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"El Brasil que nos venden es falso: no hay lugares para jugar al fútbol en las favelas"
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segunda parte: las misiones salesianas en río

"El Brasil que nos venden es falso: no hay lugares para jugar al fútbol en las favelas"

Segunda y última parte del serial sobre la labor de las Misiones Salesianas y la Fundación Real Madrid en las favelas de Niterói, un lugar donde no hay sitios seguros para jugar al fútbol

Foto: Los niños de Niterói atendiendo una charla del entrenador en Valdebebas (Misiones Salesianas).
Los niños de Niterói atendiendo una charla del entrenador en Valdebebas (Misiones Salesianas).

Cada país del mundo tiene sus tópicos, sus estigmas, sus tradiciones más o menos verdaderas. Inglaterra es famosa por su té de las cinco, Portugal por sus toallas, Italia por la pasta, la pizza y la Mafia, México por sus sombreros de ala extremadamente grande, Rusia por el vodka y Alemania por las salchichas y la cerveza. Incluso a España le persiguen desde siempre el toro y la sevillana. Y no nos podemos dejar a Brasil y su samba y su fútbol. No en todos esos países estos actos se cumplen a rajatabla, sino que se han convertido en estereotipos que la propaganda y la publicidad nos han hecho creer como dogmáticamente.

La realidad está muy lejos de lo que nos intentan hacer creer con la propaganda desde Brasil y desde cualquier país europeo. “El Brasil que te venden del fútbol en la calle no es real. No hay un solo sitio para jugar al fútbol en las favelas. No hay espacios seguros para practicar deporte”, dice Lorenzo Herrero, responsable para América y Europa de la alianza Misiones Salesianas-Fundación Real Madrid. Lo que pretende la Escuela salesiana de Niterói, igualmente al resto de estas escuelas alrededor del mundo, es educar, dar valores sociales y humanos a todos los niños que reciban, pero no se les exige “según sus capacidades deportivas”. El objetivo, aunque buena parte de la educación esté basada en el fútbol, no es sacar talentos futbolísticos, sino la integración, es lo más importante”, dice Herrero a El Confidencial.

“Yo pensaba que todos los niños brasileños nacían sabiendo jugar al fútbol y no he visto equipo más flojo que con el que empezamos. Pero también los que son buenos te cuentan que no pueden ir a entrenar con ningún equipo porque a lo mejor tienen dinero para pagar el billete de ida pero no el de vuelta”. Para Lorenzo Herrero, que jugadores como Romário o Rivaldo procedieran de favelas brasileñas es cuestión de estadística, no porque hayan dedicado toda su infancia a dar patadas a balones por las calles de las favelas: “El 40% de la población de Río de Janeiro vive en una favela”.

Hasta qué punto estarán necesitados estos chavales que la Escuela tiene “servicio de comida durante todo el día. Pero las cocineras aseguran que los lunes tienen que hacer prácticamente el doble de comida, porque los niños, durante el fin de semana, o comen poco o no comen”.

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Miles de niños viven en favelas en todo Brasil. Los chicos de la Escuela que han acudido invitados a este torneo en Valdebebas provienen del centro situado en Niterói, al lado de Río. “Niterói tiene un problema muy serio después del Mundial. El gobierno se propuso limpiar de narcotráfico las grandes ciudades, pero lo que hizo fue cambiarlo de sitio. El cártel de la droga pasó de Río a Niterói. Sólo se movieron las cosas de lugar. También nos dijeron que durante el Mundial se aumentó la prostitución infantil de niñas adolescentes. En nuestra escuela hay un poco de todo: abusos, drogas, delitos… El que menos problemas tiene es el que ‘solo’ es pobre”, asegura Herrero, que advierte de una cosa: “No es que sean mala gente, es que su sociedad les hace ser así”.

Aléjense por un instante de su vida cómoda y viajen con la mente a Niterói y métanse en la piel de un niño de las favelas. No tienen nada más que un techo bajo el que vivir y de repente les pasa lo siguiente. “Está la opción de la promesa de dinero fácil en plan ‘lleva este paquete con una moto a no sé dónde’, que es mucho más tentadora que ir al colegio con otros ochenta niños por clase sabiendo que tus padres dejaron el colegio, que tus hermanos mayores dejaron el colegio y que casi todo el mundo que conoces dejó el colegio” ¿Qué harían sabiendo, además, que el futuro no es más halagüeño? “Luego tampoco está la motivación de la universidad, ya que la privada es carísima y la pública pide notas muy altas porque hay pocas plazas”. Esa es la labor de las Misiones Salesianas en Brasil: evitar que se adentren en la mala vida.

Ese es el fin principal y el que motiva a gente como Lorenzo Herrero a embarcarse en estos proyectos humanitarios. Pero no es el único. Hay otros fines que a priori parecen menos importantes pero que pueden cambiar la vida de estos niños. “También tratamos de reforzar su autoestima. El término ‘afavelado’ es un insulto en Brasil. Es un país muy clasista, pero a estos chavales les subió mucho la moral el día que se alzó la bandera del Real Madrid en la escuela, cuando les visitó Marcelo… La primera vez que vino imagino que lo hizo por indicación de la Fundación, pero en la segunda ocasión nos contaron que fue el propio Marcelo el que quería aprovechar durante sus vacaciones para visitar a los chicos”. Son ellos y no otros los que han jugando contra jugadores del Madrid en la casa del Madrid.

Desde que entran a la escuela, los niños están siendo formados en valores, educados y aprendiendo en diferentes talleres como artesanía, lectura, manualidades… “Los alumnos están en nuestro centro hasta los 17-18 años y después se les trasladan a un centro de formación para el trabajo, donde ya aprenden oficios para que puedan ir ingresando un dinero ganado con su esfuerzo”. Pero ese no es el final del camino. Muchos de estos chicos y chicas no olvidan sus orígenes y “muchos vuelven para visitarnos y motivar a los que están empezando”. El ciclo de la vida en Niterói.

No se pierda la primera parte: El fútbol y el Real Madrid como "herramienta de atracción" para salir de las favelas.

Cada país del mundo tiene sus tópicos, sus estigmas, sus tradiciones más o menos verdaderas. Inglaterra es famosa por su té de las cinco, Portugal por sus toallas, Italia por la pasta, la pizza y la Mafia, México por sus sombreros de ala extremadamente grande, Rusia por el vodka y Alemania por las salchichas y la cerveza. Incluso a España le persiguen desde siempre el toro y la sevillana. Y no nos podemos dejar a Brasil y su samba y su fútbol. No en todos esos países estos actos se cumplen a rajatabla, sino que se han convertido en estereotipos que la propaganda y la publicidad nos han hecho creer como dogmáticamente.

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