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Bale se quedó fuera cuando mejor estaba, pero vuelve cuando más falta hace
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recupera su físico de cara a la champions

Bale se quedó fuera cuando mejor estaba, pero vuelve cuando más falta hace

Desde que Bale se volvió a lesionar en el sóleo contra el Sporting, el Madrid ha perdido las opciones en Liga y si quiere aspirar a la Champions, necesita los goles del galés

Foto: Bale volvió y marcó (Sonia Cañada/Cordon Press).
Bale volvió y marcó (Sonia Cañada/Cordon Press).

Han pasado solamente dos meses desde que Zidane asumió su primer gran cargo como entrenador. Tenía ante sí la oportunidad de hacer un trabajo superior, mejor, a lo que había hecho previamente Rafa Benítez, lo cual visto lo visto no parecía una labor sobrehumana. Y pese a ello, Zidane ha empeorado los números de Benítez hasta despedirse virtualmente de la Liga. La situación que se encontró Zidane no fue fácil, igualmente. De repente, tenía que levantar un equipo deshecho y al poco de llegar se encontró con una baja determinante en su planteamiento, Gareth Bale, que se volvió a lesionar en su sóleo maldito en el segundo partido de la era Zidane.

El día del Sporting, Bale se fue al suelo al rato de marcar su gol y dar una asistencia. Era la última hoja de resultados que pudo entregar Bale al madridismo antes de su lesión. Hasta entonces, el galés había alcanzado por primera vez desde que está en el Real Madrid un estatus de estrella que se le exigía y a la que ni se había aproximado en dos años y pico de blanco. Había reconducido su nivel goleador desde que el Madrid visitó Ipurua y a partir de entonces, marcó casi tantos goles en Liga como en cada una delas dos campañas anteriores. Trece goles en ocho encuentros, su récord personal, y una marca que resulta complicada de batir en el futuro, adornados con cinco asistencias, otra especialidad de la casa.

Pero el sóleo le destrozó la progresión, la que le estaba convirtiendo en el jugador más importante del Madrid, por encima incluso de Cristiano, también de Benzema, que durante semanas ha sido clave. Y el Madrid ha echado de menos a Bale, mucho. Nunca sabremos si habrían mejorado los resultados blancos en estos dos meses si Bale hubiese estado sobre el campo en todos los partidos, en vez de recuperándose, recayendo y volviendo mucho después de lo previsto. Pero quedarse sin el jugador más en forma supone un 'handicap' complicado de asumir para cualquier equipo, incluso para el Real Madrid.

El Bernabéu estaba expectante. Lleva mucho tiempo ya sumido en un estado de decepción perenne, inalterable, y desea cada día recibir un regalo, una sorpresa que les dibuje una sonrisa en el rostro y que les otorgue un atisbo de una nueva esperanza para un futuro mejor. A Bale se le trajo a la capital de España precisamente para eso, para que un día heredara el cetro de Cristiano Ronaldo como líder espiritual y material del Real Madrid. Las protrusiones, las ubicaciones equívocas en el césped y la competencia con el ídolo al que sustituir le impidieron empezar a tomar las riendas del conjunto blanco, hasta que lo hizo... y otra vez el sóleo le frenó un ascenso que parecía imparable.

No se hizo mucho ruido con la vuelta de Bale a la convocatoria de Zidane el pasado viernes. Se había formado tantísimo revuelo con las declaraciones de Cristiano y, como había partido entre semana, no hubo tiempo para hablar de la recuperación del ex del Tottenham. Sin que casi nadie lo destacara, ahí estaba Bale, en el banquillo contra el Celta de Vigo, esperando para jugar sus primeros minutos en más de mes y medio. Con la Champions a unos días vista, insertar de nuevo a Bale en el ritmo del equipo se antoja indispensable.

Saltó al campo con el partido más que resuelto, se había quedado perfecto para que se echara un par de buenas carreras de las suyas, que recuperara el tono en las piernas y la confianza con su sóleo. Había sustituido a Isco, lo cual no tiene por qué ser premonitorio para el devenir madridista. Y en los 25 minutos que estuvo sobre el campo, provocó varias opciones de gol, jugando donde debe, en la izquierda. Y el gol lo encontró viniendo como un '10', por el carril central, buscándose el hueco entre rivales hasta que sacó un disparo seco raso a la base del poste largo. Bale volvía como se fue, marcando. Pese a todo lo que siempre se le ha venido encima (lesiones, presión mediática, su precio...), Bale quiere ser ese jugador que el madridista espera que sea. Y si el Madrid tiene alguna opción de sacar algo positivo de este año (que no sería otra cosa ya que la Champions), mucho dependerá de la salud del chico de Cardiff.

Han pasado solamente dos meses desde que Zidane asumió su primer gran cargo como entrenador. Tenía ante sí la oportunidad de hacer un trabajo superior, mejor, a lo que había hecho previamente Rafa Benítez, lo cual visto lo visto no parecía una labor sobrehumana. Y pese a ello, Zidane ha empeorado los números de Benítez hasta despedirse virtualmente de la Liga. La situación que se encontró Zidane no fue fácil, igualmente. De repente, tenía que levantar un equipo deshecho y al poco de llegar se encontró con una baja determinante en su planteamiento, Gareth Bale, que se volvió a lesionar en su sóleo maldito en el segundo partido de la era Zidane.

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