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Las siete vidas de Luismi: la (accidentada) historia de una de las nuevas joyas del Sevilla
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Las siete vidas de Luismi: la (accidentada) historia de una de las nuevas joyas del Sevilla

En 2012, una fractura craneal estuvo cerca de acabar con su carrera. Ahora, tres años después, le puede llegar su gran oportunidad: ser titular en la Supercopa de Europa contra el FC Barcelona

Foto: Luismi juega con una chichonera desde que sufrió una fractura craneal (Foto: El Correo de Andalucía)
Luismi juega con una chichonera desde que sufrió una fractura craneal (Foto: El Correo de Andalucía)

El fútbol se encuentra preñado de paradojas, de eso puede hablar largo y tendido Luis Miguel Sánchez, Luismi, joya de la cantera del Sevilla que inesperadamente puede tener un sitio en la final de la Supercopa de Europa frente al Barça si no llegan a tiempo de recuperarse de la salmonela que sufren los franceses Rami y Kolodziejczak. Con todo, Luismi, que luce una chichonera como la del checo Cech, toca con fuerza el aldabón. Este gato de siete vidas piensa que le llegó su momento.

Luismi (23 años) sintió cómo se le paraba el reloj una mañana de noviembre de 2012. El Sevilla Atlético disputaba los puntos al Real Jaén, cuando se disponía a despejar de cabeza un balón aéreo y no vio la del jiennense Nino, con sus mismas intenciones. El choque fue tremendo. El prometedor futbolista de Puerto Serrano (Cádiz) fue atendido en la misma ambulancia que lo trasladó de la Ciudad Deportiva del Sevilla a la Clínica del Sagrado Corazón, donde tras un TAC inicial se le detectó la fractura del temporoparietal (dos huesos del cráneo). Horas después de su ingreso le hicieron un nuevo TAC y se encendieron las alarmas: aumento de hemorragia, por lo que fue intervenido de urgencia esa misma noche. Corría peligro su vida.

Luismi, aquel mocetón de la serranía gaditana que llamó la atención de Pablo Blanco, el factótum de la prolífica cantera sevillista, lo reunía todo para estar en órbita del fútbol nacional en corto espacio. De repente, su vida quedó ensartada por esa delicada lesión de cráneo. Blanco fue el que aprobó su fichaje por el Sevilla. "Tenía 14 años y unas condiciones físicas impresionantes. Recuerdo que era un chiquillo muy callado y humilde, que en el campo se agrandaba. Sus primeros años en el club demostraban que habíamos acertado de lleno al ficharle. Bien dotado técnicamente, con personalidad en el campo, es el tipo de futbolista que todo entrenador quiere".

De esa opinión es Francisco López Alfaro, mítico futbolista y hoy técnico del Sevilla. Francisco dirigió a Luismi en los juveniles. "Este chaval en todos los aspectos es de 10, y lo digo sin cortapisas. Posee una gran fortaleza física y un desplazamiento de balón espectacular. Es rápido, agresivo, va bien de cabeza, tiene personalidad. Con Alberto Moreno (hoy en el Liverpool), Luismi tenía una gran proyección y apuntaba ya para el primer equipo. La pena el accidente que tuvo en aquel partido de fútbol. Sufrió un frenazo su carrera. Pero si el entrenador le da confianza, no defraudará. Es uno de los mejores futbolistas".

Francisco recuerda una anécdota que define la personalidad de Luismi: "Se encontraba lesionado esa semana y el jueves, prudentemente, el médico le aconsejó que parase. El equipo tenía que disputar un decisivo partido el sábado (nos jugábamos el título) y Luismi se me acercó y me dijo: "Me da lo mismo lo que diga el médico, pero yo quiero jugar y morir en el campo, mister'. Eso refleja la personalidad de un futbolista, su mentalidad ganadora. Para mí, Luismi tiene un juego parecido al de Krychowiak, quizás más técnico, de mucha fuerza. Es un jugador de Primera, jugará en esta categoría con la gorra".

La lesión craneal trastabilló los planes de crecimiento de Luismi, que tuvo que ponerse un casco/chichonera al estilo del que porta el meta Cech. El de Puerto Serrano intercaló entrenamientos con el filial y el primer equipo. Pero la mala suerte no le quitó ojo. Debutó en el primer partido de Liga, ante el Valencia, el pasado año. Salió con 1-0, en medio del caos en los minutos finales, justo antes del empate valencianista. De allí otra vez al filial. Le esperaba Diego Martínez, responsable máximo del Sevilla Atlético, que pulió todavía más al diamante: "Me llamó la atención fuera del campo, pues se trata de un joven parco en palabras, muy humilde, que luego en la cancha se crece sobremanera. Como futbolista es muy fuerte en el aspecto físico, mediocentro de gran recuperación de balón y muy bueno en los desplazamientos en largo. También puede jugar de central en ambos perfiles. En el centro del campo es, por así decirlo, el equilibrador, el ancla del equipo. De alguna manera es el futbolista que, cuando no está, notas su ausencia. Luismi se merece lo mejor".

Diego Martínez, partícipe en el organigrama técnico de la primera Europa League que conquistó Emery con el Sevilla, relata una anécdota protagonizada por David Carmona, lateral derecho y otra de las joyas nervionenses. "David tenía por costumbre acercarse antes de los partidos a Luismi y tocarle el brazo o el pecho. Y cuando le pregunté me dijo: Es que Luismi me transmite mucha fuerza".

La misma que percibe Monchi, el llamado 'Messi de los despachos', que ha tenido muy en cuenta la opinión de los técnicos del club para ascender a Luismi al primer equipo y otorgarle dorsal: nada menos que el 16, el de Antonio Puerta. Con la espalda cubierta de 16, la chichonera y su fútbol, Luismi espera volar alto con el Sevilla. Aguarda su momento en la Supercopa de Tbilisi con la frialdad de Gary Cooper en medio de una nube de pistoleros. Sin miedo a nada. Ni a Luis Suárez. Ni a Messi.

El fútbol se encuentra preñado de paradojas, de eso puede hablar largo y tendido Luis Miguel Sánchez, Luismi, joya de la cantera del Sevilla que inesperadamente puede tener un sitio en la final de la Supercopa de Europa frente al Barça si no llegan a tiempo de recuperarse de la salmonela que sufren los franceses Rami y Kolodziejczak. Con todo, Luismi, que luce una chichonera como la del checo Cech, toca con fuerza el aldabón. Este gato de siete vidas piensa que le llegó su momento.

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