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"Una vida desgraciada": todas las claves para entender el año horrible del Real Madrid
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cuatro títulos originaron una crisis global

"Una vida desgraciada": todas las claves para entender el año horrible del Real Madrid

Al final va a ser verdad que cada temporada, el equipo que gana el Mundial de Clubes se hunde. Lo del Madrid es otra cosa. El "deterioro paulativo" desde enero ha hecho que la Décima parezca un sueño

Foto: Florentino Pérez ha sido el protagonista desgraciado del año blanco (Reuters).
Florentino Pérez ha sido el protagonista desgraciado del año blanco (Reuters).

"Desde enero empezamos una nueva vida, una vida desgraciada". Esa frase de Florentino Pérez en 'El Larguero' de la 'Cadena SER' es de una contundencia desorbitada. Cualquiera que la oiga y sepa todo lo que dijo después, podría llegar a pensar que el presidente del Real Madrid carece por completo de memoria. Y no hablamos ya de saberse el número de teléfono de Danilo de memoria, sino de no recordar ni tan siquiera la Décima, lo que ha sido, sin duda, el mayor éxito en todos los años que ha sido presidente del club blanco. 2014 fue su mejor año. 2015 ha sido uno de los peores, quizá el peor por todo lo que ha rodeado al equipo tanto dentro del campo como especialmente fuera de él. ¿Pueden doce meses eliminar de la mente del presidente, del madridismo en general, los cuatro títulos obtenidos un tiempo antes? La respuesta es tan rotunda como la frase del máximo mandatario: sí.

No Modric, no party

Con todo lo que forma el Real Madrid, resulta absurdo afirmar que por que uno de sus miembros deje de rendir o cese su participación activa pueda suponer el declive imparable de una máquina que aparentemente rozaba la perfección (había gente que hasta llegó a preguntarse si el Madrid de Ancelotti era el mejor de la historia madridista). Sin embargo y por muy atrevido que resulte decirlo, la lesión de Modric en San Siro con Croacia supuso el principio del fin del equipo de los récords. No era tan perfecto como hacía parecer. No puede serlo porque la ausencia de una pieza importante no puede suponer el derrumbe de una gran estructura. Al menos no debería. Por lo que pudimos ver, Modric no era cualquier tuerca, sino el pilar maestro.

Sin Modric estuvo el Madrid desde mediados de noviembre hasta casi el final de temporada. Entre medias, jugó algún partido, como el Clásico del Camp Nou. Pero no pudo estar cuando más falta le hacía a Ancelotti, que era en esos partidos en los que el Madrid tiró la Copa, tiró la Liga y se quedó fuera de la final de la Champions League. ¿Fue todo por Modric? No. ¿Fue todo por Ancelotti? No. ¿Fue todo por la mala programación de la plantilla? Tampoco. Fue un compendio de demasiados errores y situaciones complicadas globales que finalmente acabaron con la condena de un único culpable, el entrenador, el de siempre.

Porque no ganar un título en el Madrid es sinónimo de crisis, de destrucción de todo lo creado con anterioridad, sin preguntarse siquiera si se iba por el buen camino o si de verdad hacía falta una revolución. No hay pausa, no hay proyecto, no hay planificación. Por eso el Madrid dejó marchar después de ganar la Décima a dos de los jugadores indispensables para Ancelotti, Di María y Alonso. Adquirió dos sustitutos supuestamente a la altura y con una carrera por delante como para activar el optimismo. Pero no siempre la unión de nombres forma un equipo y la demostración de ello es que Kroos y James no suplieron a Di María, Alonso y Modric como en teoría debían hacerlo.

4-0 y 0-4

Cada año negativo del Real Madrid se caracteriza infaliblemente por tener al menos dos resultados bochornosos en contra, dos momentos en los que el equipo tocó fondo y nunca tuvo posibilidad de levantarse. La temporada en la que Florentino Pérez dimitió se produjeron dos hechos de un nivel de vergüenza bastante elevado: el primero, el 0-3 del Fútbol Club Barcelona en el Santiago Bernabéu, el de los aplausos a Ronaldinho; el segundo, el 6-1 del Real Zaragoza en semifinales de la Copa del Rey. El Madrid se quedó sin títulos esa campaña, sin presidente y sin Zidane. Algo similar ocurrió, por ejemplo, el tercer año de mandato de Ramón Calderón: el "chorreo" del 4-0 del Liverpool en Anfield y el 2-6 del Barça de Guardiola. El expresidente ganó dos Ligas, pero siempre será recordado por la corrupción y por lo terrible de su final.

