Messi tira siempre los penaltis porque nadie se atreve a decirle lo contrario

Leo Messi es el encargado de tirar los penaltis en el Barcelona. Y punto. ¿Por qué? Porque así lo ha decidido él. Y así lleva siendo desde la época de Pep Guardiola en la que confirmó en rueda de prensa que era el jugador, si así lo quería, el que tomaba la decisión sobre lanzar o no los penaltis. Desde entonces, nada ha cambiado. Es lo que tiene ser la estrella del equipo, que ante ciertas decisiones, no hay quien le tosa. El problema es que Messi, tan superlativo en todo lo demás, se convierte en un simple humano desde los once metros.

Con el de este domingo, ya son 15 los que ha fallado con el Barça de 65 que ha lanzado, lo que supone un 23% para los amantes de los porcentajes. Junto al de San Mamés en la primera jornada de Liga, es el segundo esta temporada. El debate no es que el argentino no sea infalible en la pena máxima, eso es una obviedad, sino que nadie sea capaz de decirle o insinuarle que, quizá, a lo mejor, puede, qué te parece, igual sería mejor que los tirara otro. Messi manda, y Luis Enrique consiente: "Fallar penaltis no hace más humano a Messi, porque luego marca dos goles y da una asistencia. Messi de humano tiene muy poco", dijo el entrenador en rueda de prensa.

Tan extraordinario es el crack azulgrana que la noticia es que hay algo en el juego que domina, controla y hasta evoluciona en lo que no es bueno: no es fiable tirando penaltis, pero hasta que él no diga lo contrario, seguirá haciéndolo. Contra el Levante, por ejemplo, y mientras se rumiaba aún su fallo, marcó el 4-1 después de irse de cuatro jugadores del Levante con esa aparente facilidad marca de la casa y enviando el balón a la esquina derecha de Rubén en el minuto 44’. Así que, por el momento, si Leo quiere seguir tirando penaltis lo hará.

El que aún no tiene pasado ni presencia suficiente como para que no se le mire con lupa es Marc Andre Ter Stegen, que no tiene suerte. Eso ya ha quedado demostrado y volvió a certificarse. En un partido tranquilo, espeso, sin historia ni grandes apuros y con un 3-0 en el marcador el guardameta alemán la pifió en una salida, no midió bien y el Barcelona encajó el 3-1. Con la tranquilidad del marcador el error quedó solapado, pero entre la afición azulgrana ya existe el runrún, la sospecha, la falta de confianza total que existía hace solo una temporada, cuando se le fichó. La mala fortuna comenzó entonces, cuando justo antes de que empezara la campaña se lesionó y fue Bravo el que ocupó la portería.

Ter Stegen fue titular en Champions y Copa, pero para él no era suficiente así que este verano acortó sus vacaciones once días para presentar sus credenciales y meter presión a Bravo y a Luis Enrique. El sopapo en San Mamés, con su error y el fantástico gol de San José incluido, quedó en su debe y venía además de los cuatro goles en la Supercopa ante el Sevilla. Por si fuera poco, en el debut en Champions, Florenzi marcó el gol de su vida desde 44 metros y escorado ante un adelantado Ter Stegen.

Claudio Bravo está lesionado, Luis Enrique avala al alemán, como demostró con sus palabras: "Si fuera otro portero me preocuparía, pero a Ter Stegen le fluye la confianza en su organismo". Sus compañeros también le han arropado, pero la autoconfianza que ha exhibido el alemán hasta el momento le va a hacer falta porque la afición ya no está tan convencida y le considera vulnerable. Messi también lo es desde los 11 metros, pero por ahora, no importa.