Lopetegui y unas decisiones para delimitar las distancias con la era de Del Bosque
El nuevo seleccionador no es la evolución del anterior, sino otro diferente que va a mantener el mismo estilo de juego, pero que va a intentar hacer las cosas de manera muy diversa
Hace ocho años de la última vez que un seleccionador español daba su primera lista. Desde entonces han pasado miles de cosas. Entre otras, que España ha sido campeona de Europa y del mundo y ha tenido un rendimiento lejos de las altas expectativas creadas por ello mismo. El ciclo victorioso murió en Maracaná en 2013 y desde entonces se venía requiriendo una variación importante de lo existente que se retrasó en el tiempo mucho más de lo debido. Esa primera lista es complicada, pues supone irremediablemente la toma de la decisión de seguir por el mismo camino previamente marcado, o comenzar a andar otro diferente. Julen Lopetegui ha tirado por la calle de en medio. Hay cambios, muchísimos, pero el estilo no se discute, se ama. Por ahí sí que no pasa.
Lopetegui, aun manteniendo la manera que tiene de entender el fútbol español (ha mamado mucho las categorías inferiores como para no haber interiorizado una filosofía ya arraigada con la que, además, ha sido campeón), ha tratado de distanciarse todo lo que ha podido de Vicente del Bosque, su predecesor y, en buena medida, su mentor. Reconoció haber hablado en varias ocasiones con el exseleccionador y en especial recuerda una conversación larga hace unas semanas en las que hablaron de todo un poco. Lopetegui ha sacado en claro después de todo este tiempo desde que se le nombró para el cargo que había que variar profundamente al equipo nacional y que, sobre todo, había que hacer algunas cosas de manera muy diversa al procedimiento establecido.
Sin duda, la diferencia más importante es la que le ha llevado a prescindir de Iker Casillas y sobre todo, el cómo lo hizo. Si algo dejó claro Del Bosque en su tiempo al frente de la Selección es que jamas se iba a atrever a tratar a cualquier jugador de forma diferente a otro, ni por su peso específico ni por su número de internacionalidades. Casillas se enteró que no iba a jugar en la Eurocopa un par de horas antes de jugar contra Chequia en Toulouse en el debut. Hasta entonces tenía la certeza no confirmada de su suplencia, pero no salió de cualquier duda hasta que el salmantino no trasladó la alineación a toda la plantilla a la vez. Posteriormente ya tuvo una charla con el jugador, pero sin mayor trascendencia.
Lopetegui, sin embargo, ha querido desmarcarse de esa manera de funcionar. Casillas no es (o era) uno más. Es el jugador que más veces ha defendido la camiseta de España y ha sido indispensable en la obtención de tres títulos consecutivos. Su ascendencia en el vestuario es, además, enorme, como es también lógico. No se le puede tratar como a un recién llegado, ni siquiera como a uno que suma 50 partidos con España. No es un buen jugador, es uno de los más importantes de la historia de nuestro fútbol. Y Lopetegui entendió que debía tener una deferencia con el capitán. “Comprendo el revuelo por quién es, sabía que iba a tener que responder a muchas preguntas sobre esto. Hice una excepción porque tenía que hacerla”. Fue a Oporto para decirle claramente “a un compañero y un amigo” que no contaba con él, pues "es mejor ponerse una vez rojo que cien amarillo”. Después de dejarlo fuera, Lopetegui aseguró, no obstante, que esto no es un final para él. “Va a estar muy cerca de nosotros”, aseguró.
Puede que uno de los mayores errores de Del Bosque fuera llevar a Casillas a la Eurocopa para ser suplente. Del Bosque sabía desde meses antes al torneo quién iba a ser su portero, pero además de ocultarlo a la opinión pública y a sus propios jugadores, el técnico creyó que no pasaría nada por dejar a Iker en el banco de espera. Por supuesto que pasaría. Fue lógico de hecho el follón que se lió después de la eliminación contra Italia, solventado de aquella manera un tanto díscola. Lopetegui dijo para cerrar el debate antes de empezarlo, que su portero titular va a ser David de Gea. Punto y aparte. Muerte a la duda. Y si De Gea es el titular, Casillas iba a ser el suplente. “Y desde ahí hemos decidido que Casillas no venga”. Así a priori parece una decisión razonable. Para qué tener líos en el corral nada más empezar.