Este 2015, como mal año por excelencia, también tiene, por supuesto, sus dos resultados bochornosos y, precisamente, contra los dos archienemigos en el territorio español. El 4-0 en el Vicente Calderón fue la conclusión de la decadencia del proyecto de Ancelotti, mientras que el 0-4 del Barcelona en el Bernabéu fue el inicio de la imparable crisis de Benítez y del segundo mandato de Florentino.

Son simples señales indicativas de cómo está la situación del Madrid. Si un año el Madrid recibe una goleada escandalosa o su propio estadio aplaude a un rival, es que algo va realmente mal y se avecinan tiempos aún más oscuros, sobre todo porque el Madrid no sabe, no ha sabido nunca, gestionar crisis, las cuales se convierten en cismas históricos al estilo del producido en Roma tras el asesinato de César. Sólo hay que ver lo que pasó después del 0-4, que compareció Florentino como si hubiese sido el fin del mundo.

Ancelotti no sirve

Carlo Ancelotti será siempre, pase lo que pase, el entrenador que le dio al Real Madrid la Décima Copa de Europa. Ese logro no se lo va a quitar absolutamente nadie. La obsesión madridista durante doce años fue la Champions League. Hasta tal punto llegó la decepción en esa la mayor competición que el Madrid se llegó a conformar, a ser mucho más feliz, pasando de octavos y llegando a semifinales. Solo Ancelotti pudo dar el siguiente paso. Una Champions casi perfecta salvada por el gol de Sergio Ramos. Pero ganada, al fin y al cabo.

Sin embargo, acabar el año siguiente de vacío supuso un golpe mortal para su carrera en el Bernabéu. De hecho, si Ramos no llega a aparecer en el minuto 93, ni la Copa ganada al Barça le habría servido para seguir en su primera temporada. Ni siquiera le salvaron las 22 victorias seguidas, porque no condujeron a ningún gran título. El Madrid empezó a jugar mal, a caer eliminado primero en Copa, luego en Champions y luego perdió la Liga. No había nada, para Florentino, que retuviese a Ancelotti en el Madrid. Tenía que seguir su tradición de año en blanco, entrenador despedido.

No le valió que Ancelotti hubiese sido el único técnico bajo el mandato de Florentino (desde Del Bosque al menos) que había conseguido ser un verdadero referente para toda la plantilla, un líder admirado y respetado por los mejores jugadores del mundo y por la gran mayoría de la afición. Todos los jugadores que fueron preguntados al respecto pidieron su continuidad. El más claro y conciso fue Modric: "Con Ancelotti he jugado el mejor fútbol de mi carrera". A partir de junio, esa 'mano blanda' la disfrutará el Bayern, enemigo europeo natural del Real Madrid.

La salida de Casillas y el fax de De Gea

Dijo Ancelotti pocas semanas antes de ser despedido que al año siguiente se veía "con Casillas en el Madrid". No pudo estar menos acertado, la verdad. 25 años después de llegar al Real Madrid cuando apenas era un niño que le gustaba tirarse a parar balones, Casillas dejaba el club de su vida. Y no se iba de cualquier manera. El que probablemente haya sido el mejor portero de la historia del club merengue se fue a patadas. El Madrid le echó porque ya no lo consideraba útil y desde que firmó con el Oporto, le sigue pagando buena parte de su salario y lo hará hasta que se acabe su contrato con los 'dragoes'.

Y su despedida no fue más decorosa, al menos la primera de ellas, la que no fue improvisada. Reunió a los medios de comunicación en la sala de prensa del Bernabéu y, entre sollozos, leyó una emocionante carta en la que decía adiós al Real Madrid. Nada más que eso. Entró, lloró, leyó y salió. Florentino reculó, se dio cuenta de la mala imagen que dio el club y al día siguiente, se sacó de la manga un acto de homenaje en el palco de honor en el que al menos Casillas pudo despedirse de la que ha sido su casa como debía.

