Zidane coloca la última china en el zapato de Florentino con su convocatoria en Eibar

El Real Madrid ha recuperado su versión más solvente cuando la temporada ha llegado a su punto decisivo. Clasificado para cuartos de final de Champions con un ejercicio de autoridad incuestionable en París, ese planteamiento táctico de Zidane -bandas para Lucas y Asensio, y banquillo para Bale e Isco-, fue un acierto del entrenador que reconocieron los jugadores, grada y prensa. Sin embargo, otras decisiones del francés durante esta temporada no se han entendido igual. En la directiva blanca, el último mosqueo llegó en Eibar cuando comprobaron cómo prácticamente todos los fichajes de Florentino Pérez de este verano no entraron ni en la convocatoria. Se ha tomado como un pulso del entrenador al presidente.

Todo parte de las peticiones que realizó Zidane el pasado verano en cuestión de fichajes, recomendaciones que Florentino no tuvo en cuenta, y desemboca de manera gráfica en el último desencuentro ´del pasado fin de semana, cuando la lista de convocados para jugar en Eibar arrojaba unos descartes muy significativos: Vallejo, Llorente, Mayoral, Achraf y Ceballos. Todos los refuerzos por los que Florentino ha apostado este verano (salvo Theo) se quedaban en casa para uno de esos partidos en los que el francés la pasada temporada echaba mano de la segunda unidad, del equipo B.

El duelo entre Bale y Benzema

Zizou prescindía de prácticamente todos los fichajes, lo que dejaba clara su posición sobre la apuesta deportiva de Florentino. Un hecho muy comentado en la zona noble del Bernabéu durante los últimos días y este ha sido solo el último capítulo de la lista de desencuentros entre el técnico y el presidente. Previamente había quedado plasmada su diferencia de criterio sobre la apuesta en ataque. Mientras el presidente respaldaba a Bale, fichaje más caro en la historia del club, el técnico lo ha relegado a un papel residual en el grupo. Hoy en día, el galés es el decimocuarto o decimoquinto jugador de la plantilla y se ha limitado a salir en la segunda parte de los partidos importantes o como titular en casa. Caso contrario de lo que ocurre con Benzema, al que Zizou respalda incondicionalmente pese a no ver portería.

Opinión

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El episodio más traumático entre ambos se produjo con el fichaje frustrado de Kepa Arrizabalaga. El presidente no ve a Keylor Navas como un portero de entidad para el Real Madrid y por eso lleva varias temporadas peinando el mercado. En esta ocasión había apostado por el portero del Athletic como el idóneo para hacerse con su puesto y Florentino ató el fichaje del jugador en enero a través del pago de la cláusula de 20 millones.

Con Kepa, el daño ya estaba hecho

Sin embargo, Zidane echó abajo el fichaje al plantarse en la sala de prensa y dejar claro que no necesitaba fichar a ningún portero y que su apuesta seguiría siendo Keylor Navas. Declaraciones que frustraron la llegada del portero, quien al verse sentado en el banquillo del Bernabéu, y consiguientemente sin ir al Mundial, decidió dar marcha atrás y renovar con el equipo vasco. Un episodio que sentó muy mal en el Palco hasta el punto de filtrarse que Florentino se desharía del francés en caso de no ganar la Champions. Decisión que se conocerá a final de temporada. Zizou quiso puntualizar días después sus declaraciones, pero el daño ya estaba hecho.

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Zidane siempre se ha posicionado al lado del vestuario y no del club cuando ha habido algún tema entre ambos. El francés, que tiene ahora la sartén por el mango con la bala de la Champions, advirtió además en su día que el banquillo blanco desgasta mucho y que al final de temporada se plantearía qué hacer. Palabras que matizó días después, reiterando sus ganas de seguir como entrenador del Real Madrid. Demasiadas idas y venidas en sus declaraciones para el gusto de la zona noble blanca, donde prefieren dar la callada por respuesta y posicionarse siempre a favor del club. Lo de Eibar ha sido la última china en colarse en el zapato de los hombres que rodean a Florentino Pérez, quienes piensan que su técnico está demasiado crecido.