Un detalle que ha tenido Lopetegui y que ha sorprendido a todos los presentes en el salón Villalonga de la Ciudad del Fútbol es la claridad de sus respuestas. Respondió a todas las preguntas, menos a la que le cuestionaba por el sustituto de Isco (quien iba a ser llamado, pero una lesión se lo impidió y otro jugador ocupó su lugar) y si consideraba que había alguna otra cosa a aclarar, lo hacía sin necesidad de que le inquiriesen al respecto. Fue una rueda de prensa sincera, abierta, haciéndose amigo de la prensa desde el primer día.
De esa lista se desprenden claramente dos cosas, bueno, muchas más, pero dos a destacar: la primera, que prácticamente la mitad de la plantilla ha cambiado con respecto a la que estuvo en Francia. La segunda, que no parece haber aceptado injerencias ajenas a su planteamiento deportivo, ya que no ha convocado a dos hombres muy próximos a la directora, María José Claramunt, como Pedro Rodríguez y Cesc Fàbregas, cuyas inclusiones en la convocatoria para el torneo europeo fue puesta en duda. Y en cambio, vuelven al equipo Javi Martínez y Pepe Reina, apartados por Del Bosque desde el Mundial de Brasil, sin dar nunca una explicación clara sobre sus respectivas ausencias reiteradas. Tampoco las ha dado Lopetegui para su vuelta, salvo que dijo que quiere “ver” a Reina, como también a Adrián San Miguel.
Lo que sí ha continuado de la herencia de Del Bosque es la preferencia por los jugadores que han sido destacados en las categorías inferiores de España. Sergi Roberto, De Gea, Mata, Carvajal, Javi Martínez, Saúl, Thiago, Asensio… Algunos de ellos han sido entrenados por Lopetegui y han ganado con Lopetegui. Se fía más de ellos que de Juanfran, Bruno o San José, por ejemplo. Y esos mismos jugadores que él conoció cuando eran apenas unos imberbes chavales ahora están dialécticamente llamados a ser el comando que lidere a este equipo absoluto y, por tanto, a asumir una mayor responsabilidad. O, para ser exactos, la misma responsabilidad que tenían cuando eran sub-21, pero en una categoría mayor y con mayores exigencias. “Deben dar un paso adelante”, dijo Lopetegui sobre todos ellos, aunque haciendo más hincapié sobre Thiago.
Es un reto, por supuesto, escoger a 24 jugadores de diferentes y hacerlos jugar a lo que uno quiere. Sobre todo con un cambio generacional de por medio que se está tratando de completar desde el banquillo hasta el césped. Ese rejuvenecimiento de la plantilla ha generado que por primera en más de una década, la Selección tenga más madridistas que culés. Cinco por cuatro. Ah, y está Diego Costa. Ha tenido un inicio de temporada sensacional con el Chelsea, marcando goles decisivos, y en ambos partidos de Premier ha estado a punto de ser expulsado. Es decir, es el Costa que todos conocemos. El de siempre. El que no se adapta ni a palos a jugar en la Selección, ni ésta a él. Según Lopetegui no es así: “Diego puede mezclar con lo que estamos buscando. Lo que me gusta es que tengamos diferentes alternativas dentro de un estilo de juego. Diego encaja”. Contra Bélgica y Liechtenstein empezaremos a comprobar si todas estas decisiones son beneficiosas o no.
Hace ocho años de la última vez que un seleccionador español daba su primera lista. Desde entonces han pasado miles de cosas. Entre otras, que España ha sido campeona de Europa y del mundo y ha tenido un rendimiento lejos de las altas expectativas creadas por ello mismo. El ciclo victorioso murió en Maracaná en 2013 y desde entonces se venía requiriendo una variación importante de lo existente que se retrasó en el tiempo mucho más de lo debido. Esa primera lista es complicada, pues supone irremediablemente la toma de la decisión de seguir por el mismo camino previamente marcado, o comenzar a andar otro diferente. Julen Lopetegui ha tirado por la calle de en medio. Hay cambios, muchísimos, pero el estilo no se discute, se ama. Por ahí sí que no pasa.