Uno de los motivos principales de la salida de Casillas, más allá de los personales que hubiera podido haber, fue que el Madrid estaba decidido a contratar a David de Gea como su reemplazo natural en la portería. De Gea es el heredero de Iker en la Selección y los blancos pensaron que también lo podía ser en el Madrid. Durante el final de la temporada pareció que De Gea sería el primer fichaje de Benítez (Danilo fue contratado aún con Ancelotti). Van Gaal en un principio aparentó estar convencido de haber perdido al portero, pero finalmente decidió ponerse duro y complicó todo lo que pudo el traspaso de su cancerbero titular.

Y todo se estiró hasta el último día del mercado de fichajes. Mientras, el Madrid se había guardado las espaldas al contratar a Kiko Casilla como portero suplente, a priori. Porque lo que es seguro es que iban a haber dos porteros más uno del filial. Es decir, si llegaba De Gea tenía que salir Keylor Navas. Y ese era el plan maestro trazado por la dirección blanca: fichar a De Gea y dar a cambio a Keylor Navas. Así se firmó en los contratos que se enviaron a LaLiga y a la FIFA... sin embargo, nunca llegaron en el plazo establecido. Keylor, que estuvo incluso en el aeropuerto de Barajas, tuvo que volver a Madrid, a Valdebebas. De Gea se quedó en Manchester. Y el Madrid fue el hazmerreír de Europa durante varios días.

El tira y afloja con Sergio Ramos

El verano de 2015 estuvo muy cerca de convertirse en uno de los más traumáticos de la historia reciente del madridismo. Solamente faltó que a las salidas de Carlo Ancelotti e Iker Casillas se hubiese unido también la de Sergio Ramos. Todo el procedimiento de la renovación del actual capitán del Real Madrid recordaba demasiado a lo vivido en los últimos años con Mesut Özil y Ángel di María. Alemán y argentino eran jugadores fundamentales, pero ambos quisieron que se les reconociese esa importancia y se toparon de frente con la puerta de salida. Ramos parecía ir por el mismo camino cuando exigió una mejora salarial como nuevo capitán que era.

De manera inteligente, el entorno de Ramos empezó a relacionar al jugador con el Manchester United, precisamente el club con el que estaba en disputa el Madrid por De Gea. Muchos medios, de hecho, vieron factible el traspaso del central a Inglaterra si Florentino no daba su brazo a torcer y rechazaba renovarle el contrato al alza. La intención desde un primer momento de Ramos era seguir en el Madrid, pero tenía que presionar al club y lo hizo muy bien. Era posible, pero no era factible que dejaran marchar en un mismo año a Casillas y Ramos. Habría supuesto un cisma definitivo entre la afición, ya dolida por la destitución de Ancelotti. Florentino cedió, renovó a Ramos y se acabó el culebrón. Pero resulta cuanto menos sorprendente que el Madrid vacilase tanto en otorgar ese reconocimiento a su nuevo líder en el vestuario.

Morata echa al Madrid

La eliminación del Madrid en la Champions League no fue como la de otros años. Tuvo matices similares, por supuesto, como el hecho de que el Madrid volviese a ser incapaz de remontar una eliminatoria europea (al haber perdido el partido de ida contra la Juventus por 2-1), como no ha hecho en los últimos trece años. Pero lo que realmente afectó al madridismo es que esa caída la originase un exmadridista, un canterano.

Toda la Juve eliminó al Madrid, pero fueron los goles de Morata los que resultaron decisivos, sobre todo el segundo, el del Bernabéu, el que puso el 1-1 e hizo inútil el tanto de Cristiano que momentáneamente puso a los blancos en la final de Berlín. Morata no celebró ninguno de sus goles, porque como él dijo, habría preferido marcarle a cualquier otro equipo en vez de al Madrid, pero lo hizo. En Turín valoraron a Morata como se merecía y éste les dio el rendimiento esperado, sobre todo en Europa. El Madrid, sin embargo, no pensó en repescarlo pese a quedarse sin un delantero centro alternativo a Benzema. Es una demostración más de que la cantera se valora lo justo en el club de Concha Espina.

El caso Benzema

Todos los demás puntos de este extenso artículo tienen una relación directa con materia deportiva, excepto éste. Que Karim Benzema esté implicado directa o indirectamente en un caso de chantaje a un compañero de su selección no tiene nada que ver con el Madrid. Pero al ser un jugador a sueldo de la entidad del Bernabéu, está íntimamente relacionado de una u otra manera.

