y no a Pep Segura, que es en teoría con quien debería tener el contacto próximo, cercano y diario. La máxima confianza.
La operación de Paulinho no hay quien se la explique con argumentos lógicos. Fichado por 40 millones hace un año al Guangzhou Evergrande y cedido con opción de compra al mismo club que se hará efectiva a partir de enero por 50, dicen. El negocio para el club chino no se ve por ninguna parte, pero lo que le importa al entrenador es que le han desmontado una pieza con la que él contaba, que le dio buenos resultados en su primera temporada y que por mucho que chirriara con el llamado estilo o ADN azulgrana, a él le valía. Pero, sobre todo, que no se lo esperaba. Bartomeu le prometió que harían lo posible por encontrarle un recambio a su gusto. Y ahí es donde radica el gran misterio, porque las únicas pistas que ha ofrecido Valverde sobre lo que quiere son: “Necesitamos gente que se mueva bien por dentro para generar juego. Y si luego tiene llegada, pues también está bien”.
El nombre que ha salido en todas las portadas es el de Rabiot, que termina contrato en 2019, pero al que el PSG no está dispuesto a facilitar su salida ni malvenderle. Abidal, del que se destacaron su nacionalidad y sus contactos con el fútbol francés como uno de los factores que se tuvieron en cuenta a la hora de nombrarle director deportivo, no le da por perdido. Y entre los últimos rumores (qué sería del verano futbolístico sin los rumores) está el de que se reunió con Pogba en Beverly Hills, según ‘Tuttosport’. Al vestuario, en cambio, le gustaría más Thiago Alcántara, pero Pep Segura es de los de “el que se va, no vuelve”.
A 10 días de disputarse su primer título oficial de la temporada, en Tánger frente al Sevilla, Valverde ha arrugado el morro para que Bartomeu y compañía sepan que le deben una. Porque si un doblete no les parecía suficiente la campaña pasada y la Champions es el objetivo principal esta, el Txingurri quiere jugar con sus cartas y no con las que le vienen marcadas por la institución y la planificación deportiva, que va y viene como una veleta.
Ernesto Valverde no es un entrenador de declaraciones altisonantes, pero le ha bastado una semana de gira y una rueda de prensa en Estados Unidos para dejar claro que está mosqueado con el club y, más concretamente, con Pep Segura, el mánager general que decidió prescindir del director deportivo Robert Martínez, con el que el técnico aseguró que tenía “una estrecha relación”, y apostar por Éric Abidal y Ramón Planes. Más aún, la salida de Paulinho le ha sentado fatal y además nadie le consultó. Igual que no se le preguntó por el fichaje de Malcom, del que se ha desligado por completo. Con este panorama, Valverde ha pedido públicamente un refuerzo en el centro del campo y no parece dispuesto a dejar pasar ni una más. O, al menos, no parece que se vaya a callar.
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