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El Barcelona se asoma al precipicio sin saber si llueve o hace sol
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preocupa la pérdida de identidad en el calderón

El Barcelona se asoma al precipicio sin saber si llueve o hace sol

Todos los equipos pasan por un bache, pero la pérdida de identidad del Barça jugando a no perder en unos cuartos de final europeos es lo que mantiene angustiados a los culés

Foto: Messi, cabizbajo, durante el partido del Calderón contra el Atlético de Madrid. (EFE/JuanJo Martín)
Messi, cabizbajo, durante el partido del Calderón contra el Atlético de Madrid. (EFE/JuanJo Martín)

El FC Barcelona ha perdido tres de sus últimos cinco partidos, los dos últimos siendo incapaz de marcar un gol teniendo en la delantera a Messi, Neymar y Luis Suárez (109 goles entre los tres esta temporada). Ha quedado eliminado en cuartos de final de la Champions y ha dilapidado su amplia ventaja en la Liga en el último mes. El Barça, en definitiva, se asoma al abismo. Y lo peor es que nadie sabe decir cómo han llegado a asomar los pies por el precipicio. No se trata de que la situación sea inexplicable, porque explicaciones hay muchas y para todos los gustos, sino de que no hay un diagnóstico certero ya no desde fuera, sino desde dentro. A la pregunta de ¿qué nos pasa, doctor? Luis Enrique contestó así en el Vicente Calderón: “Hay días que llueve y otros en los que sale el sol. Lo que es evidente es que no estamos en nuestro mejor momento. No tengo la bolita mágica para saber si vamos a estar lúcidos o no”.

Ya no es perder una eliminatoria de Champions, ni la ventaja de Liga, sino la confianza en un equipo que se sabía a lo que jugaba hasta que llegó el partido de Madrid: a ganar. El Barça jugó en el Calderón contra su naturaleza, traicionó su esencia, que es la de salir a ganar y no a especular con el resultado. El equipo de amarillo que se pasaba la pelota sin ton ni son, dejando correr los minutos, miedoso, esperando ganar tiempo y con él confianza, no es reconocible para un culé. De ahí la zozobra ahora, una vez digerida la tristeza. Porque si no se sabe exactamente qué le sucede a un equipo que hasta hace un mes parecía invencible y que se ha deshilachado sin que nadie sepa poner hilo a la aguja, la congoja es imparable hasta que la pelota vuelva a rodar.

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Todos los equipos pasan por un bache, pero la pérdida de identidad del Barça jugando a no perder en unos cuartos de final europeos es lo que mantiene angustiados a los culés, que ya no saben a qué atenerse. La bunkerización progresiva de una plantilla que lleva tiempo comunicándose a través de las redes sociales y la total ausencia de mano izquierda de Luis Enrique, un tipo arisco que se sienta ante los medios como quien va a sacarse una muela y no piensa hablar del tiempo con el dentista, no ayudan en absoluto justo ahora, cuando todos los interrogantes quedan en el aire y no existe una respuesta certera que anime a pensar que, como el problema está detectado, se tiene una solución.

La incógnita de Messi

Es inevitable no enfocar en un momento así hacia la figura de Leo Messi. No mirar al mejor jugador del mundo, la clave en todos los éxitos azulgranas, la piedra angular, la bestia capaz de decidir un partido tras otro durante años y años, y dejar de preguntarse ahora qué le pasa -no solo porque lleva cinco partidos consecutivos sin marcar ni asistir, que también, sino por la sensación de melancolía que transmite en un Barça al que siempre contagia su humor- no sería de recibo. La cadena COPE informó el miércoles que tiene molestias musculares, que no niegan desde el club y el entorno, pero señalando también que no está lesionado. Es decir, que estaba en condiciones para jugar. Messi, como siempre, resulta indescifrable. Se desconoce qué le sucede exactamente, pero quedarse solo con la coartada del bajón del argentino resulta una simplicidad que no le conviene ahora a un Barça que debe acompañar a su estrella y proporcionarle, como decía Guardiola, el ambiente adecuado para que él simplemente esté a gusto y se sienta feliz. En el Barcelona no dudan de él, solo persiste el interrogante sobre qué mal le aqueja.

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Sí se duda de otros, como es el caso de Neymar, que ha desaparecido en combate justo en el momento más inoportuno y, otra vez la constante, sin explicaciones. No dribla, no encara, no aparece, no se asocia y, como aún no se ha ganado el respeto sin fisuras por parte de la afición, ahora se recuerda el episodio de las vacaciones en Brasil para celebrar el cumpleaños de su hermana coincidiendo con un partido de sanción por segundo año consecutivo para echárselo en cara. A él y a Luis Enrique, que fue quien le concedió la escapada. En su momento no importó porque el equipo funcionaba y él también (fue el líder durante la ausencia de Messi por lesión durante dos meses). Hoy, con los pies asomando por el acantilado, se le apunta, no solo se le enfoca como en el caso de Leo. Más allá de la desconexión del tridente, no hay tampoco noticias del resto de un equipo que vivía por y para.

Sin noticias de Bartomeu

¿Y el club? No sabe, no contesta. Desde que ganó las elecciones, Josep Maria Bartomeu no ha vuelto a sentarse en una sala de prensa a dar explicaciones: ni del equipo, ni de la ausencia de patrocinador para el año que viene, ni de la hoja de ruta, ni de los planes de futuro, ni de nada. Este viernes, en el hotel Palace de la ciudad condal, ofrecerá una charla-coloquio sobre ‘el impacto del Barcelona en el mundo’. El acto incluye cóctel, comida y cuesta 50 euros.

Ya explicará Bartomeu entre alfombras y lámparas de cristal el impacto del Barça a nivel planetario, que lo que al ‘soci’ le quita el sueño es el que tendrá la eliminación en Europa en la Liga antes de la visita del Valencia al Camp Nou el próximo domingo. Porque el precipicio está ahí, a la vista, y no se sabe si va a llover o saldrá el sol.

El FC Barcelona ha perdido tres de sus últimos cinco partidos, los dos últimos siendo incapaz de marcar un gol teniendo en la delantera a Messi, Neymar y Luis Suárez (109 goles entre los tres esta temporada). Ha quedado eliminado en cuartos de final de la Champions y ha dilapidado su amplia ventaja en la Liga en el último mes. El Barça, en definitiva, se asoma al abismo. Y lo peor es que nadie sabe decir cómo han llegado a asomar los pies por el precipicio. No se trata de que la situación sea inexplicable, porque explicaciones hay muchas y para todos los gustos, sino de que no hay un diagnóstico certero ya no desde fuera, sino desde dentro. A la pregunta de ¿qué nos pasa, doctor? Luis Enrique contestó así en el Vicente Calderón: “Hay días que llueve y otros en los que sale el sol. Lo que es evidente es que no estamos en nuestro mejor momento. No tengo la bolita mágica para saber si vamos a estar lúcidos o no”.

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