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¿Por qué no compartir la apuesta del Madrid olímpico con Lisboa, Rabat y Toulouse?
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la fifa no ve mal el mundial 2026 en tres países

¿Por qué no compartir la apuesta del Madrid olímpico con Lisboa, Rabat y Toulouse?

Un informe del Consejo de Europa incide en la sostenibilidad económica, social y medioambiental entre países para acoger esta clase de competiciones deportivas

Foto: El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, durante un partido amistoso entre Italia y Francia en Bari. (EFE)
El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, durante un partido amistoso entre Italia y Francia en Bari. (EFE)

La FIFA y su presidente, Gianni Infantino, no ven con malos ojos que la Copa del Mundo de 2026 sea organizada por una candidatura formada por tres países: Canadá, Estados Unidos y México. Sería continuar con una línea ya probada tanto por este organismo como por la UEFA y que confirma que la mejor forma de afrontar los costes de un espectáculo deportivo sea la cooperación internacional.

En la seguridad de la pasada Eurocopa de Francia trabajaron juntas las policías y agencias de seguridad de varios países. Esta colaboración es el panorama del futuro, al menos en la Unión Europea, no solo en aspectos de seguridad sino en todo el entramado organizativo. El Consejo Europeo publicó hace semanas unas recomendaciones que pueden ayudar a recortar, o al menos compartir, los enormes gastos que acarrean estos objetivos con el objetivo de apoyar proyectos transnacionales para la organización de grandes eventos deportivos.

El experimento no sería nuevo, al margen del ejemplo policial de la presente edición francesa: en 2000, Holanda y Bélgica compartieron la Eurocopa y lo mismo hicieron Austria y Suiza en 2008 y Polonia y Ucrania en 2012. La culminación en cuanto a ejemplos de este tipo será la celebración de este torneo en 2020, repartida en más de 10 ciudades de distintos países, entre las que se cuenta Bilbao. En 2002, Japón y Corea del Sur colaboraron en el encargo de la Copa del Mundo de fútbol. Parece que sería más complicado con los Juegos Olímpicos, dado que se otorgan a una ciudad y no a un estado, aunque con la consideración de subsedes muchas otras localidades han albergado pruebas en diferentes ediciones. ¿Por qué no compartir la apuesta del Madrid olímpico con Lisboa, Rabat y Toulouse, por mencionar a poblaciones cercanas de otros países?

El informe publicado por el Consejo de Europa sobre integridad, transparencia y buen gobierno en grandes eventos deportivos se centra en las prioridades fijadas en el Plan de la Unión Europea para el Deporte (2014-2017). Sobre todo, incide en la sostenibilidad económica, social y medioambiental, lado por el que se comprende la petición de más proyectos solidarios entre países para acoger esta clase de competiciones. La Agenda Olímpica 2020 que fue aprobada por el Comité Olímpico Internacional en diciembre de 2014 también recoge recomendaciones acerca de hacer de su torneo estrella una organización mucho más sostenible, algo de lo que se enviaron diversos mensajes en las ceremonias de los pasados Juegos de Río.

Para el Consejo, el gran problema que está viviendo Europa con la crisis y el auge de otras zonas económicas y políticas del planeta es un factor determinante para la reacción. Se está viendo cómo países asiáticos, americanos y africanos han adquirido más importancia en el deporte y se han convertido en sedes de grandes competiciones. En el punto 12 del documento se llama la atención sobre el hecho de “la retirada de numerosas ciudades y países de las candidaturas para la organización de torneos mayores, la disminución del porcentaje de grandes eventos celebrados en Europa y el nivel decreciente del apoyo de los ciudadanos europeos a la celebración de estos eventos deportivos”.

Este aspecto se puede observar perfectamente en el número de grandes premios de Fórmula 1, un campeonato global. Las 13 ediciones con menos porcentaje de países europeos en la celebración de una carrera corresponden a años del presente siglo. En la actual edición, las 10 pruebas en el Viejo Continente suponen algo más del 47% del total, pero tres de ellas se realizan en países que no pertenecen a la Unión (Azerbaiyán, Mónaco y Rusia). Si se descuentan estos, 2016 se convierte en el curso en que menos carreras de esta competición se disputan en la UE de los 67 años de campeonato del mundo, con solo un 33%. En 1951 y 1952, casi el 88% de los grandes premios fueron en Europa.

Los destinatarios del contenido del informe son tanto la propia Comisión Europea como sus estados miembros y el deporte en general. Entre las recomendaciones, aparte de la citada colaboración entre países, el Consejo incluye la colaboración entre las entidades públicas y las privadas o el diálogo entre la parte política y el movimiento deportivo internacional para alcanzar los objetivos de integridad, transparencia y buen gobierno en estos eventos. En este sentido, se ha denunciado en numerosas ocasiones la falta de transparencia en los procesos de toma de decisiones durante todo el ciclo de organización de estas competiciones, desde su adjudicación hasta los anuncios de casos de dopaje o cuestiones de índole disciplinaria. Asimismo, se aconseja la participación de los grupos de interés, el respeto a los derechos humanos y los esfuerzos para que permanezca un legado en las sedes una vez que han finalizado su cometido. Precisamente este concepto, el legado, es una buena piedra de toque para determinar si la celebración de un gran evento del deporte ha sido o no sostenible, lo que debería ser el primer objetivo no deportivo de sus organizadores.

La FIFA y su presidente, Gianni Infantino, no ven con malos ojos que la Copa del Mundo de 2026 sea organizada por una candidatura formada por tres países: Canadá, Estados Unidos y México. Sería continuar con una línea ya probada tanto por este organismo como por la UEFA y que confirma que la mejor forma de afrontar los costes de un espectáculo deportivo sea la cooperación internacional.

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