Es noticia
Keko, el pequeño Futre que dejó volar el Atleti, aterriza como estrella en el Calderón
  1. Deportes
  2. Fútbol
el ex rojiblanco triunfa a lo grande en el eibar

Keko, el pequeño Futre que dejó volar el Atleti, aterriza como estrella en el Calderón

El niño que más despuntaba en una cantera donde formaban chavales como Koke o De Gea ascendió muy rápido con los mayores, se perdió en cesiones a destiempo y sufrió la sospecha de su talla

Foto: Keko celebra un gol marcado con el Eibar esta temporada (EFE)
Keko celebra un gol marcado con el Eibar esta temporada (EFE)

“El problema con Keko en el Atlético fue, sustancialmente, que era demasiado bueno, demasiado pronto y demasiado chico”. Es decir, que el niño que más despuntaba en una cantera donde formaban chavales como Koke o De Gea ascendió muy rápido con los mayores, se perdió en cesiones a destiempo, sufrió la sospecha de su talla y quedó descatalogado sin remedio. Así fue como el club del Manzanares se desprendió de Sergio Gontán, Keko, “lo más parecido a Futre que existe en el fútbol”, y que este sábado aterriza en el Calderón como cabecilla y gran amenaza del Eibar, pues el goleador Borja Bastón, otro cachorro rojiblanco, no puede jugar por la 'cláusula del miedo' (el Eibar habría tenido que abonar 150.000 euros al Atlético). El peligro para el equipo rojiblanco se crió en su casa. Sobre Borja aún tiene un lazo echado. Con Keko cortó amarras. Hoy sólo le queda admirar su vuelo.

Las evaluaciones sobre Keko las hace en charla con El Confidencial Javier García Márquez, 13 años en la cantera del Atlético, ahora al frente del Parla. Él descubrió a Keko entre los cadetes rojiblancos. “¿Qué si a esa edad ya se veía lo bueno que iba a ser? A la legua se veía. Lo dije desde el principio: es un nuevo Futre. Y hoy me reafirmo en aquella opinión. La única pena que siento es que nuestro Atleti no esté disfrutando de este jugadorazo”, declara el técnico, que guarda como oro en paño la camiseta que Keko le dedicó tras su estreno con el Atlético.

Aquello ocurrió el 29 de octubre de 2008, con Javier Aguirre al mando. Apenas dos minutos disputados contra el Orihuela en la Copa que llevaron a Keko a los libros de historia. A sus 16 años y 307 días se convirtió en el debutante más joven del equipo rojiblanco, por delante de Martínez Alba (17) y de un tal Fernando Torres (17 y 68 días). Once meses más tarde se estrenaba en la Liga. La vida sonreía a Keko, que ese año también ganaba con la España sub’17 la Eurocopa de Turquía. Dos después, firmaría el subcampeonato europeo con la sub’19, junto a su admirado Thiago Alcántara, “el mejor junto al que he jugado”.

Nadie corre más que él

Paradójicamente, aquella precocidad le acabaría pasando factura. Lo cuenta el propio Keko. “Yo entendía el fútbol como un puro divertimento, como un juego. Fue un sueño debutar con el Atlético, pero duró poco. Las cesiones posteriores no me fueron bien. Y lo de Italia -luego iremos con esto- me mató. Pero, ahora, creo que todo aquello me sirvió para madurar, entender mejor mi profesión y hacerme un verdadero futbolista”.

Nunca lo ha sido tanto como en el Eibar, ese ejemplar milagro de nuestro fútbol. Keko llega al Calderón como capitoste del juego armero, indiscutible en la banda derecha, por donde se genera mayormente el ataque de los de Mendilibar. Nadie recorre más kilómetros que él durante un partido y nadie reparte más asistencias. Este año, de momento, añade dos goles, tal vez la faceta del juego que más se le resiste. Para compensarlo, ahí está Borja Bastón (15), excompañero de fatigas en el Atlético con el que ha formado una sociedad letal a orillas del Ego.

“Keko está a un nivel estelar, probablemente de Selección. ¿Qué le falta? Solamente dar el salto a un club más importante, con mayor prensa. Y me parece que eso está cerca, porque Monchi le ha echado el ojo, ¿verdad?”, advierte García Márquez. Efectivamente, el Sevilla fue a por Keko en el mercado de invierno, pero se topó con la determinación del Eibar, que remitió a su cláusula (8 millones), y el titubeo del jugador, que en apenas un mes tendrá su primer hijo. “No estoy ahora para hacer muchas maletas”, se disculpó ante el director deportivo sevillista. Finalmente, quedó pactado un compromiso para completar la operación en junio, con siete millones para el Eibar y el club grande que su trayectoria va pidiendo para Keko.

