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El mes sin mojar de Cristiano Ronaldo y el atasco de la 'BBC' justo antes del Bayern
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llega el bayern y el ataque blanca no carbura

El mes sin mojar de Cristiano Ronaldo y el atasco de la 'BBC' justo antes del Bayern

En la fase de la temporada en la que los mejores jugadores del mundo se ganan el derecho a pertenecer a esa clase privilegiada, los del Madrid están a verlas venir para alegría de Ancelotti

Foto: Cristiano acumula un mes sin ver portería. (Reuters)
Cristiano acumula un mes sin ver portería. (Reuters)

Al Real Madrid se le torció la tarde del sábado. Todo pintaba de maravilla, con un derbi capitalino con todo su lustre centenario y una rivalidad revitalizada que estaba volcándose hacia el lado merengue irremediablemente. Pero un francés que no se atrevió a jurar odio eterno al enemigo les roció con agua congelada y el contraste de temperatura dejó traspuesto al equipo blanco. Al rato, aún con el malestar en el cuerpo, a Míchel le dio por hacerle un favor al club que le hizo grande y permitió que el Madrid acabara la jornada con un punto más de ventaja sobre el Barça, algo más inesperado que una potencial competencia a Florentino en las próximas elecciones a la presidencia. Esa pequeña alegría innegable no acaba de eliminar del todo esa sensación de que algo no va bien. Hay quien mira al banquillo, pero otros miran a la delantera.

En la fase de la temporada en la que los mejores jugadores del mundo se ganan el derecho a pertenecer a esa clase privilegiada destinada a levantar copas cada primavera, los del Madrid están a verlas venir. A Cristiano, Bale y Benzema se les pide, mejor dicho, se les exige que en cada partido que disputen sean determinantes. Es una responsabilidad que no da cabida a excepciones, ni a días menos buenos ni excusas que intenten justificar un bajón de rendimiento. Han obtenido ese estatus con años de esfuerzo y resultados tanto individuales como colectivos y por ello son indiscutibles en el once del campeón de Europa.

Foto: Cristiano dio una asistencia de gol contra el Nápoles (Kiko Huesca/EFE).
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Ese deber que cargan Bale, Benzema y Cristiano conlleva que no sean aceptables los números que vienen acumulando recientemente. Parémonos un momento a ver un dato que resulta escalofriante por su extrañeza: el próximo 12 de abril, día del Bayern-Real Madrid, se cumplirá un mes exacto desde el último gol de Cristiano Ronaldo. Un mes, que se dicen pronto. El portugués no marca un gol desde el 12 de marzo, el que fue el empate a un gol de la posterior victoria contra el Real Betis en el Bernabéu, el día que a Keylor Navas se le olvidó cómo se hacía su trabajo. Desde entonces, Cristiano acumula cuatro encuentros sin marcar.

No están en mejor momento sus dos compañeros de ataque. A Bale la lesión en el tobillo que se produjo en Lisboa le cortó las alas y no le han vuelto a crecer. Alcanzó su mejor nivel como jugador blanco hasta el punto de ser capaz de echarse a todo el equipo a la espalda y ser, por primera vez, el líder del Madrid. Pero más allá de sus goles al Espanyol y al Villarreal, el galés está lejos de su mejor tono físico, indispensable para que pueda desarrollarse con plenitud. Tampoco ayudó la sanción de dos partidos por su autoexpulsión ante Las Palmas. Lo de Benzema tiene menos justificación, si bien es, ahora mismo, el que se encuentra en un estado de forma más cercano a la brillantez. Un par de goles a Athletic y Alavés y buen rendimiento en general, incluido el derbi. De no ser por Oblak, Benzema habría sentenciado el partido. Pero está ante una de sus peores campañas a nivel realizador y eso se deja sentir.

