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A Jesús Vallejo ni una roja le deprime ni un buen debut le hace perder el norte
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sensaciones muy dispares que no le perturban

A Jesús Vallejo ni una roja le deprime ni un buen debut le hace perder el norte

En una entrevista en 'El Periódico de Aragón', el defensa del Real Madrid repasa las primeras sensaciones tras su estreno en el primer equipo del Real Madrid, que se ha hecho esperar mucho

Foto: Vallejo, en su debut contra Las Palmas. (EFE)
Vallejo, en su debut contra Las Palmas. (EFE)

A Jesús Vallejo le pasó lo que a muchos hermanos mayores. Le obligaron a crecer antes de tiempo. Los hermanos mayores, sobre todo en familias humildes, suelen recibir la responsabilidad de sus padres de cuidar de los pequeños, de ayudar en las tareas del hogar, en definitiva, a hacer cosas que, por edad, no les corresponde. A Ranko Popovic le dio por cambiar la vida del Real Zaragoza, un grande del fútbol español demasiado asentado en Segunda, y le encargó a Vallejo que hiciera de hermano mayor. Nada que ver con la función vigilante del creado por Orwell, sino como líder de la tropa. Tenía 18 años y debía ser el jefe de los demás, todos mayores que él. Y el Zaragoza casi sube a Primera.

Popovic vio en el chico zaragozano el mismo gen que le ha llevado al Real Madrid, un portento deportivo e intelectual prácticamente inigualable. El Madrid creyó en él no por aventurarse 'a ver si sale bueno', sino por convencimiento de que no podía salir malo. Quizás por ello nadie duda de él en estos meses de dificultades extremas en su estreno como madridista. Le costó una barbaridad encontrar el momento para que Zidane considerase oportuno que jugase un partido oficial. Se lesionó en pretemporada y cuando volvió, la locomotora ya estaba en marcha y reengancharse a la misma se hacía difícil. Y cuando le tocó, se fue a la ducha expulsado. Ningún madridista con memoria desaprovecharía el momento para recordar a Jonathan Woodgate.

Y no le pudo dar más igual al defensa central. Ni agobios, ni nervios ni el más mínimo miedo al fracaso. "Nada de eso, de verdad. Pensé en el siguiente entreno, en el próximo partido. Tanto cuando las cosas van bien como si van mal hay que mantener la línea de pasar página, recuperarme bien del esfuerzo y darlo todo", dice Vallejo en una entrevista concedida a 'El Periódico de Aragón'. Es zaguero, entiende que está mucho más expuesto a las tarjetas rojas que cualquier otro futbolista y, por tanto, comprende que esa expulsión ocurrió en el debut de manera circunstancial, como podía haber ocurrido en el partido 150 con la camiseta blanca.

placeholder Vallejo (primero por la derecha agachado) es ya el capitán de la selección sub-21. (@JesusVallejo)
Vallejo (primero por la derecha agachado) es ya el capitán de la selección sub-21. (@JesusVallejo)

El domingo pasado pisó por primera vez el césped del Santiago Bernabéu en un partido. Lo había visitado en cada encuentro que jugaba el Madrid en casa, pero hasta ese día contra Las Palmas no se había vestido de corto y era uno más. Ahí estaba, jugando al lado de Sergio Ramos, con el escudo coronado en el pecho y entrenado por Zidane. Y jugó como si no fuera con él la tensión propia de un momento tan determinante en la carrera de un futbolista. Por supuesto se le notó. Falló algún pase, se le fue Vitolo en alguna ocasión y no siempre estaba perfectamente colocado. Claro, estaba debutando en Primera. La valoración global del aficionado fue, no obstante, más que positiva. Claramente lo de Fuenlabrada fue un lapsus.

Esos elogios que sin duda le han llegado, aunque evite entretenerse con el móvil y las redes sociales lo menos posible en su día a día, no le van a cambiar. No lo hicieron en el Zaragoza, tampoco en Frankfurt, no va a hacerlo ni tan siquiera en el Real Madrid. "No quiero perder el norte. Sé que no es nada fácil con mi edad estar con tantos grandes jugadores, pero no me detengo en ello. He disfrutado mucho del debut, pero quiero buscar nuevos retos y seguir aportando. Toda esa repercusión del Real Madrid, lo que implica para los futbolistas, hay que saberla gestionar positivamente, utilizarla como un estímulo. Lo afronto con naturalidad. Si hay errores, lo importante es seguir en el partido y darlo todo. El que da todo lo que tiene no está obligado a más. Es un lema de mi carrera", afirma.

No se crean, sin embargo, que este chaval maño no es consciente de lo que ha conseguido y lo que está consiguiendo paso a paso. En tres años ha pasado de jugar en el juvenil del Zaragoza a hacerlo para el bicampeón de Europa, donde comparte vestuario con Cristiano y Zidane y es uno de los nuevos jefes de la sub-21 española. "Vivo con ese vértigo. Ya en el Zaragoza lo sentía. Y no solo ha sido positivo todo, porque también he tenido varias lesiones estos años. Ese vértigo en mi carrera lo noto, pero me gusta y lo acepto con naturalidad. Forma parte del fútbol y, si lo sabes gestionar bien puede ser positivo".

Aunque quizás su gesto más comentado no ocurriera en el terreno de juego, sino en el túnel de vestuarios. Conoce a Cristiano de hace solo unas cuantas semanas y su estatus en el equipo es prácticamente opuesto al que tiene el delantero portugués. Aun así, no dudó en tomar la iniciativa para animarle, ya que las oportunidades no acababan de entrar y, de hecho, siguieron sin terminar en gol al final del choque. "Entrará, si la tenemos a... Entrará, tío, paciencia", le dijo. "Pero era una frase más para el equipo, era decir tranquilos que entrará, que meteremos el segundo. Ya había hecho uno Casemiro y había que seguir manteniendo esa línea, no estábamos brillantes, pero sí bien asentados y ellos iban a bajar. Y si seguíamos así íbamos a meter el segundo", y entró el segundo y el tercero, en realidad.

Podría haber dedicado esas semanas de ostracismo a entretenerse por la noche madrileña, como le ha sucedido a tantos y tantos futbolistas jóvenes que han llegado a los clubes de Madrid y se han 'descentrado'. Vallejo, en cambio, sigue apagando su móvil casi dos días antes de los partidos para no distraerse, parar centrarse únicamente en jugar al fútbol y seguir mejorando cada día, en cada entrenamiento. Le queda un larguísimo camino por delante, pues no es Sergio Ramos, no ha aterrizado en el Bernabéu para ser indiscutible, se lo tiene que ganar. Y sabe que se lo ganará.

A Jesús Vallejo le pasó lo que a muchos hermanos mayores. Le obligaron a crecer antes de tiempo. Los hermanos mayores, sobre todo en familias humildes, suelen recibir la responsabilidad de sus padres de cuidar de los pequeños, de ayudar en las tareas del hogar, en definitiva, a hacer cosas que, por edad, no les corresponde. A Ranko Popovic le dio por cambiar la vida del Real Zaragoza, un grande del fútbol español demasiado asentado en Segunda, y le encargó a Vallejo que hiciera de hermano mayor. Nada que ver con la función vigilante del creado por Orwell, sino como líder de la tropa. Tenía 18 años y debía ser el jefe de los demás, todos mayores que él. Y el Zaragoza casi sube a Primera.

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