Penalti a lo Panenka

Llegar hasta aquí, sin embargo, no ha sido sencillo para el chaval de Brunete, cosecha del 91. Para empezar, tuvo que enfrentarse al trauma del niño prodigio fallido. “Muchos se quedan ahí. A Keko, sin embargo, le hizo más fuerte”, dice García Márquez. En sus recuerdos aparece “un crack, un carasucia, un descarado”. El chico que no atendía a razones para meterse la camisola en el pantalón, “porque así la lleva Fernando Torres y yo voy a ser como él”. El que interpretaba que, pese a la llegada de Cerezo, “en el Atleti sigue mandando Gil, como siempre”. El nene que le ganó una final cadete al Real Madrid tirando un penalti a lo Panenka. “No lo vuelvas a hacer más”, le rogó su entrenador. Meses después, el seleccionador Santamaría lo vio ensayando ‘Panenkas’ antes de la final del Europeo sub’17. Le premió con cuatro vueltas al campo. “Estoy seguro de que si llega a tener que lanzar un penalti, lo tira así”, recordaba el preparador.

“Era irreverente y testarudo, pero sin maldad. Se trata de un chaval humilde, hogareño, con un buen entorno familiar. Por él rechazó al Barcelona cuando vino a ficharle con 16 años”, añade García Márquez. Sin esas características, probablemente le hubiera resultado difícil resurgir. Pues tan rápido como alzó su vuelo, se precipitó su caída. La cosa comenzó a torcerse con una sucesión de cesiones desafortunadas: el Valladolid que acabó con Clemente, Cartagena, Girona… En 2011 decidió romper con el Atlético, su casa, para irse a Italia. “Fue una estafa”, resume el jugador. “El Catania me dijo que formarían un proyecto en torno a mí… y luego me mandaron al equipo Primavera con los juveniles. Fue una etapa muy dura, en la que incluso me planteé dejar el fútbol”. En lugar de eso, aprovechó para fortalecer su mente… y su cuerpo. “Llegó allí como un pajarito y volvió como Rambo”, sonríe García Márquez.

Trapecios como montañas

“Como no jugaba, pues iba al gimnasio”. Keko se quitó así de encima el sambenito de jugador leve, que tanto le estigmatizó durante una época al jugador español, y que a él mismo le penalizó en el Atlético. Con apenas 1,70 de altura, a Italia llegó pesando 68 kilos. Tres años después, regresó con cuatro más y unos trapecios como montañas. Había que empezar otra vez desde abajo. Eligió al Albacete. La razón: su amor al fútbol.

“Lo principal para mí era volver a sentirme futbolista. Necesitaba recuperar la tensión al colocarme las espinilleras, el olor de la hierba fresca en el campo… No puedo ser feliz sin el balón. Desde entonces, todas las decisiones que he tomado han estado muy influidas por la seguridad que me daban para jugar”, explica Keko. En el Albacete se salió. Fue declarado el mejor jugador de una Segunda División que se le quedaba pequeña. No tardó demasiado en dar el salto al Eibar, convencido por Mendilibar, el entrenador que le reclamó antaño para el Valladolid. Y en este club tan singular, “una familia en la que se disfruta el fútbol plenamente”, Keko ha seguido creciendo hasta convertirse en una de las sensaciones de la Liga. Hoy promete darle caña al Atlético, traicionando por unas horas sus sentimientos. “Somos un Atleti pequeñito nosotros, aguerridos y todos a una. Es difícil, pero intentaremos darles batalla. ¿Volver yo al Atlético? Sí, claramente. No pronto, pero sí en un futuro. Soy un hincha del Atlético y ése es uno de mis objetivos, de mis sueños”.

“El problema con Keko en el Atlético fue, sustancialmente, que era demasiado bueno, demasiado pronto y demasiado chico”. Es decir, que el niño que más despuntaba en una cantera donde formaban chavales como Koke o De Gea ascendió muy rápido con los mayores, se perdió en cesiones a destiempo, sufrió la sospecha de su talla y quedó descatalogado sin remedio. Así fue como el club del Manzanares se desprendió de Sergio Gontán, Keko, “lo más parecido a Futre que existe en el fútbol”, y que este sábado aterriza en el Calderón como cabecilla y gran amenaza del Eibar, pues el goleador Borja Bastón, otro cachorro rojiblanco, no puede jugar por la 'cláusula del miedo' (el Eibar habría tenido que abonar 150.000 euros al Atlético). El peligro para el equipo rojiblanco se crió en su casa. Sobre Borja aún tiene un lazo echado. Con Keko cortó amarras. Hoy sólo le queda admirar su vuelo.

Paulo Futre
El redactor recomienda