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Fernando Torres, lo que sí sabe hacer un entrenador para salvar una vida
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Fernando Torres, lo que sí sabe hacer un entrenador para salvar una vida

El percance sufrido por Fernando Torres en el estadio de Riazor abre de nuevo el debate sobre protocolos médicos y el adiestramiento que deben tener jugadores y técnicos para saber actuar

Foto: Fernando Torres, atendido por compañeros nada más sufrir el percance en Riazor (EFE)
Fernando Torres, atendido por compañeros nada más sufrir el percance en Riazor (EFE)

Pasados unos minutos, con el susto todavía en el cuerpo, pero con noticias tranquilizadoras sobre el estado físico de Fernando Torres, se abrió el debate sobre la actuación de sus compañeros a la hora de socorrer al atacante. Mientras en algunos foros se aplaudía, también se daba el beneplácito, cómo se manejaron, en otros escenarios se apuntaba a que la actuación de Vrsaljko y Gabi no fue la adecuada. Sea como fuere, este capítulo abre de nuevo la controversia; ¿están perfectamente adiestrados los jugadores para auxiliar a un colega de profesión que ha sufrido un percance de estas características?

"Lo han hecho perfectamente", resumió Carlos Lariño, médico del Deportivo tras el partido. Fue el primero en llegar al lugar del suceso y aplaudió a los dos jugadores del Atlético de Madrid. Lo cierto es que el futbolista no tiene nada que ver, por ejemplo, con un entrenador. Los técnicos españoles están correctamente preparados para saber exactamente qué hacer en una situación de pánico similar a la de Riazor. Como parte de su formación, son intruidos en primeros auxilios, se les enseña perfectamente qué pasos dar según sea el accidente sufrido por la víctima. Es casi una asignatura más que deben superar para adquirir la titulación.

El entrenador de élite está perfectamente cubierto porque a su lado siempre tendrá un médico cualificado. Pero no es lo habitual en el mundo de los estrategas, repartidos a miles por toda la geografía. Así, todo aquel que se saca el carnet, debe tener tener aprendidas diferentes maniobras de reanimación. Esto está dirigido fundamentalmente para el fútbol de categorías inferiores, sobre todo para los partidos de los niños. En la gran mayoría de campos que todos los fines de semana acogen partidos de fútbol, lo normal es que no haya ningún médico. Por ello, el entrenador pasa a tener un papel fundamental en el caso de que alguno de los futbolista sufra una desgracia. El técnico es el que deberá ejercer de médico.

El papel de la FIFA

La conmoción cerebral es una de las cuestiones más debatidas en el interior de la FIFA desde hace tiempo. Fue tras el Mundial de Brasil cuando su comisión médica se puso manos a la obra. El detonante, un golpe sufrido en la cabeza por el alemán Christoph Kramer tras un choque con Garay en la gran final. Quedó totalmente conmocionado, sufriendo amnesia temporal. El organismo futbolístico, en colaboración con otras federaciones deportivas internacionales, tomó la decisión de reforzar el papel de los médicos para que le gestión del asunto fuera correcta en todo momento.

Por todo ello, la Comisión de Medicina de la FIFA propuso en septiembre de 2014 al Comité Ejecutivo que cuando se tenga la sospecha de que un jugador ha sufrido una conmoción cerebral, el árbitro pueda detener durante tres minutos el partido. Con ello se permitirá que el doctor del equipo afectado tenga el tiempo suficiente y necesario para hacer un buen diagnóstico. Y, por supuesto, el futbolista dañado sólo podrá continuar sobre el terreno de juego si así lo autoriza el médico. Dicha comisión, en su momento, dejó claro que se debía poner de inmediato en marcha un programa de formación para médicos de equipos, entrenadores, árbitros y jugadores.

Del rugby al fútbol americano

Siguiendo con el fútbol, hay que recordar que la Federación Inglesa (FA) se dirigió a la FIFA para que iniciará una exhaustiva investigación para comprobar si el constante impacto de la cabeza de los jugadores con el balón tiene algo que ver con los daños cerebrales que con el paso del tiempo han sufrido algunos futbolistas británicos. Así, según informó el 'Daily Mirror', Nobby Stiles, Ray Wilson y Martin Peters, ganadores con Inglaterra del Mundial de 1966, padecen alzheimer. ¿Cabecear tanto un balón puede ser la causa de dicha enfermedad? La FIFA llegó a la conclusión de que cabecear no provoca lesiones cerebrales.

Todos los deportes van apostando por nuevas normas, afinando más para evitar desgracias sobre un terreno de juego. Ahí está el caso del rugby, una especialidad en la que el contacto físico es brutal. De esta manera, a principios de este año World Rugby hizo públicas sanciones más contundentes a la hora de sancionar los placajes. El organismo que rige los destinos de este deporte detectó que habían crecido de manera alarmante las conmociones cerebrales, siendo drástico a la hora de modificar las reglas con el fin de evitar peligrosos accidentes.

El fútbol americano, otro deporte de una enorme combatividad, en el que el contacto físico es agresivo, ha vivido diferentes y tristes episodios. Hace un año, Jeff Miller, vicepresidente ejecutivo de la liga profesional de Estados Unidos para la salud y seguridad, admitió que hay una clara conexión entre este deporte y las conmociones cerebrales, además de la llamada encefalopatía traumática crónica (CET), una dolencia degenerativa. Poco a poco, la National Football League (NFL) va ajustando sus códigos; por ejemplo, hace unos meses se tomó la decisión de que un responsable, desde el palco y ante un televisor, tenga comunicación permanente con los doctores, para comunicarles al momento sobre cualquier incidente. Se trata de ayudar al galeno en el caso de que el jugador haya sufrido una conmoción cerebral.

Pasados unos minutos, con el susto todavía en el cuerpo, pero con noticias tranquilizadoras sobre el estado físico de Fernando Torres, se abrió el debate sobre la actuación de sus compañeros a la hora de socorrer al atacante. Mientras en algunos foros se aplaudía, también se daba el beneplácito, cómo se manejaron, en otros escenarios se apuntaba a que la actuación de Vrsaljko y Gabi no fue la adecuada. Sea como fuere, este capítulo abre de nuevo la controversia; ¿están perfectamente adiestrados los jugadores para auxiliar a un colega de profesión que ha sufrido un percance de estas características?

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