¿Qué podía hacer distinto el Madrid de lo que ha hecho con Benzema? Prácticamente nada. Porque, ¿por qué iba a tener que apartarlo el Madrid de su plantilla si dentro de su equipo no ha hecho nada malo? Como mandan los cánones, el Madrid defiende la inocencia de su jugador hasta que no se demuestre lo contrario, algo que se debería extender al resto de la sociedad, prejuzgadora por naturaleza. Mientras, Karim ha seguido jugando al fútbol cuando no ha estado lesionado. Y lo ha hecho al mejor nivel goleador desde que juega en el Real Madrid. Una vez llegue el juicio y la justicia decida, ya el Madrid se moverá hacia un sentido o hacia otro.

El ridículo de la Copa del Rey

El 2015 estaba llegando a su fin, pero como el resto del año había sido movido, tenso, nervioso y generalmente negativo, no podía acabar de manera diversa. Lo que no imaginaba nadie es que ocurriese como ocurrió. ¿Cómo iba a imaginar nadie que un club como el Real Madrid, del volumen de negocio y de personal que tiene, olvidaría que tenía un jugador sancionado para enfrentarse al Cádiz? Ni un miembro de toda la entidad se dio cuenta de que Denis Cheryshev estaba sancionado antes de que saltase al terreno de juego. El ruso hizo lo que tenía que hacer, que es jugar bien y marcar. Pero su participación supuso la eliminación del Madrid de la Copa del Rey.

Hasta ahí se puede criticar la falta de previsión y de organización, pero bueno, un fallo lo puede tener cualquiera. Lo realmente sorprendente es que el Madrid haya decidido ir hasta el final con este caso, exponiéndose a un ridículo nacional y mundial. Alegó desde un primer momento que tanto el club como el jugador desconocían la sanción (la cual era pública) y que al no haber sido (según ellos) notificada personalmente al jugador, no era efectiva. Evidentemente, el Comité de Competición no tragó y lo mantuvo eliminado, igual que ha hecho el Tribunal Administrativo del Deporte. Pero la cosa no queda ahí, porque después del último fallo del TAD, el Madrid ha asegurado que irá a la justicia ordinaria en un caso que tiene perdido, por el simple hecho de no saber aceptar que se ha cometido un error.

Y la culpa la tiene la prensa

Después de analizar todo lo que ha sido este año, lo natural sería que desde el club hubiese algún tipo de autocrítica. La primera regla de cualquier crecimiento personal es conocer los errores cometidos y aprender de ellos, pero desde el Real Madrid no han asumido los errores cometidos hasta ahora, sino que siempre han encontrado algún tipo de excusa para no hacer frente a ellos y, así, mejorar. En la versión del Madrid, somos nosotros, la prensa, la principal culpable de todo lo malo que le pasa al club.

"Hay una campaña contra el club y contra mí", dijo Florentino Pérez después de perder 0-4 contra el Barça. Igual dijo su entrenador este martes: "Hay una campaña contra el Madrid, contra mí y contra el presidente". El guion siempre es el mismo: culpar a elementos etéreos externos de los problemas creados internamente. No sólo la prensa, sino también llegó a culpar a los Ultras Sur de los silbidos al equipo y de los gritos de '¡Florentino dimisión!'.

"Desde enero empezamos una nueva vida, una vida desgraciada". Esa frase de Florentino Pérez en 'El Larguero' de la 'Cadena SER' es de una contundencia desorbitada. Cualquiera que la oiga y sepa todo lo que dijo después, podría llegar a pensar que el presidente del Real Madrid carece por completo de memoria. Y no hablamos ya de saberse el número de teléfono de Danilo de memoria, sino de no recordar ni tan siquiera la Décima, lo que ha sido, sin duda, el mayor éxito en todos los años que ha sido presidente del club blanco. 2014 fue su mejor año. 2015 ha sido uno de los peores, quizá el peor por todo lo que ha rodeado al equipo tanto dentro del campo como especialmente fuera de él. ¿Pueden doce meses eliminar de la mente del presidente, del madridismo en general, los cuatro títulos obtenidos un tiempo antes? La respuesta es tan rotunda como la frase del máximo mandatario: sí.

Florentino Pérez Rafa Benítez
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