Si a Zidane se le pregunta constantemente por su confianza ciega en la delantera en los días importantes es debido a que la 'BBC' no ha conseguido cerrar el debate que siempre, desde el primer año de Ancelotti, ha estado presente en la opinión pública. Desde el primer momento, estos tres jugadores sugerían, lo primero, un cambio de sistema. Con Mourinho, el Madrid jugaba en un 1-4-2-3-1 que apenas se varió. La figura del mediapunta, por tanto, desaparecía. Eso sacó a Özil de la planificación de la temporada. En teoría, la medular salía reforzada al contar ahora con un pivote y dos interiores que le apoyaban en la gestión del balón, pero esa nueva disposición generaba un desequilibrio natural entre mediocampo y delantera, a veces desconectada de las labores de contención. La superioridad realizadora de esos tres hombres de ataque y el excelso nivel de Alonso, Modric y Di María dio al Madrid el primer doblete en 25 años.

Foto: Bale regresó como se fue: marcando (Cordon Press).

Algo ayudó, indudablemente, la imposición de Ancelotti a sus futbolistas de defender en un 1-4-4-2, cuando no un 1-4-5-1 en los partidos importantes. Pobló el centro del campo y generaba siempre superioridades, aprovechadas por lo general en el juego en velocidad. Cuando el italiano se quedó sin dos de los pilares (Alonso al Bayern y Di María al Manchester United), la balanza se desequilibró irremediablemente. El Madrid se topó de lleno con un final sin títulos y Ancelotti se fue a su casa a descansar. A Benítez nadie le hizo ni caso, no cayó simpático ni se le apreciaba dentro del vestuario y las órdenes que dio no fueron escuchadas mientras el equipo caía hacia el vacío.

A Zidane le escucharon. La Undécima es el ejemplo de ello. Un equipo sin demasiadas virtudes colectivas ganaba la Copa de Europa. Era un respaldo inigualable e inusitado para lo que estaba haciendo el técnico, que si por algo se ha caracterizado ha sido por conseguir que su equipo, globalmente, siempre se muestre en plenitud en los días grandes. Lo que no es tan sencillo es hacer que los tres de arriba siempre estén implicados. Lo que resulta más desconcertante es que haya coincidido en el tiempo que ninguno de los tres se encuentre en un gran momento de forma, más allá de unos buenos minutos de Benzema. Estamos en la antesala de los cuartos de final de la Champions League y los mejores jugadores de la plantilla madridista están en un estado de forma cuanto menos preocupante.

Mientras, hay otros jugadores que se sientan en el banquillo en los partidos que realmente tienen significado y que podrían tener mayor protagonismo, el cual reclaman siempre que tienen ocasión de demostrar su talento en el campo. El mejor ejemplo es Álvaro Morata, que suma un gol menos, 16, que Benzema entre todas las competiciones habiendo disputado 1.000 minutos menos. Lucas Vázquez no está destacando como a principio de temporada, pero siempre aporta, igual que Marco Asensio. Y aún sin hablar de Isco y James, los dos calentones de cabeza que tiene Zidane partido sí y partido también. Ninguno de estos cinco jugadores jugará en Múnich, no de inicio.

Al Real Madrid se le torció la tarde del sábado. Todo pintaba de maravilla, con un derbi capitalino con todo su lustre centenario y una rivalidad revitalizada que estaba volcándose hacia el lado merengue irremediablemente. Pero un francés que no se atrevió a jurar odio eterno al enemigo les roció con agua congelada y el contraste de temperatura dejó traspuesto al equipo blanco. Al rato, aún con el malestar en el cuerpo, a Míchel le dio por hacerle un favor al club que le hizo grande y permitió que el Madrid acabara la jornada con un punto más de ventaja sobre el Barça, algo más inesperado que una potencial competencia a Florentino en las próximas elecciones a la presidencia. Esa pequeña alegría innegable no acaba de eliminar del todo esa sensación de que algo no va bien. Hay quien mira al banquillo, pero otros miran a la delantera.

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